TU CANCIÓN ME SUENA

No sé si es un problema mío de percepción o una tendencia de algunos compositores eurovisivos a seguir unos patrones ya explorados anteriormente pero cada vez con mayor frecuencia me encuentro ante las canciones que los distintos países van presentado al certamen con una sensación de dejà vu musical. La canción me suena, y no […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
IMAGENES WEB-03

TU CANCIÓN ME SUENA

No sé si es un problema mío de percepción o una tendencia de algunos compositores eurovisivos a seguir unos patrones ya explorados anteriormente pero cada vez con mayor frecuencia me encuentro ante las canciones que los distintos países van presentado al certamen con una sensación de dejà vu musical. La canción me suena, y no es que me recuerde a otra canción concreta y definida que yo pueda señalar, es que la canción en cuestión me suena a ya escuchada (y a veces multiescuchadas). 

Por ejemplo, si tomamos la canción albanesa “Perralle”: esta canción me suena y no es que crea haber escuchado una canción parecida sino que tengo la sensación que esta canción se parece a otras canciones presentadas en otras ediciones del Festival. Esta especie de recuerdo indefinido que me despierta esta canción consigue dos efectos un tanto contradictorios: por un lado un cierto rechazo hacia la canción porque me crea una sensación de melancolía, una cierta tristeza al reconocer melodías que se han ido repitiendo a través de los años y, de alguna forma, me retrotraen a ediciones pasadas del Festival eurovisivo y, por otro, una facilidad para recordar la canción pese a haberla escuchado apenas dos o tres veces. Aunque resulta curioso que pese a tener el soniquete de la canción en mi cabeza soy incapaz de reproducirlas en voz alta.

De las canciones actualmente presentadas la albanesa (Perralle), la danesa (Soldiers of love), la Bielorrusa (Help to fly), la Bosnia (Ljubav je), la irlandesa (Sunlight) y la suiza (The last of our kind) todas ellas me suenan a ya escuchadas y pese a no gustarme excesivamente se me quedan en la cabeza con mucha más facilidad que otras canciones que me gustan mucho más como la italiana o la ucraniana. O sea que si lo que se pretende es que la canción enganche con el público en general quizás la originalidad no sea un factor demasiado importante. Sin embargo, es bastante descorazonador comprobar como parece estar convirtiéndose en tendencia que las canciones eurovisivas acaben siendo clones entre sí. 

De esto quizás tengamos un poco de culpa los seguidores del certamen quienes hemos añadido a nuestras críticas más recurrentes de las canciones presentadas a concurso aquéllo de “esto no es para eurovisión” o “no suena eurovisivo”. Parece que nos hemos acostumbrado demasiado (y quizás malacostumbrado) a que las canciones eurovisivas repitan una serie de características comunes: canciones que van ascendiendo en intensidad para acabar con un estallido final que suele traducirse en un “grito final” sostenido o melodías pop con un “chunda-chunda” característico de Eurovisión o, incluso, melodías con una percusión muy definida que subraya ciertos momentos álgidos de la canción.

Mención especial merecen aquellas canciones o puestas en escena que no es que recuerden a otras sino que directamente copian aspectos de otras canciones de una forma clara y evidente, como es el caso de la canción islandesa “Hear them calling”. Y no hablo del atuendo (evidentemente Loreen no es la creadora de los flecos) sino de la puesta en escena que es una copia evidente de la canción sueca ganadora del año pasado. La interactuación con el fondo es quizás la característica más impactante de la actuación sueca del 2015 y el hecho de copiar esta técnica es, en mi opinión, un recurso burdo y demasiado evidente. En el terreno artístico todo se puede matizar y disfrazar e incluso lo más trillado y conocido se puede presentar (haciendo uso de la creatividad y la imaginación) de una forma que parezca novedosa pero lo que hace Islandia es sustituir muñequitos y formas geométricas por sombras pero el recurso es exactamente el mismo. Aún más, el momento quizás más impactante de la puesta en escena islandesa (cuando le sale un humo negro del estómago) es demasiado parecido al cartel de la serie Helix.

De todas formas parece ser que en los últimos tiempos y pese a que algunas canciones que suenan familiares o ya escuchadas acaban obteniendo buenos resultados en el festival, las canciones que finalmente resultan ganadoras (gusten más o menos) sí que comparten una cierta originalidad de ejecución, se distinguen de las demás y no parecen seguir la estela de otras canciones.

Conversación