ANALISIS, LARGO Y TENDIDO, SOBRE LA GALA FINAL DE MISIÓN EUROVISIÓN

Queridísimas amigas: ¿Cómo empezar, sin salir ilesa, un comentario sobre un asunto tan intenso (para nosotras, obviamente) como ha sido, este año, la elección de la canción española para el Festival a través del programa "Misión Eurovisión" de TVE? Difícil la prueba, pero no por ello menos interesante como reto. Antes de comenzar a hilvanar […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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ANALISIS, LARGO Y TENDIDO, SOBRE LA GALA FINAL DE MISIÓN EUROVISIÓN

Queridísimas amigas:

¿Cómo empezar, sin salir ilesa, un comentario sobre un asunto tan intenso (para nosotras, obviamente) como ha sido, este año, la elección de la canción española para el Festival a través del programa "Misión Eurovisión" de TVE? Difícil la prueba, pero no por ello menos interesante como reto. Antes de comenzar a hilvanar estas líneas donde pretendemos hablar sobre la elección final de nuestra delegación en Helsinki 2007, me he propuesto tres cosas: a) ser objetiva (misión complicada), b) intentar ser lo más analítica posible (analítica no significa que tenga que ser escueta, para aviso a navegantes) y, si queda sitio, c) intercalar mis personalísimas opiniones. Ya sé que no hay mucho rigor epistemológico en lo que he dicho, pero una lo intenta. Vamos a ver cómo me queda. Ojo, advertidas quedan todas de que es largo, larguísimo…

El programa Misión Eurovisión

En líneas generales, pese a los muchos fallos y desaciertos  que ha tenido este experimento (excesivamente largas sus galas, la falta de contenidos eurovisivos o la pérdida de tiempo con la selección de los intérpretes en un casting televisado en 5 galas que sobraban, entre otros desaciertos), cabe pensar que la fórmula no es mala del todo. Por lo menos, es mejor que lo que se hacía en Operación Triunfo. Creo que el programa ha mostrado maneras de querer ser una preselección más digna que las precedentes y han buscado, como ha repetido hasta el cansancio Paula Vázquez, que en el ESC nuestro país tenga un "traje" para acudir el ESC; sin embargo, hay que dejar constancia que, en varias ocasiones, la cosa ha parecido que se les iba de las manos. Los resultados habrá que evaluarlos más sopesadamente y en otro comentario.

En lo que parece que todas coincidimos es que lo peor, sin duda, ha sido el creer que era posible unir, sin problema alguno, la elección de 5 temas para los 5 intérpretes finalistas. Este tipo de uniones sólo quedan bien en teoría o en el cine (¿quién no se acuerda de lo de "Siete novias para siete hermanos"? Eso ha sido una experiencia un poco "contra-natura"; y no ha tenido peores consecuencias porque salieron elegidos los que salieron elegidos, ya que ¿Se imaginan qué hubiese pasado si en la final hubiesen estado los Poker, Paraelisa o Nessa con las canciones seleccionadas? Vamos, cómo para salir corriendo. Ojo, y con ello no quiero mofarme de la valía profesional de los mencionados intérpretes, que la tienen, sino en el hecho de que no todas las canciones son para cualquier artista. Y es que no todo el mundo tiene la osadía, como la puede tener grupos como Fangoria, que versionar un tema de Raphael, de Dover o de Rocío Jurado. Porque una cosa es tener tablas profesionales, capacidad de asumir retos escénicos o hacer fusiones musicales, y otra muy distinta es subirse a un escenario a hacer el ridículo más espantoso como los que se vieron en la noche del 24 de febrero en Misión Eurovisión.

Haciendo una valoración generosa, muy poco común en mí, y tirando al beneplácito, he de confesar que hay en el programa Misión Eurovisión muchas cosas buenas, otras muchas mejorables y consideraciones, por descontado, que deberían desaparecer para siempre. De entrada, hay que decir en su defensa, aunque algunas me matarán, que hacía mucho tiempo que un programa de TVE no dedicaba tanto tiempo, esfuerzo y medios a la promoción de una selección específica de intérpretes y de compositores para el Festival de Eurovisión. Y esto es una verdad, le duela a quien le duela admitirlo.

Evidentemente, no es el mejor programa, faltan más contenidos eurovisivos y un perfil más profesional (desde el punto de vista de la comunicación audiovisual y musical) hacia la figura del ESC como un evento musical y de repercusión mediática paneuropea. A mi entender, ha sido una de las pocas veces en que los eurofans hemos podido seleccionar, casi con nuestros votos por Internet, las 5 canciones para el ESC. Nunca antes habíamos tenido a tantos representantes de otros países en una gala de preselección española o, si me lo permite, ver un despliegue de puestas en escenas para las canciones seleccionadas.

Es lógico que esto último será muy cuestionado por los eurofans. Hablo, como no podía ser de otra manera, del exceso de telas, de las coreografías complicadas, del estrés escénico, de los momentos de panic atack entre los concursantes y de los demás problemas que sólo la inexperiencia organizativa de la productora televisiva, la poca profesionalidad de los concursantes o la falta de ensayos puede propiciar. Eso nadie lo niega, pero, coincidirán con servidora en afirmar que nunca antes habíamos tenido un programa que hubiese más empeño, con las limitaciones que hemos dicho, en ofrecernos cómo podría haber sido una preselección profesional. Es evidente que un Melodifestivalen no se hace en un día, pero el intento de TVE ha quedado ahí para que, en el futuro, la cosa sea mejorada, superada y promocionada como es debido. Aunque, ocurrido lo ocurrido, TVE puede plantearse no volver a realizar una nueva edición de Misión Eurovisión.

Quizás hubiese sido mejor no emplear tanta gala en la selección de intérpretes y centrar los esfuerzos organizativos, con antelación, en los ensayos de los cantantes, en los montajes escénicos, en los arreglos musicales, en las pruebas de vestuarios y en la planificación técnica de la gala. Posiblemente, con una o dos semanas más, todos hubiesen pulido y mejorado mucho más las canciones, las interpretaciones, las puestas en escena y la organización del espectáculo, tecnológicamente hablando.

Entre las muchas consecuencias negativas que este tipo de fórmula de la final ha provocado, ha sido, por ejemplo, el hartazgo de tener que oír seguidas las 5 versiones de cada canción. Y, aunque no interpretaban los 3 minutos de rigor, al final de la 5º interpretación de cada tema, una ya estaba más que harta de la canción. A todo ello, hay que sumar que es completamente insostenible localizar, para un público que no sea eurovisivo o carpetero, la interpretación que más te haya gustado entre las 25 puestas en escena. Al final, a la hora de votar el telespectador se encontró con una cosa liosa y complicada. No apta para la gran mayoría del público que estaba viendo la Gala. Incluso, para nosotras mismas, salvo que rebobinemos el video, se nos iba la olla al intentar recordar las interpretaciones cuando tuvimos que hacer el recuento final.

Lo mejor hubiera sido que, como mucho pedir, la selección se hubiese reducido a dos interpretaciones por cantante. Aquella carrera a la prisa a los camerinos y el montaje de las puestas en escena quedaron muy forzados y acelerados.

Por otra parte, justo será decir que, técnicamente, una gala en directo de este tipo debe ser mejorable. La realización era pésima. Apenas había planos de las diferentes secuencias de las canciones. Nada estaba calculado y podíamos ver planos totalmente desafortunados tomados de lejos o de detalles que era necesario obviar. Se echaba en falta un guión que sirviera como elemento coordinador del espectáculo. Como magistralmente ha señalado nuestro forero "Liliane St. Pierre", un programa en directo no es sinónimo de salir a decir ocurrencias como si estuvieras en un bar con tus amigos. También hay que decir que la iluminación era bastante mala y el escenario permaneció muy oscuro, aparte de que había muy pocos efectos visuales (y no por ello estoy reivindicando las llamaradas o los fuegos artificiales).

Ante esto, miedo me da pensar en qué clase de show podría hacer nuestra TVE en caso de que nuestro país tuviera que organizar el ESC. Menudo papelón. Aunque, para papelón, las horas de gala que se tuvo que "tragar" el directivo de la EBU que nos visitó la noche del sábado 24 de febrero, durante toda la Gala. Qué vergüenza.

Los intérpretes finalistas en Misión Eurovisión

No vamos a alargar este comentario sobre el acierto (o no) de la elección de los 5 intérpretes entre los 75 que vimos sobre el escenario a lo largo de las galas del programa. Sólo decir que, personalmente, no sé qué hacía en esa final una cantante como Merche Llobera. Pero bueno, así lo quiso el público, lo respetamos. Ahora bien, que quede en acta que yo hubiera incluido otras voces y otros perfiles interpretativos y escénicos, teniendo en cuenta las canciones seleccionadas, como creo haber dejado dicho antes.

No hace falta ser muy lista para haberse dado una cuenta de que, en algunas de las versiones de las canciones, los intérpretes estaban haciéndolo a disgusto, de manera forzada o con cara de estar pensado "qué coño hago yo con estos tres metros de tela dándome en la cara mientras intento hacer una versión que no parezca que estoy en la ducha de mi casa". Pienso que realizar cinco versiones con cinco montajes escénicos diferentes en una sola gala con tan poco tiempo de ensayos y preparación, y pretender que la cosa tiene que salir decentemente, es una tarea harto-difícil, por no decir imposible.

Y al llegar a esta cuestión, nos topamos, como no puede ser de otra manera, con el tema de la profesionalidad de los intérpretes. Me gustaría dejar claro que estos cantantes que han llegado a la final son profesionales o, por lo menos, les precede cierta experiencia en el mundo del espectáculo. Todos y cada uno de ellos tienen su mérito. Dudo yo mucho que otros artistas de los ya consagrados se hubiesen prestado al tremendo reto que supone pasar por una criba pública televisada, comprometerse a subirse a un escenario con cinco canciones aprendidas en unos días y salir airosamente de este trance. El listón no estaba sólo alto, sino que tenía toda la pinta de una prueba épica. A día de hoy, no sé cómo alguno de ellos, viendo en el berenjenal en el que se metían, no tiró aquella noche la toalla.

Evidentemente, para los que estábamos cómodamente en casa viendo la gala o como público en la sala, lo que vimos, en algunos momentos, era una cosa chapucera, falta de rigor musical, sin aparente profesionalidad, con muchos fallos, nervios a flor de piel y equivocaciones técnicas que han dejado muy mal parada a TVE como organizadora del evento.

Otro dato a valorar han sido las varias subidas de tono de la presentadora, Paula Vázquez, la cual me parece una comunicadora excelente para este tipo de galas, pero quizás no estuvo muy afortunada con tanto despiste y equivocaciones sobre el ESC como cuando, ante el advenimiento de la hecatombe, se escudara en asumir fallos que no eran ciertos y en arremeter contra el público cuando intentaba dar una excusa (lo más convincente que podía) ante los olvidos de las letras de las cantantes.

Como bien ha apuntado Reyes del Amor, este tipo de lamentables equivocaciones son permitidas (y aquí no pasa nada) porque se trata de una gala sobre el ESC, pero si este tipo de pifias la cometiese el presentador o comentaristas de una retransmisión deportiva (pongamos que sea futbolística), que no dude nadie que, durante mucho tiempo, tendríamos al comentarista como carne de los programas de zapping o de gazapos nacionales. Paula Vázquez puede decir, sin que nadie se ruborice, que después del ESC'1979 los niños no podían cantar en el Festival después del 2º puesto de Betty Missiego, la cual casi gana, según la presentadora, en el ESC'1969. Si en una retransmisión de fútbol el comentarista dijera que la Selección Española, en cierta ocasión, metió 14 goles, en lugar de 12, a Malta, el presentador puede considerarse ya fuera del circuito del selecto grupo de los comentaristas deportivos por "falta de rigor histórico". ¡Qué país éste que mide la profesionalidad según qué determinados contenidos sean abordados!

Salta a la luz que los nervios, la tensión de aquellos momentos, los fallos técnicos, el público enfervecido, los clubs de apoyo a los intérpretes gritando y los eurofans más encendidos dieron paso a una situación propensa a los excesos y a las metidas de pata por parte de "todas las partes".

Pero, de la misma manera que debemos decir que los intérpretes nos brindaron actuaciones para el olvido y que son completamente imperdonables artísticamente hablando, también hay que poner sobre la mesa que el público asistente en la sala (eurovisivo y no eurovisivo) se comportó, en algunas ocasiones, de una manera poco correcta. Me explico para que no se me malinterprete. No busco encontrar ni argumentar excusas que justifiquen una mala actuación o un fallo técnico durante la interpretación de una canción, sino el hecho de que el acaloramiento tanto del público como de la cara visible de la organización (en este caso, Paula) no llevó a ninguna parte y sólo provoco desencuentros y más problemas que, lejos de ayudar, lo que hacían era empeorar más una situación que se había vuelto insostenible.

He de admitir que servidora llegó a pensar que la Gala se suspendía ante el alboroto de las gradas. Les aseguro que di por sentado que el próximo año TVE iba a optar por el dedazo antes que soportar un momento como el que estaba produciéndose en directo y sin anestesia. Pero, recompuestos los errores y normalizada la situación, al menos en apariencia, se prosiguió con la Gala, no sin esa sensación de incertidumbre y de inquietud.

Una vez que han pasado los días, creo que los intérpretes hacían lo que podían y allí pudo verse quiénes fueron los que resolvieron las deficiencias, los nervios y la presión a la que estaban sometidos.

En ello, aunque nos pese, habrá que decir que los chicos de NASH (aunque cortitos en sus interpretaciones) fueron los más profesionales, frente a las chicas a las que, en más de una ocasión, parecían haber perdido los papeles. Parece ser que NASH decidió jugar sobre seguro cantando no sólo en tonos más bajos sino arriesgando lo mínimo ante el papelón de tener que salir 5 veces con 5 canciones prestadas. En cambio, no sabemos si por inexperiencia o por osadía, pero las chicas, lamentablemente, arriesgaron más y salieron peor paradas, como pudimos ver.

De las intérpretes femeninas, la que salió más reforzada, entre el público asistente a la gala, los eurofans y el resto de los televidentes españoles, fue Mirela. La eterna "segunda" como ya la han bautizado algunos, se quedó, como en Eurojunior, a las puertas de poder ir al Festival. Esperemos que este hecho nos traiga la misma suerte que tuvimos con María Isabel y su "Antes muerta que sencilla". Para muchos, por no decir para la mayoría de los eurofans, quien debería tener el pasaporte a Helsinki es ella. Yo, debo de ser de las pocas (como Reyes del Amor) que pensamos que no. Y no porque crea que vocalmente NASH esté mejor preparado que la chica de Aranjuez, sino porque Mirela debe madurar un poco más y coger más tablas. Si seguimos con esta fórmula de programa, no tengo la menor duda de que Mirela irá, tarde o temprano, a Eurovisión.

Quienes me defraudaron terriblemente fueron Nazaret y Yanira. Bueno, siendo sincera, he de confesar que Yanira Figueroa no me decepcionó tanto como Nazaret, a la que le presuponía que imprimiría a los temas un aire diferente al que ella ya traía de la copla. Lo cual me viene a demostrar, o por lo menos tengo yo esa sospecha, que estas dos cantantes saben estupendamente cantar "imitando". Es decir, por ejemplo, Yanira sabe interpretar el "Ausencia" y Nazaret el "Sobreviviré". Pero, como ha pasado, cuando se las pone ante un tema nuevo y sobre el que deben desarrollarlo musicalmente hablando partiendo desde la maqueta que han oído, lo único que han hecho es llevarlo, en la mayoría de las canciones, al terreno de los gorgojeos típicos de las folklóricas. ¿Alguien entendió a cuento de qué venían aquellos gorgoritos "apantojados" de ambas en canciones como "I love you mi vida" o "Tu voz se apagará"?.

Ahora bien, si debo decantarme por alguna de las dos, lo hago por Nazaret por su limpieza de voz, sus movimientos en escena y un saber estar interpretativo que, para nada, tiene Yanira, la cual es demasiado estática, inexpresiva y con una peligrosa tendencia a la copla. Todavía no me explico cómo no pasó a la finalísima de las 5 interpretaciones más votadas por el público.

De Merche Llobera voy a decir poco. No sólo porque no le encuentro cualidades para estar en esa final, sino porque no interpretó ninguna de las 5 canciones de una manera que pudiera decirme mínimamente algo. Se la veía forzada, a disgusto y con una cara de llevar muy mal el reto artístico que suponía poner en escena cinco temas nuevos. Para la antología de los horrores de las preselecciones españolas quedan momentos como el atrapamiento, en medio de la interpretación musical, bajo los metros de raso del montaje escénico de la canción "Tu voz se apagará" o el de la pamela fucsia y las gafas negras en plan pija divina de viñeta de Jordi Labanda, durante la actuación de "La reina de la noche". Después de todo, entendí que no quisiera subir al escenario a felicitar a los chicos de NASH cuando ganaron, debido al ridículo tan espantoso que pasó.

En cuanto a los NASH, decir que apostaron por jugar sobre seguro, sin mucho aspaviento y con coreografías muchos menos complicadas que las de ellas, como ya hemos apuntado antes. Memorable es la puesta en escena de "Una lágrima" con las vendas en los ojos de los cuatro y el hecho de estar atados todos, a su vez, a un único paño. Eso, como diría Maite Ripoll, hace mucho daño en el ESC y sería muy valorado, dado que explora un nuevo elemento coreográfico diferente y original que llama mucho la atención.

Últimas conclusiones

Para ir concluyendo, que esto (como siempre me ocurre) se me ha ido de las manos, decir que Misión Eurovisión ha sido una experiencia que debe seguir, en mi opinión, como fórmula para elegir la canción española en el ESC. Aunque, como resulta más que evidente, debe ser mejorada.

Entre las mejoras, debería contar con un Departamento de Asesoría en Historia del ESC, en el que personas como Reyes del Amor o Jaume Guerrero, por citar sólo a dos, podrían estar echando una mano. Hace mucho tiempo, un  eurofan llamado Kike García de Liaño (con el que servidora se llevaba a morir, porque una antes era muy "petarda y canalla") me decía que el público que vota las canciones no conoce la historia del Festival. Ni sabe si Finlandia se merecía ganar o no con Lordi porque llevaba un montón de años de injustas derrotas. Y eso es una verdad como un templo. Ante eso, yo siempre le decía a Kike que en un programa donde se diseñe una preselección, debe haber un equipo humano que asesore sobre lo que ha pasado en las últimas ediciones del ESC para saber los gustos del público eurovisivo, las puestas en escena mejor valoradas o más aplaudidas o los datos estadísticos de aquellos países que pueden considerarse como bancos de votos en potencia (Croacia, Suiza, Alemania, Bélgica, Francia, Grecia, Israel, Turquía, Portugal y, sobre todo, Andorra). Ya sé que esto huele, descaradamente, a explotar el voto emigrante español en dichos países, pero que tire la primera piedra aquella república del Este que tenga la conciencia tranquila en este aspecto de los votos de los emigrantes. ¿Acaso se merece siempre Rumanía los 12 votos de España? ¿Es razonable el intercambio de 12 helénicos hagan lo que hagan sus intérpretes sobre el escenario?

Propongo que no nos conformemos con el 12 de Andorra y que salgamos a la reconquista, en plan Cruzada del Nuevo Milenio, de los puntos perdidos por esa Europa nuestra. Yo creo que hasta la Unión Europea nos podría dar, incluso, una subvención al respecto por promover acciones de cooperación "supranacional" entre los estados miembros. ¿Hay algún eurofan en la sala que esté puesto en los fondos europeos, tipo FEDER, que nos pueda ayudar para pedir que se subvencionen paellas en los teleclubs españoles de Bélgica, Semanas de la cerveza española en Alemania con Karaoke eurovisivo, excursiones a Lourdes con visionado de Festivales en los autocares o Noches Locas de "Full Monty" para estudiantas de Bachillerato desesperadas en Londres o en Dublín con dobles de los NASH? Yo creo que son propuestas de marketing que habría que explorar. ¿O resultarían muy agresivas?.

Fuera de coña, otra cosa que hay que considerar para posibles ediciones del programa, sería la implicación de las casas discográficas en la preselección. Mucho me temo que si no hay una casa discográfica detrás de un tema con una buena producción y verdadero interés por vender el producto musical que se lleve el ESC, la canción está condenada a no salir bien parada en la competición. Temas como la puesta en escena, arreglos musicales, vestuario, acompañamiento coral, realización de la cámara, video-clip, la promoción de la canción en las televisiones de los países participantes, el diseño promocional en destino del merchandising de la delegación y diseño integral de la puesta en escena de la canción sobre el escenario deben ser prioridades esenciales que no se deben dejar al azar. Hoy por hoy, las casas discográficas de los representantes de las diferentes televisiones en el ESC dejan pocas cosas a la improvisación. Y si no que se lo pregunten a Ruslana, a Helena o a los Lordi, entre otros.

Por último, y ya me callo (lo juro, de verdad), me gustaría dejar tres cosas sobre los eurofans españoles ante la elección de NASH con "I love you mi vida". A poco que una navegue en los foros del ESC descubrirá el cabreo generalizado de muchos de los eurofans sobre este asunto, frente a la propuesta que debía ser Mirela con "La reina de la noche" quien debiera ir a Helsinki. Sobre esto decir que me llama poderosamente la atención el abandono de los eurofans hacia la que, hasta el otro día, era la gran favorita. En efecto, Yanira Figueroa con "La reina de la noche" era, hasta la noche del sábado pasado, la gran querida de los eurofans. Y, de golpe y porrazo, se la abandona por Mirela con la misma canción. Terrible, pero cierto, y de esto nadie dice nada.

Se ha hablado de la pésima realización de la Gala, de la falta de iluminación de las actuaciones, de los eternos problemas con el sonido desde la 1ª Gala (y que nunca se arreglaron), de la ausencia de guión en ninguna de los 7 programas, de lo eternas y largas que se nos han hecho las mencionadas galas, del desaprensivo voto carpetero y de lo malos que son los chicos de los NASH, entre otros muchos temas…
Ante eso, creo que va siendo hora de que un día de estos hablemos, en profundidad, de los eurofans españoles, de su "histerismo" cuando no gana una de sus divas (porque parece ser que sólo pueden ir mujeres al ESC) y de lo terriblemente poco objetivos que son con los resultados que da el televoto. Es una vergüenza ver los foros de esctoday o el chat del soulseek donde nuestros eurofans no hacen sino decir barbaridades e idioteces.

Lo cual viene a demostrar muchas cosas sobre este fenómeno extraño de los eurofans españoles para los que el ESC no se entiende sin divas entregadas a los excesos, sábanas kilométricas al viento, ventiladores a toda potencia, puestas en escena barrocas, dramatismos escénicos y coreográficos dignos de gimnasia rítmica, sobreactuaciones vocales (al límite del desgarro de las gargantas), mucho velo y kilos de pedrería.

Si alguna vez, por arte de gracia, existiera una artista con esas características que se presentara a una preselección y el voto eurofan se organizara, de manera masiva, y consiguiera arrasar, estoy completamente segura de que expresiones como "tongo", "voto carpetero" y otras sandeces no se oirían en estos foros, porque la elección (sólo en ese caso) estaría más que justificada, ya que eso sería "una acertada elección para Eurovisión"….Aunque para mí, sólo sería una "verdadera mamarrachada travestida para hacer el ridículo en el ESC".

Bueno, ya me callo que las debo tener agotadas con este eterno comentario que parece que nunca se acababa.

MASHIEL

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