El supervisor ejecutivo (saliente) de Eurovisión, Jon Ola Sand, ha admitido en una entrevista para NRK que la Unión Europea de Radiodifusión tiene las herramientas y varias opciones para celebrar la 65º edición el año que viene: “La UER está hoy más preparada para llevar a cabo la superproducción en 2021”, ha aseverado con optimismo el responsable del certamen en la televisión noruega, y ha concluido que algunas restricciones actuales por el coronavirus seguirán vigentes el año que viene, hecho que podría afectar al formato de la competición.

En la misma línea, el Ayuntamiento de Rotterdam refrendaba hace unas semanas su interés en organizar el próximo concurso, destinando una partida presupuestaria extra de 6,7 millones de euros para albergarlo. No obstante, el gobierno neerlandés diluyó seguidamente las esperanzas eurovisivas al suspender todos los acontecimientos de masas en el país hasta disponer de una vacuna contra el Covid-19. En todo caso, las autoridades estudiarán a partir del 1 de septiembre las posibilidades para acoger Eurovisión.

Las alternativas que ya sonaban antes de la cancelación de Eurovisión 2020 y que ahora vuelven a coger protagonismo serían un festival a puerta cerrada, sin público, o bien un programa deslocalizado, con sede en Países Bajos pero con candidaturas vía satélite. La UER le propuso esta idea a Rusia en Kiev 2017 para salvar la prohibición de entrada a Ucrania de Yulia Samoylova por la guerra de Crimea. En el caso actual, cada televisión se encargaría de grabar su propia actuación bajo unas normas mínimas para no romper la igualdad de condiciones entre participantes.