Cronicas desde Estambul (1) UN FESTIVAL PARA TODOS LOS GUSTOS

(OLEVISIÓN 30 OTOÑO 2004, por Yolanda M. Glez. Gallego) Hacía muchos años que no disfrutaba tanto con el Festival de Eurovisión. No fue por el gran número de países que había, si porque pudimos tener dos días de canciones en lugar de uno solo. La razón fue la gran variedad de géneros que llegaron a […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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Cronicas desde Estambul (1) UN FESTIVAL PARA TODOS LOS GUSTOS

(OLEVISIÓN 30 OTOÑO 2004, por Yolanda M. Glez. Gallego)

Hacía muchos años que no disfrutaba tanto con el Festival de Eurovisión. No fue por el gran número de países que había, si porque pudimos tener dos días de canciones en lugar de uno solo. La razón fue la gran variedad de géneros que llegaron a Estambul este año. Pudimos escuchar canciones pop, como siempre, pero también disco, dance, folk, blues, e incluso ska. Fue, como nunca, un Festival para todos los gustos.
A España le tocó este año romper el fuego en la gran final. Ramón hizo una muy buena actuación y tengo que reconocer que me sorprendió, porque no esperaba que lo hiciera tan bien. Se mostró muy seguro, no desafinó en ningún momento y a la hora de bailar no estuvo nada mal. El décimo puesto, que antes del Festival me habría parecido muy justo, quizás supo a poco al ver que países como Rusia quedaron por encima.
Austria fue, junto a España, Serbia y Francia, el único país de la final que optó por no cantar en inglés. Para mí este era el único punto a favor de una canción que me resulta de lo más aburrida, y que ocupa uno de los últimos puestos en mi clasificación personal.
Noruega fue, a mi gusto, el injusto farolillo rojo. Creo que aunque la balada de Knut Anders no tenía mucho de especial, no era como para quedar la última. La actuación del noruego no fue mala, pero ni siquiera sus vecinos nórdicos se acordaron de él.
Francia era (y aún es) una de mis canciones favoritas de este año, sin embargo, la puesta en escena no me agradó nada. La mujer con zancos hacía que ni siquiera te fijaras en Jonatan Cerrada, que, además, no estuvo a la altura de la canción, lanzando un gallo increíble que le restó muchos puntos. Una lástima, quizás con una puesta en escena más sobria, y si hubiera cantado mejor podría haber estado entre los diez primeros.
Tras Jonatan llegó, para mí, la mejor canción del festival y, me atrevería a decir, que la mejor que he escuchado en muchos años. “Lane moje” es una canción con una melodía preciosa, una buena letra y con un algo más que no sabría bien cómo definir; quizás la palabra magia pueda acercarse un poco. A pesar de todo esto, creo que en la final Zeljko no cantó tan bien como hizo en la semifinal. ¿Podría haber ganado si hubiera tenido una actuación igual? ¿Quién sabe? Lo único cierto es que Serbia-Montenegro nos regaló una canción maravillosa.
Malta presentó a un dúo bastante poco corriente. La verdad es que los dos tenían muy buenas voces, quizás las mejores de la noche, la canción era alegre y agradable de oír, pero nunca fue de mis favoritas. Lo que más me llamó la atención de la actuación eran los movimientos de Ludwig, que parecía no tener muy claro cuando entrar a cantar.
La canción de Holanda era una de mis últimas favoritas antes de la semifinal, pero desde que empecé a escucharla con calma me pareció una canción bastante digna. Los chicos de Re-Union y los del coro tenían una bonita voz y acompañaban bien la música de guitarra. Quizás fue una apuesta un poco arriesgada, pero estuvo bien que al menos consiguieran sonar en la final.
Otra apuesta interesante fue la de Alemania. Max nos trajo un blues que, sorprendentemente, consiguió quedar entre los diez primeros. La verdad es que jamás podría haber esperado ver a Alemania en un lugar que no fuera entre los últimos, aunque para mí fue una de las mejores canciones de la noche, aunque el alemán podría habernos ofrecido una mejor calidad vocal.
Albania debutó y consiguió no sólo clasificarse para la final, sino estar en la del año próximo. La responsable fue Anjeza, una jovencita de cara agradable y bonita voz. La canción no me llena demasiado, pero reconozco que no está nada mal y me alegro de que este país esté presente el próximo año. Por cierto, que Albania tomó una gran decisión: sustituir los bailarines que arruinaban la canción por un coro estático. Estoy segura de que si hubieran presentado la misma coreografía (horrorosa) que aparecía en el vídeoclip, no habrían pasado de la semifinal.
Y tras Albania el ritmo salvaje de la noche: Ucrania con Ruslana y sus bailarines. Aunque Serbia era mi absoluta favorita, creo que Ucrania fue la justa ganadora, con un espectáculo realmente bueno. Aunque me fastidia un poco que siempre acabe ganando lo visual antes que las buenas canciones, creo que Ruslana cantó muy bien, bailó genial y derrochó energía y buenas vibraciones. Alegró al público y este se lo agradeció con votaciones bastantes altas procedentes de todos los lados de Europa.
Ivan Mikulic, el representante croata, tuvo la difícil papeleta de salir después de Ruslana, y claro, muy bien tenía que hacerlo para que la gente se fijara en él. Su interpretación fue buena, pero la canción no era nada del otro mundo, además, a mi gusto, perdía bastante en inglés. Me pregunto por qué los croatas no se animan a enviar cada año canciones en su idioma, uno de los más bonitos de Europa.
Otro país ex – yugoslavo salió a continuación: Bosnia-Herzegovina con una de sus máximas estrellas: Deen. Sé que a mucha gente no le gustaba nada esta canción, pero era una de mis favoritas. Tengo que reconocer que Deen me gusta desde hace tiempo y por eso estaba deseando verlo actuar. Lo hizo muy bien, cantó mejor que en la semifinal e incluso se preocuparon en cambiar la coreografía (y para bien).
Y tras Bosnia llegó Bélgica, la gran derrotada de la noche. Entre los eurofans de toda Europa era una de las favoritas. Xandee tiene una voz relativamente potente, se mueve de maravilla y la canción era muy discotequera. ¿Qué pasó para que quedara muy abajo? Quizás que la voz de la belga falló demasiado. De todas formas, no me explico la debacle. Los belgas, que tan cerca de la victoria estuvieron el año pasado tendrán que esperar al menos hasta el próximo para ver si vuelven a tener posibilidad de ganar.
Cuando oí por primera vez la canción rusa, pensé que por fin Rusia llevaba a Eurovisión algo que me gustaba (con la excepción de la estupenda “Solo”, de Alsou). Julia Savicheva, una mezcla entre Avril Lavigne y la Verónica de OT parecía capaz, con su guitarrita y su estar tranquilo tras el micro, de llevar a Rusia a uno de los lugares de privilegio por segundo año consecutivo. Sin embargo, a alguna mente “brillante” se le ocurrió cambiar una actuación que aunque algo sosa tenía su encanto, por una locura sin pies ni cabeza que acabó con Julia dándole un golpe a uno de los bailarines después de casi haberse asfixiado de tanto trajín por el escenario. Lo peor de todo fue los votos que fueron cayendo del lado ruso. Aquí sí que noté el politiqueo del que tanto hablan algunos.
Macedonia, un país que siempre ha coqueteado con los últimos puestos, envió a un cantante joven y de voz interesante, Tose Proeski, con una canción que siempre me pareció un poco rara, y que ni en su idioma original me llenaba demasiado.
Grecia, tras unos años un tanto malos, volvió a la senda del éxito con Sakis Rouvas, que lo hizo muy bien, aunque tengo que reconocer que esta canción no debería haber estado tan arriba. Sakis apenas tiene voz, aunque se mueve genial y sabe aprovechar como nadie ese físico prodigioso que tiene. Los juegos de luces y la coreografía supieron aupar hasta el tercer puesto a esta canción cuyo mayor valor, para mí, es la música de la introducción.
“Heaven”, la canción islandesa, me fascinó desde la primera vez que la oí, y más aún desde que vi esa maravilla de vídeo. La letra era preciosa, Jonsi canta realmente bien, es una balada que consigue llegarte al corazón… pero su posición final en el Festival fue desastrosa. ¿La razón? Quizás que Jonsi no supo enfocar bien su actuación. Es decir: se dio demasiado en un sentido equivocado, fue quizás demasiado agresivo con su interpretación. Una canción como esa necesitaba de algo más de suavidad.
Irlanda volvió a enviar una de sus típicas baladas. Si hubiéramos estado en los años noventa, estoy segura de que esta canción no habría acabado tan mal, pero afortunadamente los tiempos han cambiado y ahora este tipo de baladas, que aunque no están mal, no suelen copar los puestos altos de la clasificación.
Polonia, uno de los países que en mi opinión han enviado más canciones de calidad desde su maravilloso debut en 1994, presentó una de las canciones más originales de la noche. Al principio, cuando empecé a escuchar “Love song”, me parecía una auténtica estupidez. Sin embargo, poco a poco empezó a gustarme y me resultó una canción divertida y sin pretensiones. Tatiana, la solista, tiene una voz muy peculiar, aunque no resulta desagradable. Su interpretación fue buena, aunque no me gustó demasiado que se sustituyeran los coros por instrumentos de viento.
El Reino Unido, tras el histórico cero del año pasado, decidió enviar a Estambul una canción con la que intentar alejarse de los abismos. La elegida fue “Hold on to your love”, interpretada por James Fox, uno de los cantantes salidos de Pop Idol. El chico canta bien, pero le falta ese algo que hace que un artista reciba ese nombre. Limitarse a mirar a la cámara con esa media sonrisa que en su día conquistaría muchos corazones ingleses, no es suficiente para conseguir votos para su país. Otro año en el que tendremos que esperar para oír una buena canción británica.
Chipre fue, para mí, la gran sorpresa de la noche. “Stronger every minute” era una canción sencilla, sin mucha instrumentación, basada principal-mente en la voz de la cantante, agradable, aunque tampoco sin una capacidad extraordinaria. Sin embargo, consiguió situarse entre los aspirantes a la victoria durante gran parte de la noche. Esa misma sencillez de la canción supo conquistar al público europeo, que se rindió ante Lisa Andreas.
Y tras la tranquilidad de Chipre, la marcha de Turquía, con Athena y su ska, un género que al menos yo no recuerdo haber oído en el Festival. Athena es un grupo muy conocido en Turquía. Su canción del Eurobasket del 2001 hizo a muchos aficionados al baloncesto (entre los que me incluyo) no parar hasta hacerse con ella. “For Real” tiene tanta fuerza como “Oniki dev adam”. El público que asistió en directo al Festival disfrutó muchísimo con los turcos, y tengo que admitir que yo también. No estaría mal que de ahora en adelante pudiésemos ver géneros de este tipo en Eurovisión.
Rumania acudió este año con Sanda Ladosi, una cantante que se presentó en el escenario como si acabara de salir de una pasarela de ropa interior, y que, inexplicablemente, se llevó 10 puntos del jurado español. La canción era de las peores del festival a mi gusto y la indumentaria de la rumana y la coreografía contribuyeron a hacer que pareciera aún peor de lo que en realidad era.
El Festival se cerró con Suecia. La canción interpretada por Lena Ph era una de mis preferidas, aunque perdía mucho cantada en inglés. Las palabras parecían encajar mucho mejor en sueco y la sonoridad de este idioma, sobre todo en el estribillo, la hacían mucho más atractiva. Por otra parte, Lena no se mostró tan suelta y segura de sí misma como en sus dos actuaciones en el Melodifestivalen. Quizás por esto los suecos no quedaron aún mejor. De todas formas, otro año más que consiguen ser top 10.

Tras las actuaciones, como siempre, llegaron los votos, aunque con la peculiaridad de que votaron todos los participantes, incluidos los que no habían conseguido su pase a la final. Una curiosidad para terminar: si sólo hubieran votado los finalistas, la ganadora habría sido Serbia. Tengo la sensación de que el próximo año esta situación no volverá a producirse: ¿tendremos alguna novedad? Sólo nos queda esperar y disfrutar mientras de un buen puñado de canciones.

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