La Unión Europea de Radiodifusión (UER), en un intento por acelerar el proyecto ucraniano, ha anunciado los nombres de Oleksander Kharebin y Victoria Romanova como los productores ejecutivos de la próxima edición del festival. Jon Ola Sand, el supervisior ejecutivo de Eurovisión, se ha mostrado optimista: “Ambos han jugado un papel decisivo estos meses y son fundamentales en el proceso en el que nos encontramos. Victoria tiene un profundo conocimiento sobre la organización de la competición y, junto con Oleksander, estamos seguros que prepararán tres grandes espectáculos para el próximo año”.

Mientras Romanova empezó a trabajar para la NTU en 2005 y desde 2007 que encabeza la delegación del país en el concurso, Kharebin ha sido el último en llegar al equipo de Alasania, en 2015, primero como subdirector general de la cadena, y ahora como principal responsable. El equipo de producción de Kiev 2017 lo cierra Stuart Barlow, en palabras de Sand, “bien conocido por todos y por su inestimable contribución a Eurovisión desde el 2011”, y añade que su experiencia será de vital ayuda, “una pieza clave que ya ha empezado a trabajar con la televisión ucraniana en la realización de una maravillosa edición”.

Como avanzó Kharebin, se espera que en la Asamblea General del 8 de diciembre en Lausana (Suiza), la NTU presente formalmente la organización del próximo festival, el proyecto definitivo del Centro Internacional de Exposiciones de Kiev, la imagen y el lema de 2017, la elección de los patrocinadores, entre otros asuntos, en aras de atajar los meses de retraso acumulados en los preparativos de la 62º edición de Eurovisión. En estas fechas también se discutirá el debut de Kazajistán, como reconoció el máximo dirigente de la Agencia Khabar Sandugash Rakhimzhanova, pudiendo ser finalmente 44 el número de países participantes en Kiev 2017.

NOVIEMBRE NEGRO

Sin embargo, no hay que olvidar que el último mes quedará en los anales eurovisivos como el “noviembre negro” de Ucrania. La dimisión de Zurab Alasania a principios de mes, quien fuera director de la NTU desde 2014, puso contra las cuerdas al gobierno del país, denunciando los duros recortes que está sufriendo la televisión ucraniana y que atentan contra el proceso de renovación de la corporación que ha estado efectuando el ex dirigente hasta su marcha. Sobre la mesa, aunque sin firmar, también habían las renuncias del coordinador adjunto Michael Shmatov, la directora de contenidos Daria Yurovskaya y la misma Victoria Romanova.

La luz verde a los preparativos de la 62º edición del festival llegó el 17 de noviembre, en una sesión parlamentaria extraordinaria en la que reinaron los nervios y un mismo discurso: “Si no estamos preparados, la UER puede transferir el derecho de organizar Eurovisión a otros países, y uno de ellos es Rusia. ¿No entendéis la vergüenza que puede suponer de cara al mundo si no somos capaces de aprobar los procedimientos necesarios?” fue la melodía que más se repitió y por distintas fuerzas políticas. El proyecto de ley acabó aprobándose con 229 votos a favor, 2 en contra, 11 abstenciones y 94 diputados abandonaron el hemiciclo antes de la votación.