La UER e Israel acordarán sede y fecha en la próxima reunión en Ginebra en julio

A pesar del alboroto con la victoria israelí, la Unión Europea de Radiodifusión (UER) y la Televisión de Israel (KAN) han mantenido esta semana su segunda reunión sobre la futura 64ª edición del Festival de Eurovisión. Aunque los detalles del encuentro no han trascendido, la seguridad ha sido el principal aspecto a discutir sobre la próxima cita musical. Ambos actores han calificado esta segunda toma de contacto como «abierta y positiva», emplazándose en continuar este diálogo en una tercera charla el próximo mes en el cuartel general de la red europea, Ginebra.
El organismo europeo resolverá con la emisora israelí las cuestiones de la ciudad anfitriona, el recinto y las fechas, a medidados del verano. El acuerdo para la celebración del certamen en la capital de Israel Jerusalén iría más allá del imprescindible dispositivo de seguridad de cada edición y sería superior que los desplegados en Moscú 2009 y en Bakú 2012. No obstante, la UER no ha escondido su preocupación por la escalada del conflicto entre palestinos e israelíes y la tendencia de los últimos años en politizar un concurso que se reivindica a sí mismo de apolítico.
Aún no siendo oficial, la red europea y el país anfitrión barajan como fechas provisionales para la superproducción europea los días 14, 16 y 18 de mayo de 2019. La primera semana del mes de mayo estaría descartada, dado que coincide con la conmemoración anual del Holocausto (1 y 2 de mayo). La segunda semana también quedaría fuera del cronograma de Eurovisión coincidiendo con el 71º aniversario de la creación del Estado de Israel (9 de mayo) y la celebración de la fase de semifinal de la Champions y la Europa League de la UEFA (del 7 al 9 de mayo).
La primera reunión entre la UER e Israel intentó rebajar, hace ya una semana y media, la tensión generada por las palabras del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el cual confirmaba Jerusalén como la sede de Eurovisión 2019 en plena vorágine contra los palestinos y una presión de boicot desde Irlanda, Islandia, Reino Unido y Suecia para la próxima edición del festival. La organización advertía prudencia a los aficionados, en la compra de vuelos y hoteles, puesto que el lugar y fecha de celebración podrían verse alterados por la situación israelí.