¡¡¡DERREIN!!! ¡¡¡DERREIN!!! …Y LA MADRE SE AHOGÓ

Desde ya, aviso que quien busque leer un artículo fácil y complaciente con la elección de nuestra nueva representante para Eurovisión o con la gala de preselección de TVE, salga corriendo de aquí. No se trata más que de una opinión más como otra cualquiera pero creo que es necesario criticar las cosas cuando distan […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
IMAGENES WEB-03

¡¡¡DERREIN!!! ¡¡¡DERREIN!!! …Y LA MADRE SE AHOGÓ

Desde ya, aviso que quien busque leer un artículo fácil y complaciente con la elección de nuestra nueva representante para Eurovisión o con la gala de preselección de TVE, salga corriendo de aquí. No se trata más que de una opinión más como otra cualquiera pero creo que es necesario criticar las cosas cuando distan mucho de ser como uno desearía.

Que nadie entienda esto tampoco como la pataleta de uno que vio cómo no ganaba su favorita. Siempre declaré abiertamente que Run de Brequette era mi opción preferida y a años luz de las otras cuatro, lo cual no quiere decir que me vaya la vida en promocionarla ni que fuese la canción de mi vida, ni nada parecido. De hecho, hace años que veo las preselecciones españolas con cierto distanciamiento, desinterés e incredulidad. Hemos llegado a ver tantas cosas en esto de “la Eurovisión en España” que ya no soy capaz de creerme ciegamente y al 100% todas las cosas que veo. ¿Acaso debería?

El programa de anoche me pareció penoso, rancio y zafio. Impropio de un país “del Oeste” miembro del Big5 de marras, con 40 millones de habitantes y que aspira a ganar Eurovisión. Por ello, la conclusión que saco es que o TVE es extremadamente incompetente hoy día, o pasa olímpicamente de ganar el festival (o las dos, que todo puede ser). La imagen de Eurovisión que TVE está vendiendo en España, es la de que se trata de una especie de final continental de Operación Triunfo o un talent show pensado para cantantes noveles que de otra forma no venderían ni un disco y que todavía lloran de emoción cuando les dejan agarrar un micrófono porque están como haciendo realidad el sueño de su vida.

Como buen talent show con jovencitos noveles que se precie, hay que sentarles en unas butacas a dos filas, mirando al jurado mientras les dice de todo como los profes en el cole. Y si conseguimos que a ratos echen unas lágrimas, mejor que mejor… Patético. Una cosa es despertar en la audiencia la emoción de forma natural y sólo si tiene que surgir, y otra es buscarla y forzarla de esa manera porque solo tenemos 90 minutos y no daría tiempo al lloro natural. Todo ello aderezado con unos videos de presentación muy cutres, en los que un par de vecinas del barrio pegan carteles mientras le cuentan al panadero algo como “¡que la Yoli se nos va a Eurovisión! ¡Votadla para que vaya porque es del barrio!”. Y si de paso hacemos recolección de eurofans para llenar el plató, les decimos cada dos minutos “que ellos son el alma de Eurovisión” y les dejamos gritar un rato para darle a esto vidilla fácilmente, mejor. Aunque parezca un gallinero.

Me indigna especialmente el tema del jurado. ¿Por qué Merche, Bustamante y la Naranjo? ¿Han sido representantes en Eurovisión previamente? ¿Son ahora número uno? ¿Son cantantes de los de toda la vida que llevan 40 años sobre el escenario? ¿Expertos musicales? ¿En Eurovisión? ¿Productores? Va a ser que no. Son tres individuos que en algún momento ya se han posicionado en contra de participar en el festival. Vamos, que mañana les propones ir… y dicen que no van ¿Qué sentido pues tiene todo esto y por qué están ahí realmente? Es indignante.

El tema del notario: No terminé de comprender, si es que habían contratado como azafata del programa a una señora que, además, era notaria, o si realmente hizo allí labores de notaria antes de salir como azafata, y en este último caso, concretamente “de qué estaba dando fe como notaria” o si es que dio fe como notaria de algo siquiera. Yo como espectador sigo sin saber si su labor fue certificar que la carne que sirvieron a los artistas para comer “no estaba caducada”, o si “el estado de la instalación eléctrica era el adecuado”. ¿Fue allí para “certificar como válido el resultado del televoto”?. Señora notaria: Hable y explique lo que certifica, o de lo contrario de cara al espectador es como si no hubiera habido notario.

En cuanto a los cinco candidatos, eran opciones diferentes entre sí para distintos gustos, pero sigo sin saber porqué ellos cinco y no otros. ¿Por qué no había ningún grupo? ¿Quién decide que estos eran los únicos cinco artistas de toda España que este año podían aspirar a Eurovisión? Son cosas que mucha gente parece no querer preguntarse. Nos viene dado y ahí queda. Mi postura es que la designación del representante para Eurovisión tiene que ser, al menos en algún momento del proceso, abierto a todo el mundo que cumpla determinados requisitos, como sucede con cualquier contratación pública, cosa que ahora mismo parece no suceder.

Luego, está el tema de los eurofans: ¿Realmente los eurofans debemos tener un papel más relevante que el resto en todo este proceso? Una cosa es conocer mejor que otros la historia del festival (lo que no significa necesariamente tampoco saber interpretarla correctamente) pero, si Eurovisión es algo dirigido al público general y votado en un 99% por un televoto no eurofan ¿tiene algún sentido que tengamos un protagonismo especial en todo esto o incluso es posible que seamos un gran lastre de cara a escoger la mejor opción?

Lanzo ahora otra cuestión: Cuando como españoles se nos pide que votemos para elegir a nuestro representante en Eurovisión, ¿a qué deberíamos votar? ¿A la opción que más nos gusta personalmente? ¿A la que pensamos que más va a gustar al conjunto de Europa y por tanto mejor va a poder clasificarse? ¿Somos los eurofans españoles realmente maduros como para elegir a quien creemos que más va a gustar en el extranjero, o no somos capaces de mirar más allá de nuestras divas aquí y ahora? En este sentido, como ya he comentado al principio mi canción favorita era la de Brequette y sin embargo creo que Jorge era el candidato que más alto habría conseguido situar a España en el marcador de Eurovisión.

Por todo lo expuesto, creo que la elección anoche de Ruth Lorenzo y Dancing in the rain para Eurovisión 2014 es un enorme error, de esos que se repiten y de los que no aprendemos ni a tiros. Eurovisión es un concurso de canciones y no de voces. Y no lo es, no simplemente porque lo diga el propio nombre del certamen, sino porque en la práctica también se constata que no lo es. La idoneidad de nuestra representación de este año está únicamente sustentada en la potencia de la voz de la cantante, y parece que en nada más. A mi ni siquiera me gusta la utilización de esa voz, o lo que es lo mismo, no me gusta “como canta”. No me gusta como interpreta la canción ni la agresividad que me transmite cuando quiere darle más dramatismo a la cosa. Me da miedo. Como una película de terror.

{#imagen noticia}

Dancing in the rain me parece rematadamente antigua. Tanto, que a mi me podría colar como una canción más de Eurovisión 1983. Suena similar a otras tantas canciones de preselecciones españolas que fueron rechazadas hace años. La estética en conjunto se me hace muy rancia. Tanto, que a ratos llega a parecer que ella vaya disfrazada de artista de cabaret de los años ’40, a lo cual yo aún le encuentro menos sentido. Y vestido largo con tatuaje por el brazo… pues no.

Y esto es ahora mismo Eurovisión en España, y lamentablemente así seguirá siendo por mucho tiempo visto que el conformismo se ha instalado entre el público en general y especialmente entre los eurofans, que son los que se supone más interés podrían tener en forzar para cambiar todo esto. Hace 14 años decíamos que Eurocanción 2000 o aquellas primeras preselecciones televisadas que Uribarri consiguió organizar en España después de tantos años, eran “lo peor”. Ahora mismo firmaría yo por volver a tener aquella variedad de opciones y aquellos reportajes recordando a ratos la historia de España en Eurovisión. Una cosa era tener a Karina hasta en la sopa cada vez que se hablaba de Eurovisión, y otra muy distinta lo de ahora, sin apenas recuerdos ni anécdotas históricas. Ni lo uno ni lo otro. Cada año que pasa y mientras alguien no me demuestre lo contrario, estoy más convencido de que Eurovisión en España es un certamen que TVE no quiere ganar, pero del que muchos se aprovechan entre diciembre y mayo. A ver cómo paramos esto…

¡Hasta la próxima!

Conversación