Cuando faltan menos de 150 días para el Festival y estamos empezando a tirarnos de los pelos por conseguir una entrada, hemos conocido que nuestro representante para Eurovisión 2018 saldrá de entre los participantes de esta nueva edición de Operación Triunfo.
Poco se conoce hasta ahora sobre cómo será el método para elegirlo. Cuando se utilizó esta fórmula entre 2002 y 2004, los tres/cuatro ganadores de la edición recibían tres temas que iban siendo descartados por jurado y público hasta que solo les quedaba uno, y de ahí, la audiencia elegía el que más le gustaba. ¿Se repetirá esta misma fórmula? ¿Será TVE más flexible y permitirá duetos u otras combinaciones? ¿Se podrá votar el idioma en el que queremos la canción?
La cuestión es que TVE vuelve a confiar en Operación Triunfo para escoger a su representante en Eurovsión. Y, observando los números, no parece de extrañar. Especialmente si tenemos en cuenta que desde Rosa, con su séptimo puesto en Riga, nadie ha conseguido superar su marca. Y van va quince años…
Para ponernos en situación, echémosle un vistazo a nuestro gráfico de posiciones del año 2002 hasta la actualidad. Después de la racha de Operación Triunfo nos siguieron tres años desastrosos donde se probaron desde la raquítica elección interna presentada en España Directo, pasando por una breve preselección, hasta la interminable Misión Eurovisión. Después comenzó casi una década de turnismo entre horrorosos resultados y resultados aceptables en los años pares, utilizando una amplia gama de preselecciones públicas. Y aunque parecía que empezábamos a ver la luz al final del túnel con las grandes voces de Pastora Soler o Ruth Lorenzo y los cambios en los sistemas votación, en los tres últimos años hemos vuelto a tocar fondo… literalmente.
Dejemos de analizar nuestro historial antes de deprimirnos aún más y pasemos al análisis. Tomemos en cuenta todos nuestros puestos desde 2002 hasta ahora. Son apenas 16 observaciones, muy pocas para sacar conclusiones definitivas, peroson los datos disponibles. Supongamos, para simplificar, que en todos los años de aquí a 2002 participó el mismo número de países en la final de Eurovisión (que fueron de 24 a 27 países). Bajo este supuesto, los elegidos en los tres años de OT obtuvieron una posición media de 8,33, mientras que el resto de representantes se situó en el 19,53. Estas diferencias son estadísticamente diferentes con un 95% de confianza. Por tanto, podemos afirmar que OT nos da mejores resultados que usar otro método de selección. Podéis verlo con detalle en los gráficos, donde cada punto indica las posiciones obtenidas y los cuadrados las medias de cada uno.
¿Y si tenemos en cuenta a los triunfitos? Repasando nuestro historial veremos que otras dos triunfitas representaron a España: Soraya en 2009 y Edurne en 2015 (segunda y sexta clasificadas, respectivamente, en OT 2005). Supongamos que el éxito de nuestras candidaturas no depende de cómo se elijan, sino de si recibieron o no una formación en Operación Triunfo. En este caso los triunfitos obtienen una media de 14 y el resto una media de 19, resultando que ambas son estadísticamente iguales al 95%. Por tanto, es indiferente para nuestra posición final que nuestros representantes hayan recibido una formación en la famosa academia.
Dejemos a un lado OT y vayamos un escalón más arriba. ¿Es necesaria una preselección pública para elegir a nuestro candidato? Desde 2002 apenas en dos casos TVE se ha decantado por la elección interna de intérprete y canción: en 2006 con Las Ketchup y el 2015 con Edurne. Casualmente en ambos casos se consiguió un escaso 21º puesto, mientras que el resto de representaciones tuvo una media de 16,92. Estadísticamente hablando, ambas medias resultan ser iguales y en definitiva, nos es indiferente para nuestros resultados elegir a nuestro representante por la vía pública que por la vía del dedazo.
Si alguien en TVE leyera esto no debería utilizarlo como excusa para implantarnos de por vida la elección interna y ahorrarnos costes. Quizás deberían reflexionar si el problema no es otro, quizá más cercano a la calidad de nuestras representaciones.
También podemos pensar que donde hay variedad, es más fácil obtener buenos resultados. Por eso también he querido distinguir entre aquellas preselecciones donde los candidatos disponían de varias canciones (como en Operación Triunfo o las galas de Pastora Soler y El Sueño de Morfeo) de aquellas en las que sólo defendían un tema (elecciones internas o las dos últimas galas de Objetivo Eurovisión). El resultado es una media de 14,71 para los casos en los que había varias canciones en la terna del cantante y de 19,14 para el caso de una única canción. No hay diferencias estadísticas, por tanto, también es indiferente que los candidatos vayan con una o varias canciones, no nos afectará en nuestra posición final.
En resumen, y con estos datos, a pesar de nuestra gran variedad de preselecciones, hemos visto que no importa si nuestro candidato fue triunfito o no, ni si viene elegido por preselección pública o por elección interna, ni si se presenta con una o varias canciones. Sin embargo, lo que sí podemos decir que influye es que nuestro candidato salga elegido del formato Operación Triunfo. Además este método nos da una media de posición de 8,33 y desviación típica de 1,73, lo que nos da una horquilla de entre el 7º y el 10º puesto.
Ahora bien, que ninguno se piense que OT es nuestro método infalible para acertar en Eurovisión. Por eso el título del artículo, El fenómeno de Operación Triunfo. Más que confiar ahora únicamente en OT, quizá se debería analizar qué se hizo en esas ediciones para obtener esos puestos y tratar de repetir esas fórmulas para devolver a España a los puestos altos. Por eso os lanzo la pregunta para que reflexionemos: ¿Qué posibilidades nos ofrece OT que no tengan los demás formatos? ¿Se repetirá el éxito este año o fue algo excepcional? Ojalá que la buena calidad y el esfuerzo de esta edición de Operación Triunfo no decaiga en el momento de elegir a nuestro representante y los números vuelvan a cantar a nuestro favor en Eurovisión.