Si hay una frase que pueda resumir el año 2016, esa es: Say yay! El grito de guerra que llevamos a Europa, con el que enloquecimos durante tres minutos de actuación, y nos permitimos soñar por unos instantes. 

Un 2016 que comenzaba con una prácticamente desconocida Barei haciéndose con el Objetivo Eurovisión que la llevaría a Estocolmo. Favorita en todas y cada una de las encuestas, consiguió ganar la carrera a la capital sueca frente a otros nombres más populares para el gran público como Xuso Jones, Salvador Beltrán, María Isabel, Electric Nana y Maverick. 

Say yay! se convertía así en la primera canción que representaba a TVE en Eurovisión íntegramente en inglés, provocando la ira de la Real Academia de la Lengua, y la primera de no pocas polémicas de la edición. Su descendencia de una de las familias mejor posicionadas de la sociedad madrileña gracias a sus negocios cinematográficos e inmobiliarios, algo que nunca ocultó pero de lo que tampoco presumió, también ocasionó un encendido debate en las redes sociales.

Más allá del eurodrama, Barei pasará a la historia como la representante que más kilómetros ha recorrido para promocionar su candidatura, no solo dentro de nuestras fronteras, sino por todo el continente. Ámsterdam, Londres, Moscú, Riga, Setúbal, Bárbara no se perdió ninguna de las grandes citas eurovisivas a lo largo y ancho de Europa, exprimiendo al máximo la gran experiencia profesional y personal que supone el festival.

Prensa, radio, televisión, su omnipresencia en los medios de comunicación han conseguido que su nombre pasara de la escena independiente a formar parte y por méritos propios de muchos de los titulares del año. Say yay! termina el 2016 con un Disco de Oro, el top 50 anual de las canciones más vendidas en iTunes España, el minuto de oro del año en televisión, y más de diez millones de reproducciones en Spotify y siete en YouTube. “Eurovisión hunde carreras”.

ESTOCOLMO

“Sólo es un número pero cuánto puede llegar a pesar”. El 22 le pesó a Barei y nos pesó a todos. España sumó su enésimo fracaso en Eurovisión pero, en esta ocasión y a diferencia de muchas anteriores, la sensación de injusticia se apoderó de la audiencia española. Injusticia a la calidad de la cantante y canción, a su trabajo artístico y promocional, al éxito en nuestro país y a la acogida en los demás. 

Una herida que se hizo más dolorosa cuando creímos que, por fin, íbamos a volar más alto de lo que habíamos imaginado. Mientras todos los europeos disfrutaban de la grandiosa actuación de Justin Timberleake, la estrella invitada en el afán de la organización por atraer la atención estadounidense, los españoles no quitábamos ojo de las casas de apuestas, perplejos, viendo como subíamos y subíamos como la espuma. Veinte, doce, diez, siete, cinco, cuatro y así hasta un tercer puesto que no llegamos a ver ni de lejos pero que nos regaló uno de los mayores orgasmos eurovisivos de nuestras vidas, tan breve como intenso.

Tras el festival, se abrió la caja de Pandora. Las declaraciones de Bárbara, demasiado comedidas en un primer momento, probablemente muy inoportunas para sus propios intereses después, enfurecieron a un ya de por si caldeado colectivo eurofan que declaró enemiga pública número 1 a la delegación de TVE. Ni tanto, ni tan calvo. 

Esta casa publicaría a posteori una serie de reportajes, los #Euroleaks, en los que desvelábamos parte del trabajo de la candidatura española en Eurovisión. La agenda, los ensayos de figuración y los tan cacareados storyboard vieron por fin la luz, aportando documentación y archivos, dejando las conclusiones a la libre interpretación de nuestros lectores. Esos fueron los datos, suyas las conclusiones, que diría Ana Pastor.

Sin embargo, si hay algo que tiene más valor que los números son las experiencias y los recuerdos, y nosotros no podemos olvidar la reacción del público en el Globen Arena. Barei se creció en el escenario, demostró que es una artista del directo, y consiguió traspasar la pequeña pantalla junto a su formidable coro haciéndonos sentir orgullosos de nuestra embajadora en Europa. 

ENTRE KIEV Y MOSCÚ

La emotiva y desgarradora (y política) candidatura ucraniana, defendida magistralmente por Jamala, se hizo para sorpresa de muchos con el micrófono de cristal en el año de su regreso a Eurovisión. 1944 versa sobre la deportación de los tártaros de Crimea a manos de Stalin, y está basada en la historia real de la bisabuela de la intérprete, quien fue expulsada con sus cinco hijos a Asia Central. 70 años después, la misma región ha vuelto a poner en pie de guerra a Ucrania y Rusia.

1944 se cargó de un plumazo todos los tópicos eurovisivos. Densa, dura y oscura, difícil en una primera escucha, y con un estribillo que por primera vez en nueve años triunfa sin hablar la lengua de Shakespeare. De transmitir la historia y el sentimiento se encargó Jamala, con su prodigiosa voz y su sentida interpretación, arropada por una escenografía milimetrada y acorde que sin recurrir al circo ofreció todo un espectáculo. Querida por muchos, “odiada” por otros, no pasó desapercibida por nadie.

Vencedora en el festival, fracasada a nivel comercial, la ganadora de Eurovisión 2016 no pasará a la historia por su éxito discográfico, pero ha conseguido algo mucho más importante que las listas y las ventas, grabar a fuego su mensaje.

Casualidades de la vida, el nuevo y emocionante sistema de votación del festival trasladó la batalla ucraniana y rusa al plano eurovisivo. La favoritísima You are the only one del carismático Sergey Lazarev conquistó el televoto, pero no a los jurados, que rebajaron sus aspiraciones de oro hasta un bronce que supo a poco para un éxito que parecía cantado. Tan típica y tópica como efectista, su escenografía dio una nueva vuelta de tuerca a los trucos eurovisivos.

Entremedias, Australia se hacía fija, y se colaba, con el apoyo de los jueces, en el podium, con la mayor exhibición vocal del año. Bulgaría volvía a la competición, y también Poli Genova, quien se tomó la revancha de su eliminación en semifinales cinco años atrás, y cosechaba el mejor resultado histórico para un país que no veíamos en una final desde el 2007. Y hablando de repetidores, el lituano Donny Montell dio la sorpresa y también mejoró su marca personal colándose en el top 10, y la maltesa Ira Losco “se puede dar con un canto en los dientes”.  Peor suerte corrieron la islandesa Greta Salome y la macedonia Kaliopi, disgusto del que escribe estas líneas todavía no se ha recuperado.

La anfitriona Suecia sigue de racha, sumando un nuevo top 5, y siendo el mayor éxito comercial de la cosecha del 2016. Francia, favorita de nuestros lectores para la victoria, volvía al top 10 y alcanzaba su mejor resultado en 14 años. Y para sorpresa, la polaca, que obtiene el récord de mayor polarización de la historia entre televoto, tercera, y el jurado, penúltima. 

El cambio de rumbo iniciado el año anterior por Israel y Letonia les volvió a llevar a la finalísima, a la que pasó por primera vez Chequia, y de la que se quedaron fuera, también por primera vez, Bosnia y Herzegovina y Grecia. Reino Unido sigue por los suelos, Alemania vuelve a ser el farolillo rojo por segunda edición consecutiva, e Italia, más arriba o más abajo, sigue deslumbrando con su calidad y estrellas. Los portugueses se fueron y a los rumanos los echaron pero, por suerte para la familia eurovisiva, ya están de nuevo en la fiesta.

Nos marchamos en mayo de Estocolmo y hasta septiembre no supimos que viajaríamos a Kiev. Si la victoria ucraniana fue polémica, los preparativos de la próxima edición del festival no iban a ser menos, con los políticos y los medios de comunicación prooccidentales y prorrusos ofreciendo una imagen lamentable de unos y otros entre confirmaciones y desmentidos, retrasos e íntima enemistad. Sea como fuere, Ucrania es la justa ganadora de la partida, así lo han decidido la audiencia y los jueces europeos, y estamos convencidos de que nos ofrecerán un programa de televisión a la altura como ya lo hicieran en el ya lejano 2005. 

EUROVISION-SPAIN.COM

2016 también ha sido un año histórico para eurovision-spain.com. Nuestro querido Miguel Loredo, después de diez años al frente de la web, dejaba el mando a José García, Manu Mahía y Vicente Rico que han pasado a capitanear un equipo que conserva a todos sus colaboradores y se duplica con una docena de nuevos fichajes que ya han comenzado a dejar su huella personal. 

También estrenamos el CLUBE-S, la liamos parda con los ya mencionados #EuroLeaks, volvimos a la carga con una nueva Elección Interna, y estrenamos un montón de nuevas secciones y otras que están todavía en talleres. Y a punto de cerrar el año, la traca final, con el anuncio de nuestro mayor proyecto hasta la fecha, la Eurovision-Spain Pre-Party, que se celebrará el próximo sábado 15 de abril en La Riviera de Madrid.

Y, por si faltaba algo que celebrar, durante el 2016 conseguimos nuestro récord absoluto de audiencia. Más de 7.3 millones de visitas, un millón más que en la temporada anterior, hacen de esta web la más leída en español y la segunda a nivel mundial. Se nos agotan las palabras, pero nunca dejaremos de decir: GRACIAS.

Feliz 2017. “Hurray!”