EL CAMINO QUE LLEVA A TEL AVIV: De Ámsterdam a la meta

El camino que lleva a Tel Aviv llega a su fin y, precisamente, desde la ciudad israelí termino de escribir esta serie de columnas especiales en la que como todas las ediciones valoro a primera vista y escucha las candidaturas de Eurovisión. En unas horas comienzan los ensayos y, con ellos, empezarán a cambiar todas las […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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EL CAMINO QUE LLEVA A TEL AVIV: De Ámsterdam a la meta

El camino que lleva a Tel Aviv llega a su fin y, precisamente, desde la ciudad israelí termino de escribir esta serie de columnas especiales en la que como todas las ediciones valoro a primera vista y escucha las candidaturas de Eurovisión. En unas horas comienzan los ensayos y, con ellos, empezarán a cambiar todas las opiniones e impresiones iniciales con las actuaciones, directos y escenografías de cada propuesta. Mañana también arranca la cobertura de Eurovision-Spain del que será mi festival número 12, desde aquí espero vivir con todos vosotros una quincena inolvidable repleta de momentos divertidos, emocionantes y emotivos compartiendo juntos nuestra mayor pasión, y agradezco vuestro apoyo, cariño y compañia. Let the show begin!

Países Bajos: Duncan Laurence – Arcade.

Una canción bellísima, con una letra preciosa y una sútil instrumentación, muy bien cantada e interpretada con gusto y elegancia. Sin embargo, me cuesta creer que vaya a ser la ganadora de Eurovisión 2019. A pesar de reconocerle todos los méritos anteriores, y alguno que me dejo en el tintero, me falta ese algo especial que lo haga pasar a la historia como vencedor del festival. Me da la impresión de que todos los apostantes, y también algunos eurofans, han buscado desesperadamente alguien a quien colgarle el cartel de favorito, como ya sucediera en el año 2014 con Aram MP3, en esta edición que empezó tan desconcertante. Me genera muchas dudas como va a recibir el jurado y, especialmente, el televoto esta candidatura a primera escucha, y sobre todo como la va a presentar sobre el escenario la televisión pública neerlandesa que no destaca por sus grandes puestas en escena, salvo notables excepciones como la de The Common Linnets, precisamente en 2014. Si se cumplen los pronósticos, me alegraré infinitamente por ellos, uno de los países con mayor amor por Eurovisión y uno de los más maltradados en las votaciones. Favorita, sí, ganadora, de momento, para mí, no. Nota: Sobresaliente.

Suiza: Luca Hanni – She got me.

El suizo Luca Hanni también sigue la estela de la albanogrecochipriota Eleni Foureira, aunque algo mejor disimulada que su sucesora, la georgianogrecochipriota Tamta. No solo se repite la estructura de la canción y el soniquete mediterráneo y pseudolatino, convertido en el nuevo mantra eurovisivo, sino que la estrategia de diseño, presentación y promoción de la candidatura guarda muchas similitudes con Fuego, y todo parece indicar que el esquema se repetirá también sobre el escenario, con el mismo equipo dirigiendo y coreografiando la puesta en escena. A primera escucha, es una de las pocas candidaturas de este año que me sonó a ganadora, pero si no llega a serlo, sí tiene prácticamente garantizado convertirse en el gran éxito comercial de esta edición. A Suiza solo cabe felicitarla por este golpe de timón después de años siendo el Patito Feo de Eurovisión, una racha que a buen seguro terminará en Tel Aviv, y esperemos que dure mucho tiempo. Nota: Sobresaliente.

Bielorrusia: Zena – Like it.

Bielorrusia presenta una propuesta desenfadada y juvenil que, sin embargo, suena algo anticuada y, como en la mayoría de sus candidaturas, resulta tremendamente prefabricada e impersonal. La jovencísima Zena destaca por una gran voz y directo, así como por sus tablas sobre el escenario, a pesar de tener tan solo 16 años. No obstante, muchas aspirantes a estrellas del pop ya han desfilado por el escenario eurovisivo, y a este producto le faltan muchos alicientes para dejar de ser una más y casi un milagro para hacerla destacar en su semifinal. Nota: Aprobado.

Austria: Paenda – Limits.

Austria se ha lanzado a la piscina con una candidatura futurista y minimalista, tanto que puedo entender los calificativos de “aburrida”, “decepcionante” o “sosa” en su lanzamiento, los cuales pueden tener como culpable el soporífero videoclip de presentación. Personalmente, cuando escucho la canción me gusta, y me gusta bastante, pero también es cierto que nunca sale de mí mismo ponerla en el reproductor. Otro de los puntos flacos de esta propuesta es la cantante que da una imagen demasiado amateur de sí misma, desconozco si porque realmente lo es, o simplemente no tiene la entidad artística suficiente para defender su propia composición sobre el escenario. A priori y a falta de ver la puesta en escena austríaca, algo en lo que la ORF ha destacado en el último lustro, va a tener muy difícil no solo llegar a la gran final, sino escapar del farolillo rojo de la semifinal. Nota: Aprobado.

Irlanda: Sarah McTernan – 22.

Irlanda presenta a Eurovisión 2019 no solo una de las candidaturas más anodinas de la edición, sino una de las peores propuestas de sus 53 años de historia en el festival. Me da la sensación de que en esta edición tan polémica por la sede, especialmente en este país donde los llamamientos al boicot han sido continuos, la RTE ha decidido tirar adelante sin llamar la atención y con un perfil bajo. Solo así se explica la elección interna de una cantante totalmente desconocida para el gran público y, lo que es más llamativo, una canción realmente prescindible, sin ningún gancho ni potencial, y presentada con un videoclip hecho con dos duros. Si hay que ir, se va, pero ir para nada es tontería. Nota: Suspenso.

Polonia: Tulia – Pali sie (Fire of love).

Esta fusión de las abuelas de Buranovo y las Papá Levante es uno de mis placeres culpables de Eurovisión 2019, aunque también debo reconocer que me costó cogerles el punto, quiza debido al abominable videoclip promocional. La cosa cambia en directo, precisamente con un sobresaliente directo a pesar de su dificultad armónica, una hipnótica coreografía y su pintoresca imagen. Una de las candidaturas que dan sentido a este festival por representar a su país, no solo en la teoría, sino mostrando en la práctica sus raíces musicales y culturales, y una propuesta que esta edición marca la diferencia sobre todas sus rivales. Si consiguen movilizar el voto de los países del este, probablemente mas receptivos a su estilo e imagen, podrían protagonizar una de las grandes sorpresas en Tel Aviv. Nota: Bien.

Azerbaiyán: Chingiz – Truth.

Después del batacazo histórico en Lisboa 2018, Azerbaiyán se presenta a Tel Aviv 2019 con sed de venganza, y lo hace con la que sin ninguna duda es una de las mejores candidaturas de su historia. Chingiz desprende carisma y talento a partes iguales, y también belleza que todo hay que decirlo, mientras que Truth es un temazo pop con tintes de future house presentado con un excelente y llamativo videoclip que podría ser un éxito mundial en manos de cualquier estrella británica o estadounidense. Por si fuera poco, cada nueva version o improvisación de la canción nos hace descubrir nuevos matices de la que es una de las mejores propuestas de esta edicion. Si la puesta en escena acompaña, y acompañará, los azeríes apuntan a uno de sus mejores resultados del último lustro. Por poner un pero, el mismo de siempre, la pena de que Azerbaiyán compre todos sus productos a la manufactura sueca y desdibuje cualquier atisbo de personalidad en sus representantes, en este caso, un cantante de ni más ni menos que flamenco, con una gran trayectoria y numerosos premios en este género. Nota: Sobresaliente.

Macedonia del Norte: Tamara Todevska – Proud.

Macedonia del Norte es el país que lleva más tiempo sin clasificarse para la gran final de Eurovisión, concretamente desde el 2012, hace seis largas ediciones, pero la repetidora Tamara Todevska tiene ante sí una de las mejores oportunidades para conseguir la hazaña. Proud es la típica canción que no tiene mayor vida más allá de Eurovisión, no está destinada a ser un exito radiofónico ni de ventas, pero en esos tres minutos mágicos puede conquistar al televoto y jurados europeos. Su mensaje feminista transmite autenticidad y verdad, frente a otras candidaturas que se apoderan de esta y otras causas con fines comerciales, y si lo clava vocal y emocionalmente en directo, y no tengo ninguna duda de que lo hará, la delegación macedonia apunta como mínimo a salir del pozo de las semifinales. La gran duda, para no variar, la escenografía donde siempre se quedan cortos pero, en este caso, menos es más. Nota: Bien.

Rusia: Sergey Lazarev – Scream.

Rusia también viene a tomarse la revancha y, en su caso, por partida doble. Sergey Lazarev me parece un cantante con unas cualidades excepcionales, a menudo infravalorado, una auténtica estrella del pop que canta, baila e interpreta como solo los grandes saben hacerlo. Scream, igual que You are the only one, es bastante inferior a su talento y posibilidades, pero no por ello mala, de hecho es una de las grandes baladas de esta edición. Su candidatura para Tel Aviv 2019 repite los mismos errores que la de Estocolmo 2016, es añeja, hortera, prefabricada, pretenciosa, sobreactuada y más, pero seguro que también tendrá un gran acierto, un espectáculo que volverá a pasar a la historia, aunque no sería del todo justo que lo hiciera como ganador del festival de la canción. Nota: Sobresaliente.

Suecia: John Lundvik – Too late for love.

John Lundvik con Too late for love es mi ganador de Eurovisión 2019, no solo por ser mi candidatura favorita, sino por realizar una actuación sencillamente sobresaliente. La primera vez que la vi en el Melodifestivalen me dejó impactado, me enganchó y me emocionó. John es un derroche de carisma que enamora a la cámara y al espectador, canta como los ángeles, e interpreta y vende como nadie la canción de la que él mismo es autor. El tema recuerda a esas baladas atemporales de boy bands ya clásicas como Backstreet Boys, Westlife o Blue, pero lejos de ser un punto negativo, es una de sus grandes bazas, pues su melodía y estribillo se graban a fuego a la primera escucha. La guinda, ese coro femenimo que me vuelve loco con sus voces, su poderío y su rollazo, y sin ninguna duda refuerza el conjunto global dotando si cabe de más energía a Lundvik. Lejos de querer adular a una Suecia que en lo que va de siglo solo ha sido mi preferida en el año 2012, sí me parece justo reconocer que con sus virtudes y defectos es el país que más y mejor trabaja para Eurovisión, y si consiguen este año la séptima será por derecho propio. Nota: Sobresaliente.

Malta: Michela – Chameleon.

La isla mediterránea, después de dos años fracasando en semifinales y algunos más recibiendo el rechazo del público a sus candidaturas, ha cambiado de estrategia y, al igual que Israel o España, ha apostado por un concurso de talentos, en este caso Factor X, para seleccionar a su representante y, a posteriori, elegir internamente su propuesta. El sistema a veces funciona, como por ejemplo con Toy de Netta y La venda de Miki, con dos canciones perfectamente acordes a sus cantantes, y en otras ocasiones no, como en este caso. Chameleon no solo es un temazo, sino que es una de las grandes sorpresas de esta edición salida de la factoría Symphonix, posicionada ya como la gran fábrica de éxitos eurovisivos, pero tengo mis reservas sobre si Michela es la mejor interprete para defenderlo sobre el escenario. Su candidez, inexperiencia, inexpresividad y, por qué no decirlo, su sosería hacen prever que la actuación vaya a hacer aguas si no lo remedia una escenografía y unos cuantos bailarines, coristas y figurantes que den algo de sal al pan e intenten mezclar el agua y el aceite. Nota: Notable.

Armenia: Srbuk – Walking out.

Una de las candidaturas mejor producidas para Tel Aviv 2019 y, a la vez, una de las propuestas más vacías de contenido. A pesar de haberlo intentado una y otra vez, ni conecto con la intérprete, a quien no obstante le reconozco una buena voz, ni el tema me transmite absolutamente nada, ni bueno, ni malo, la indiferencia más absoluta. A Armenia le aplaudo sus méritos eurovisivos y los grandes cantantes y canciones que suele aportar, especialmente por su limitada industria musical y televisiva, pero en esta ocasión y a expensas del directo el esfuerzo me parece en vano. Nota: Aprobado.

Israel: Kobi Marimi – Home.

La anfitriona cierra las 41 candidaturas de Eurovisión 2019. A veces hay canciones que, más allá de que sean mejores o peores, nos tocan la fibra sensible y se convierten en especiales. En mi caso y en este contexto, estos temas se convierten en mis protegidos, e Israel es uno de ellos este año. Home me parece una canción bellísima, pero la excepcional voz y emocionantísima interpretación de Kobi Marimi la llevan a otro nivel. Probablemente tenga todas las papeletas para convertirse en el farolillo rojo de Tel Aviv, pero si los jurados todavía tienen algún sentido en el festival, deberían dejarlo en el lugar que se merece. Nota: Notable.

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