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Portugal: La larga travesía de la RTP en Eurovisión

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Portugal: La larga travesía de la RTP en Eurovisión

17 de diciembre de 2018


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Portugal 2017: Salvador Sobral – Amar pelos dois

La trayectoria de la RTP en Eurovisión, como es bien sabido, no ha sido precisamente un camino de éxitos hasta su primera victoria en 2017 con Amar pelos dois de Salvador Sobral que al año siguiente, en Lisboa, se transformó en un nuevo último puesto. Cuando pensamos en Portugal, a priori lo podemos considerar un país pequeño, especialmente al lado de España, bastante aislado, con solo un vecino, y con un idioma minoritario en Europa. Además, nos solemos preguntar por qué se empeñan siempre en cantar en portugués, o si querían ganar, por qué no lo intentaron en inglés, tal como lo han hecho casi todos los países. Vamos por partes.

En cuanto a los datos, de los 47 países europeos que han participado en Eurovisión, es decir, sin contar a Australia, Israel ni Marruecos, Portugal ocupa el puesto 19 en extensión y el 15 en población. Por lo tanto, se podría considerar incluso uno de los grandes países del continente. De hecho, tal vez el mayor de todos los que han participado en el festival, porque imaginemos que el presentador en su primera participación en Eurovisión los hubiera presentado como el Imperio de Portugal. ¿Imperio? Sí, porque en 1964 era el único país europeo que conservaba sus colonias o, como eran oficialmente llamadas, sus “provincias ultramarinas”, repartidas en tres continentes y sin independencia de jure hasta 1974, coincidiendo con la Revolución de los Claveles.

A estos territorios es fácil seguirles la pista. Tan sólo tenemos que escuchar la canción portuguesa de Da Vinci en Eurovisión 1989. Su título ya era significativo, Conquistador. “Já fui ao Brasil, Praia e Bissau, Angola Moçambique, Goa e Macau, Ai, fui até Timor, Já fui um conquistador”. Aquí podemos ver cómo la letra se corresponde con el mapa de las provincias ultramarinas de Portugal, mencionando a Cabo Verde a través de su capital, Praia, y con algunos matices como que Brasil había obtenido su independencia en el siglo XIX y Goa en 1961, y no se mencionó a Sao Tome y Príncipe, mientras que Macau no transfirió su soberanía a China hasta 1999. En el festival de Lausanne, esta candidatura se quedó en la decimosexta posición de un total de 22 países, si bien el grupo obtuvo un disco de platino y el tema se incluyó en un álbum que supuso el inicio de una exitosa carrera internacional.

La relación de Portugal con sus provincias ultramarinas es una realidad para gran parte de la población, no algo que forma de su pasado o su historia. Durante el interludio de la edición lisboeta intervinieron cantantes como Dino D’Santiago y Sara Tavares, de ascendencia caboverdiana, Mayra Andrade, nacida en Cuba y cuya carrera se desarrolló en Senegal, Angola y Alemania, o Plutonio, representante de las músicas de Angola y Mozambique. A ello tenemos que sumar a Dj Branko que nos ofreció un viaje a través de la música electrónica entre Portugal, Cabo Verde, Angola y Brasil.

Como ya hemos mencionado anteriormente, otro hecho distintivo de la RTP en Eurovisión es que todas sus canciones han sido en idioma portugués, con sólo cuatro años con alguna frase en otro idioma. ¿Sorprendente? Tal vez no lo sea tanto, si pensamos que era el idioma de un Imperio, y menos aún si vamos más allá y comprobamos que es el cuarto idioma más hablado de Europa, sólo por detrás del inglés, francés y español. El ámbito geográfico de la música y lengua portuguesa es inmenso y en su principal mercado, Brasil, se escucha de forma muy mayoritaria respecto al inglés.

Sobre el último punto que hemos mencionado en nuestra introducción, los vecinos, no existe una sensación de aislamiento en Portugal. Recordemos el lema de su exitoso festival, “All Aboard”. Y es que tienen vecinos, países hermanos, en todos los continentes, América, África, Asia e incluso Oceanía. Cómo va a considerarse a si mismo un país aislado si durante toda su historia tantos territorios de todo el mundo han formado parte de Portugal, a veces incorporados por conquista, cierto, pero hoy en día son parte del mismo ámbito que se ha constituido como la Comunidade dos Países de Língua Portuguesa.

En el ámbito estrictamente musical, si examinamos las canciones portuguesas en Eurovisión, la mayoría tienen un toque melancólico. Las baladas predominan sobre los demás estilos. Y no es por casualidad. La mayoría de nosotros estaríamos de acuerdo con el género musical más representativo del país, el fado. Considerado en 2011 por la UNESCO como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, la historia oficial sitúa su origen en los barrios populares de Lisboa, desde donde se expandió a todo el país a partir del siglo XIX. El fado es una canción melancólica, sobre temas tristes, en la que se muestra la fatalidad ante la vida o el inevitable o irremediable destino. Amalia Rodrigues, tal vez la más grande fadista de la historia, afirmaba que “conecta con la parte más melancólica y angustiosa del alma. El sentimiento de una persona como si no existiera. Yo soy esa persona”.

A finales del siglo XIX y principios del XX, es decir, en la antesala de Eurovisión, empezó el reconocimiento y promoción nacional del fado como el gran género musical portugués y, a partir de la década de los años 30, su expansión internacional hacia las antiguas colonias. La tradición popular también nos dice que los marineros portugueses los cantaban para combatir la “saudade” y la “morrinha” que sentían al estar lejos de su país. Gracias a esta expansión marinera, el fado se fusionó con las tradiciones locales de los países que visitaban, principalmente las antiguas colonias africanas, y enriqueció este estilo en Portugal. No es de extrañar que las canciones melancólicas de inspiración fadista, por lo tanto, hayan dominado en las participaciones eurovisivas.

Portugal ha mostrado el fado en diferentes ediciones de Eurovisión, con más o menos fortuna. Una de sus mayores representantes, Dulce Pontes, se clasificó en un meritorio octavo puesto en 1991, mientras que Célia Lawson fue última en 1997 con Antes dos adeus. Curiosamente, 23 años antes, Paulo de Carvalho también ocupó la última posición con E depois dos adeus.


Portugal 1991: Dulce Pontes – Lusitana Paixao

Otros temas portugueses pueden considerarse que forman parte de esta tradición de expansión marina y canciones tristes, desde su debut en 1964 con Oraçao de Antonio Calvario, hasta las más recientes como la espectacular Vania Fernandes y su Senhora do mar.


Portugal 2008: Vania Fernandes – Senhora do mar

En el festival de 2018, el fado fue escogido en la obertura como la música más representativa del país con la intervención de dos cantantes, Ana Moura y Mariza, consideradas entre las más grandes fadistas del país, y se rodearon de instrumentos tradicionales portugueses, como la guitarra de doble cuerda, llamada guitarra portuguesa, que a partir de principios del siglo XX fue sustituyendo a la típica guitarra de seis cuerdas como principal acompañamiento. Si tiramos de hemeroteca, ya las habíamos visto en algunas de sus actuaciones, como la de Alma Lusa con Si eu te pudesse abraçar en 1998 o en 2009 en la preciosa Todas as ruas do amor de Flor-de-Lis.


Portugal 2009: Flor-de-Lis – Todas as ruas do amor

En definitiva, la historia de Portugal ha marcado su relación con Eurovisión. Si en algunos países el festival se percibe como el mayor escaparate para los músicos locales que quieren triunfar a nivel internacional, allí se ha considerado tradicionalmente como una oportunidad de mostrar su música al mundo, más allá de los resultados que pudieran obtenerse en el concurso. De hecho, un estudio realizado en el año 2016 por la Universdade Lusofona de Humanidades e Tecnologia de Lisboa, concluía que “no había existido una marco político o financiero para exportar una imagen de Portugal a través del Festival da Cançao”, lo que quiere decir que las canciones escogidas eran aquellas que gustaban más en el país, sin pensar en las posibilidades de ganar en Europa.


Portugal 1984: Maria Guinot – Silencio e tanta gente

Para concluir el apartado musical es necesario mencionar que, aunque predominan las obras melancólicas, Portugal también ha aportado otros géneros, desde temas más alegres de inspiración brasileña, como Sabrina y su Dança conmigo o el Quero ser tua de Suzy, hasta una de las canciones protesta con más contenido social durante la crisis económica que afectó prácticamente a toda Europa, A luta é alegría de Homens da Luta en 2011, pasando por baladas más intimistas, como la del propio Salvador Sobral o la de Claudia Pascoal, cara y cruz de una misma moneda. El mensaje reivindicativo del grupo de humoristas tampoco es el único referente en el historial portugués, pues ya en 1975 o 1977 los representantes Duarte Mendes y Os Amigos lucieron unos rojísimos claveles en su vestuario.


Portugal 2014: Suzy – Quero ser tua

Nos podemos preguntar si todas las canciones que Portugal ha presentado a lo largo de su historia eurovisiva tienen algo en común, y encontramos una respuesta: sí, ya que independientemente del género, todas ellas tenían un sello propio que identificaba al país. Cuando escuchamos el tema portugués de cada año, nunca pensamos que pueda ser de otro país. Tal vez este ha sido siempre su objetivo. Más allá de los números, podemos afirmar que la historia de Portugal puede considerarse como un éxito en Eurovisión, y el triunfo de los hermanos Sobral en el año 2017, la merecida recompensa a una trayectoria con personalidad propia.


Portugal 1989: Da Vinci – Conquistador

Conversación

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27/03/2020

Hola, muy buen resumen. A mi me encantan las candidaturas portuguesas, con algunas salvedades. Una cosa, ¿De dónde has sacado la cita de ese estudio? No lo encuentro por ningún lado y me vendría bien pues estoy recopilando información sobre este tema. Saludos.

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27/12/2018

Intersante y documentado artículo. Enhorabuena