BUENAS NOCHES Y BUENA SUERTE

Señores, ¡quedan unas horas, ya lo tenemos aquí! Antes de dejarnos llevar por los encantadores ritos de Eurovisión, hagamos un ejercicio de prospectiva ¿cómo será en 2013 el reparto de puntos? Con los votos del jurado ya emitidos, los 26 participantes que concursan esta noche darán todo por conseguir el beneplácito del público. El nuevo […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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BUENAS NOCHES Y BUENA SUERTE

Señores, ¡quedan unas horas, ya lo tenemos aquí! Antes de dejarnos llevar por los encantadores ritos de Eurovisión, hagamos un ejercicio de prospectiva ¿cómo será en 2013 el reparto de puntos? Con los votos del jurado ya emitidos, los 26 participantes que concursan esta noche darán todo por conseguir el beneplácito del público. El nuevo sistema de cómputo se ha diseñado para primar los consensos entre ambos grupos de electores, lo que parece haber tenido ya sus efectos en las semifinales. Las actuaciones de esta noche cobran una importancia mayor que en ediciones anteriores, puesto que pueden conseguir que el televoto module con mucha más sensibildiad las preferencias ya manifestadas de los expertos musicales. Amén de esta novedosa fórmula, la clasificación de los puestos intermedios -donde el consenso y las puntuaciones son menores – se comportará presumiblemente de una forma muy voluble y emocionante a lo largo de la noche.

A quien parece que no le va a afectar estos condicionantes es a Emmelie de Forest, que cuenta desde el principio con un sostenido apoyo y parece la favorita entre favoritas. Sin embargo, no podemos prever con los datos que encuestas o
apostantes porporcionan que vaya a arrasar. Aunque, por cuestiones matemáticas, a mayor cantidad de puntos para repartir (2262 este año) más se aleja la posibilidad de que se den ajustadas luchas por el primer puesto (con candidaturas que abarcan, obviamente, mayor cantidad de puntos), quizás estemos en posición de aventurar que esta noche no se producirán abismales diferencias entre los primeros de la tabla. Se rompería así el ritmo marcado en las últimas cinco ediciones, periodo en que el ganador ha venido sobrepasando por mucho al segundo clasificado.

Parte de culpa la tendrá la lucha que se avecina por copar el protagonismo de los dos
bloques culturales más significados de esta noche: los escandinavos y los ex-
soviéticos. Mientras que Dinamarca -en detrimento de Noruega- parece erigirse como
referencia en su área, Azerbaiyán busca capitalizar las simpatías de los suyos con su efectismo en escena, siempre y cuando la Madre Rusia se lo permita.

Las ‘terceras vías’ propuestas por otras naciones como Países Bajos o Italia pueden generar esta noche terrenos de acuerdo neutrales entre aquellos dos bloques. Suya acabaría siendo la gloria si Eurovisión fuera lo que no es: una batalla geopolítica donde los aliados solo se defienden entre sí y producen unánimes desplantes a sus oponentes. Y es que, en el festival, ya se sabe, quien gana lo hace tras haber recogido los aplausos de toda Europa.

Dentro de las incógnitas queda por resolver el comportamiento de los países balcánicos, sin representación en la final de este año. Será la primera vez
desde 1985 que Eurovisión no cuenta con ningún territorio de esa región en su final. Parece claro que los ritmos griegos atraerán muchas de sus inclinaciones, pero no hay que descartar la inercia del tradicional gusto por los temas rusos o ucranianos, o incluso malteses.

Sin embargo, si habéis llegado hasta aquí, hay una última cosa que quiero añadir: todo esto son cábalas más o menos fundamentadas, pero hasta esta noche no hay nada seguro. Y eso es lo apasionante. Incluso para las candidaturas que a priori parten como convidados de piedra. Como la nuestra.

Sed muy felices.

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