Al pie de la letra
Dime en qué cantas y te diré quién eres: Suiza, cuando la neutralidad es posicionarse
Escrito por Carlos Valero Mora
19 de noviembre de 2024
Al pie de la letra
Escrito por Carlos Valero Mora
19 de noviembre de 2024
Hoy estamos de estreno. Aún estoy desempaquetando los muebles y colocándolos en este pequeño rincón que me han dejado los compañeros de Eurovision-Spain para escribir sobre lingüística y el festival. Disculpadme si esto está aún un poco desordenado, estoy ultimando la distribución de lo que será el blog y creo que este artículo será ideal para presentar su primera sección: “Dime en qué cantas y te diré quién eres”. En ella, viendo las lenguas en las que cantan los diferentes participantes y poniendo algo de contexto histórico (solo un mínimo, el especialista de historia es mi vecino All Over Europe), podremos analizar cómo se presentan a sí mismos los países en el festival. Dejadme un momento, podéis sentaros en la butaca que acabo de desembalar para disfrutar de la primera entrada del blog, en la que hablaremos del caso de Suiza.
Antes de entrar en detalles tenemos que decir que este no es un estado con una sola lengua oficial; de hecho, aquí son oficiales el alemán, italiano, romanche y francés. Esta oficialidad es por zonas. La zona más grande es la alemana, después viene la francesa, sigue la italiana y finalmente la romanche. Sin embargo, si hilamos fino, en estas demarcaciones no se hablan históricamente el alemán, italiano y francés “oficiales”, sino unas variedades que son alemánico (considerada lengua alemana razonablemente diferente al estándar), lombardo (lengua hablada al norte de Italia y sur de Suiza) y arpitano (también conocido como franco-provenzal). No entraremos ahora en discusiones sobre la diferencia entre lengua y dialecto porque aún tengo casi todo en las cajas y sin desembalar y para ello tendría que poner todo patas arriba, quedaos solo con la idea de que lo oficial y lo que habla la gente son cosas bastante diferentes.
Con estas primeras pinceladas, ya podemos sumergirnos en la historia de las elecciones de lengua del país en el festival de Eurovisión, que podemos dividir en 4 etapas.
En los inicios del certamen, Suiza utilizará de una forma relativamente equilibrada sus dos lenguas oficiales mayoritarias: el francés y el alemán, con la excepción de 1958 en la que mezclará versos en italiano y en alemán en una sola canción. Será, por tanto, en este año la primera de las 11 veces que use el italiano en el festival. Ahora bien, más allá de esta pequeña excepción, la etapa estará marcada por un balance entre estas dos lenguas (en el caso del alemán no entraremos a evaluar en esta entrada si es alemánico, es decir, el alemán más propio del pueblo suizo o alemán más “estándar”, simplemente lo trataremos todo como alemán por falta de datos sistematizados).
Esta primera etapa de balance entre sus dos idiomas oficiales más grandes puede interpretarse en términos sociopolíticos de una forma que, por obvia, no deja de ser reveladora. En el contexto de posguerra de los inicios de Eurovisión, estas dos lenguas oficiales del país lo son también de dos de las potencias de cada uno de los bandos del conflicto bélico recientemente acabado. Por tanto, si unimos los puntos recordando que Suiza se mantuvo neutral durante toda la guerra podemos observar como, mediante el uso de sus propios idiomas -que le ayudan a mostrar su identidad nacional al maltrecho continente-, también puede mostrarse como un país neutral y, en cierta manera, tierra de nadie, en una Europa que aunque ya no estuviera en guerra seguía dividida por las consecuencias del enfrentamiento. Esta actitud respecto al alemán contrasta con la de otros países germanófonos o con otras lenguas emparentadas con el alemán (como ahora Luxemburgo o Bélgica) que tenderán a rehuir estas lenguas.
De hecho, siguiendo la estela de estos países germanófonos (o germanoemparentados, si me permitís la invención del término), Suiza da un volantazo en su plurilingüismo a inicios de la década de los 60, poco antes de que se construyera el muro de Berlín y cuando la industria musical francesa comenzaba a florecer y tener gran influencia en el continente europeo a través de la estética yeyé. Esta estética fue muy popular entre los países francófonos (Mónaco, Francia, Luxemburgo, la Bélgica francófona, etc.) y en Italia y España. Es en esta etapa cuando France Gall gana Eurovisión y se vuelve un icono de esta estética. En este lapso de tiempo es destacable que Suiza cantara más veces en italiano que en alemán (tres en italiano y una en alemán) aunque la mayoría de veces —10 de 14— cantó en francés.
En este período, a diferencia del primero, podemos ver un intento de Suiza por integrarse en una Europa con unas tendencias y valores comunes. A la vez que sucede eso, decide mostrarse en el festival desvinculándose de su identidad más cercana a la alemana -cabe recordar que Alemania en esta época está pagando el precio de la Segunda Guerra Mundial-. En cierta manera, con esta nueva forma de encarar el concurso, Suiza intenta formar parte de una Europa unida que ha superado la guerra como Francia y no como Alemania, quien se ha quedado “lastrada por el pasado”. Lo francés es sinónimo de modernidad, apertura, novedades; lo alemán, en cambio, es cosa del pasado.
En esta etapa, Suiza vuelve a su variedad de lenguas inicial con un peso un poco mayor del italiano. De nuevo, muestra su pertenencia a una Europa entendida como una “nación de naciones”. De la misma manera, se muestra como un país neutral pero también con una identidad nacional propia. En esta etapa no domina ninguna de las dos formas de presentarse, es por ello que veremos tanto una canción en romanche en 1989, la única de toda la historia del país en este idioma, como en inglés en 1976, cosa que no se repetirá hasta la etapa que iniciarán en 2004.
El regreso del alemán al inventario de lenguas del país en esta época no es trivial, puesto que es durante el inicio de la década de los 70 cuando comienza a asentarse un proyecto de paz y reunificación entre las dos Alemanias. Por tanto, ya no es tan arriesgado ser relacionado con el país vecino, que ya comienza a introducirse dentro de la idea de la Europa moderna. De hecho, durante esta etapa, en la que cae el muro de Berlín en 1989, ya se va introduciendo cada vez más la lengua alemana en las diferentes canciones con las que participa la república Helvética, con un total de 8 canciones. Esto llega a constituir casi una tercera parte de todas las candidaturas de esta etapa, dato que contrasta con la anterior que, recordemos, solo tuvo una única canción en alemán. Esta proporción creciente del alemán, de nuevo, da apoyo a esta idea de integración de Alemania en el proyecto europeo, para convertirse en una lengua menos marcada y más neutral.
Tras esta etapa plurilingüe, entramos en el Eurovisión moderno, en el que una de sus innovaciones será el uso del televoto. Dentro de este contexto y para apelar a una mayor cantidad de televidentes, Suiza, como muchos otros países, opta por utilizar lo que según la teoría sociológica del “sistema lingüístico global” llamaríamos la lengua hipercentral: el inglés. Según este sistema descrito por De Swaan, podemos dividir las lenguas del mundo en cuatro grupos.
La idea principal de esta jerarquía (que bien podríamos desarrollar en una futura entrada del blog) no es tanto el alcance de cada una de las lenguas sino cómo pensamos en ellas de acuerdo con ese estatus que tienen en nuestras cabezas. Conforme más subimos en esta jerarquía, más “de todos” (o “de nadie”, según se vea) podemos considerar cada una de las lenguas.
Es por ello que en esta época que se inicia en 2004, donde muchos países entran de golpe a participar en Eurovisión, vemos que Suiza se une a muchos otros países a la hora de usar el inglés, intentando apelar a toda esta gente que queda unida por la lengua hipercentral. Ahora bien, los únicos estados que tienen como lengua oficial el inglés en el certamen son el Reino Unido, Irlanda, Malta y Australia. Por ello, cabe preguntarse hasta qué punto es una lengua que pueda interpelar a toda la gente que ve el festival desde su casa.
Hilando más fino y volviendo al inicio de la entrada, realmente este uso del inglés con esta idea no viene de nuevas. Suiza nunca ha usado ninguna de sus lenguas más “periféricas” sin contar el romanche (recordemos que, pese a ello, debemos darles un voto de confianza al no haber datos sistemáticos de si las canciones en alemán se pueden considerar en alemánico o alemán estándar). Así pues, este uso del inglés no es más que una nueva forma de mostrarse como un país de “ciudadanos del mundo” y de una Europa moderna y cosmopolita en consecuencia.
Si una palabra ha definido al país en el concurso, al igual que en la vida real, ha sido la «neutralidad». En situaciones de caos, Suiza siempre ha intentado ser lo que “Europa quería ser”. Ahora bien, si algo hemos podido demostrar con este repaso es que jugar con la neutralidad no consiste en ponerse en medio de los bandos, sino observar qué bandos están fuera del tablero y alejarse de ellos solamente lo necesario para no acercarse al borde.
Conversación
¡Qué lujo de nuevo blog! Gracias por venir, Carlos. y benvingut! Te has estrenado a lo grande :D
Un artículo interesantísimo, escrito con mucha sencillez, precisión y un estilo muy acertado. Me ha encantado y me he quedado con ganas de leer más próximamente.
Te felicito por tu artículo. Un artículo riguroso, ameno y que muestra un análisis nuevo de la historia de Eurovisión... Así que desempaqueta pronto todos los muebles que traigas, colócalos a tu gusto, relájate, respira hondo y tómate el tiempo que necesites para preparar estas "joyitas". ¡Muy bien Carlos! ¡Adelante!