TERCERA PARTE DE LAS DIVAS. DE ADELAIDE FERREIRA A HELENA PAPARIZOU (1985-2005)

Como esta tercera parte se ha atrasado por coincidir con la 50 edición de Eurovisión, añado a Helena Paparizou, flamante ganadora griega a la lista de divas porque estuvo estupenda y ya se proclamaba como auténtica vencedora antes del evento. Añado a esta mujer pero me dejo muchas en el tintero como bien se ve. […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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TERCERA PARTE DE LAS DIVAS. DE ADELAIDE FERREIRA A HELENA PAPARIZOU (1985-2005)

Como esta tercera parte se ha atrasado por coincidir con la 50 edición de Eurovisión, añado a Helena Paparizou, flamante ganadora griega a la lista de divas porque estuvo estupenda y ya se proclamaba como auténtica vencedora antes del evento. Añado a esta mujer pero me dejo muchas en el tintero como bien se ve.

Es quizá la etapa de mayor crisis de identidad y de auge del Festival. A finales de los ochenta Eurovisión pasaba por una crisis tan grande que muchos pensaron que desaparecería. A inicios de los noventa entró en un período de monotonía tremendo hasta que resurgió de nuevo gracias al triunfo de Dana International en 1998. Desde ese año el Festival volvía a estar de moda. Un pelotón de eurofans europeos lo salvaron de la muerte, y cada año las delegaciones se preocupaban de llevar temas más acordes con un show que quería volver a ser lo que fue antaño. De 1999 hasta el 2005, año en que se celebra el Cincuenta Aniversario el Festival retomará nuevos rumbos y volverá a estar de moda.

La incorporación de los países del Este desde 1993 y la entrada de nuevos contrincantes en esta pugna musical, que llega hasta 39 este año ha hecho que nuevas figuras destaquen dentro del panorama eurovisivo.

Iniciamos este tercer capítulo de las mujeres con la sin par Adelaide Ferreira, representante portuguesa de 1985. Menuda edición esa que celebraba el 30 Aniversario. Fue el mejor Festival de la década. Los intérpretes salieron con mucha elegancia, y además nos entretuvieron con canciones bastante buenas en su mayoría, entre las que estaban “Penso em ti eu sei” que defendió con energía Adelaide. Ya era una experta en Festivales pues quedó segunda en OTI ’84, aunque podía haber sido la ganadora porque su tema era mejor que el del chileno Fernando Ubiergo. A Göteborg se presentó con fuerzas renovadas y un traje y peinados de lujo. Para mí fue la más exótica y curiosa de la noche. Unido a una voz magistral tenía ese encanto que da la ambigüedad de su rostro. De ella se publicó una biografía en esta web, por eso no me extiendo más. Sólo decir que fue vergonzoso que sólo obtuviera 9 votos y quedase en la penúltima plaza, cuando debía haber estado entre las cinco primeras. Era peligroso presentarse en Eurovisión en esa época con una balada de calidad que no estuviera cantada en inglés y países como este, España, Grecia, Chipre o Bélgica se llevaron el batacazo en 1985.

Seguimos en los países nórdicos y desde Bergen ’86 pudimos ver la estupenda actuación de Daniela Simons por Suiza con “Pas pour moi” –Nada para mí-, y mucho a fin de cuentas pues casi gana. No pudo con la precoz adolescencia de la niña belga Sandra Kim. Daniela obtuvo 140 votos, 36 menos que la ganadora. Sandra cantó muy bien, pero como tema era mucho mejor el suizo. Estaba escrito por los futuros compositores de “Ne partez pas sans moi” que cantaría Céline Dion dos años después. Tenían el sello de ganadores y componían con una elegancia extrema. Nella Martinetti y Atilla Sereftug escribieron esta canción expresamente para Eurovisión. Daniela salió de blanco cantando frente a un piano del mismo color para después levantarse y darle más ímpetu al estribillo. No se trata de una canción simplemente pegadiza, sino de un gran tema, como muchos de los que hubo esa edición. Un ejemplo era el de Bélgica, el de Alemania o Yugoslavia, donde las mujeres pudieron lucirse tanto en voz como en interpretación. Añadir que Daniela Simons ya intentó ir a Eurovisión en 1983 y 1985 pero quedó novena y segunda respectivamente en las semifinales que organizaba Suiza.

Doris Dragovic era y es una de las figuras croatas más famosas en Europa del Este. Nació en Slipt y es una de las cantantes eurovisivas que tiene más seguidores a pesar de no haber ganado en sus dos comparecencias. Antes de la caída del Muro cantó por Yugoslavia, representado a un país que estaba a punto de disgregarse tras la muerte de Tito en 1980. Entonces ya era una belleza como mujer y como intérprete. Pero es que volvimos a verla en 1999, trece años después de su aparición en Bergen, mucho más guapa, y hasta parecía más joven. Con “Zeljo Moja” o “Viva el dolor”, según las traducciones variadas y contrapuestas pues también se traducía por “El amor es juego” presentó un tema de amor al más puro estilo de la balada mediterránea con un claro sabor de calidad. Cantó con entereza y buen saber escénico, moviéndose como una pluma por el escenario inspirado en un iceberg. Sacó un vestido blanco de alta costura que parecía de novia. Y volvió a salir de blanco en 1999, pero ahora lucía un buen melenón moreno y un diseño de Jean-Paul Gaultier super sexy. Es una auténtica diva en escena. Cantó “María Magdalena” aprovechando que ese año el Festival se hacía en Tierra Santa, desde Jerusalén. Gustó mucho al público que la ovacionó, y a la crítica que la ponía como favorita, pero las reglas de la UER la sancionaron por llevar coros pregrabados. La penalizaron quitándole 39 votos, pero sin desbancarla de la cuarta plaza que obtuvo con 118 votos. Oficialmente tenía 79 puntos y el cuarto lugar. Menuda tontería porque la calificación es lo de menos si sigues siendo la cuarta. Cosas de la UER que a veces se lía un poco como pasó en 1969 que no supieron desempatar a las cuatro ganadoras.

Liliane St Pierre (de nombre real Liliane Keuninckx) era toda una veterana cuando representó a Bélgica en Eurovisión ’87. Tenía 38 años cuando acudió al Festival y llevaba cantando desde muy joven. Debutó en 1964 y se hizo todo una estrella en las televisiones alemana, belga, holandesa y francesa. Ganó la Canzonissima en 1968 y después tuvo varios cambios de estilo, pasando por los espirituales religiosos a inicios de los setenta. En 1978 quiso representar a Luxemburgo con “Mélodie” pero fue desbancada en los votos por las españolas Baccara. En 1981 intentó llevar a Dublín el tema “Brussel” que fue segundo en la final belga detrás de Emly Starr. Cuando por fin fue escogida pareció estar algo nerviosa en su número. Quizás se esperaba más llevando un tema de la garra de “Soldiers of Love”, por lo menos en el vídeo de presentación del tema era mucho mejor que en directo. Lo cierto es que la semana previa al Festival sufrió una fuerte gripe que casi hace que no pudiese actuar. Cantó en flamenco porque ese año tocaba ese idioma dentro de la política bilingüe del país. También grabó la versión en francés, inglés, japonés y alemán siendo disco de oro en su país. Como anfitriona no tuvo el éxito esperado en los votos, fue undécima con 56 votos. Vistió de negro con pantalón ajustado y una casaca preciosa. Su rostro en algún momento recuerda al de la actriz Susan Sarandon. Hoy sigue siendo una diva con un montón de seguidores, sobre todo entre el público gay tiene un pelotón de fans. Si queréis saber más sobre ella hay una biografía sobre ella publicada en esta web.

¡Tanto se ha dicho sobre Céline Dion!. En esta página tenemos otra biografía de ella. Es una de las grandes estrellas del mundo de la canción que ha dado este Festival. Cuando representó a Suiza en 1988 era una auténtica desconocida fuera de los países francófonos. Y pasaron algunos años hasta que llegó a ser la figura que es hoy. Siempre deseó ser como Barbra Streisand, y por fin pudo cantar con ella a dúo a finales de los noventa. ¿Quién se lo iba a decir a una tímida chica canadiense de 19 años en Dublín ’88?. Ganó por un punto al Reino Unido representado por el crooner escocés Scott Fitzerald. Hasta el final de los votos todos pensaron que quedaría segunda porque la decisión estaba en el jurado yugoslavo que dio 6 puntos a Céline y nada a Scott, poniéndose ella por un punto delante del Reino Unido. Es un final idéntico al de 1968 con la pugna entre Massiel y Cliff Richard. Lo cierto es que Céline Dion cantó como nadie el tema “Ne partez pas sans moi”, con una energía extrema que vaticinaba que esta chica llegaría lejos. Lo demás forma parte ya de lo propio de una película porque había nacido una estrella.

La edición de 1988 enfrentó a dos futuras divas, Céline Dion y Lara Fabian. Lara representó a Luxemburgo con el tema “Croire” –Creer- del autor Alain García que ya dio el triunfo en 1983 a Corinne Hermès. Tenía el más puro estilo de la balada francófona de antaño. Gustó mucho también a los jurados que la pusieron en cuarto lugar y fue casi tercera porque le faltaron tres puntos para sobrepasar a la danesa Kristen Siggaard que salió embarazada de nueve meses y todos temían que diera a luz en escena. Lara Fabian tuvo una carrera muy fructífera en los años siguientes haciéndose una estrella internacional a día de hoy. Pasó a la prensa rosa por su idilio a finales de los noventa con otro eurovisivo, el representante de Francia de 1993 Patrick Fiori.

Como si hubiese resucitado la misma Marilyn Monroe se presentó la yugoslava Tacji en Eurovisión ’90 como anfitriona en Zagreb. Buscó el look de la inolvidable actriz para captar a los jurados y lo consiguió porque ocupó el séptimo puesto con 81 votos. Su tema se llamaba “Hajde da ludujemo” o “Enloquezcamos”. Dos países le dieron la máxima puntuación, Turquía e Israel, pero no pudo adelantar a nuestras Azúcar Moreno o a la inglesa Emma, aunque estuvo cerca. Era favorita, quizás por llevar un tema divertido con mucho efectismo festivalero en la línea de Yugoslavia desde 1987. Sacaban grupos con solista brillante y canción pegadiza, explotado al máximo hasta el triunfo de Riva en 1989 y después como vemos. A nuestro comentarista Luis Cobos le dio por decir que “a esta chica quizá un Cadillac la esperaba en la puerta”. Estuvo graciosísima con su vestido rosa, los saltitos del baile y sus planeadas insinuaciones a los chicos guapos del coro y músicos que la escoltaban.

Y ahora vamos con algo totalmente distinto, Dulce Pontes llevó un tema sobrio y excelente a la edición de 1991 celebrada en Roma. Ya se perfilaba como una gran intérprete. Hoy es una figura internacional reconocida, también salida de Eurovisión, aunque en Portugal era ya muy famosa. Cantó “Lusitana paixão” tema dedicado a la canción tradicional, el fado, aunque algunos puristas digan que esto no es un fado, suena así, lo siento. A mí me pareció un gran tema pero que se salía de los gustos eurovisivos y por eso no recibiría los puntos que merecía en realidad. Con todo ocupó el octavo puesto con 62 votos. España le concedió un 10, pero no consiguió ningún doce, una lástima porque el tema merecía estar entre los cinco primeros. Dio igual porque años después Dulce ha conseguido ser toda una estrella y lo de Eurovisión pasa por ser tan sólo anecdótico en su carrera, como le pasó a Nana Mouskouri o Paloma San Basilio, entre otras divinísimas que han pasado por este Certamen.

Ruth Jacott fue la más moderna del Eurovisión ’93. Además de tener una magnífica voz llevó un tema con mucha fuerza donde se podían lucir ella y los coros. El tema se titulaba “Vrede” –Paz- con arreglos en plan rapero muy interesantes. Vistieron de negro riguroso y Ruth estaba especialmente atractiva sobre todo cuando miraba a cámara con un tono de misterio que atrapaba al espectador, como queriéndote llevar a la gigantesca sala de Millstreet. Estaba entre las favoritas y quedó sexta con 92 puntos. Tuvo un 12 que le dieron los anfitriones, Irlanda. Ruth era una cantante muy conocida en Holanda. Nació en la Guayana y estuvo acompañada en los coros por su novio antillano, el eurovisivo Humphrey Campbell que le vimos en 1992 donde fue noveno con “Wijs me de weg”.

Según el programa que Uribarri dio para TVE para darse autobombo, la polaca Edyta Górniak era la mejor voz de los noventa salida del Festival. No se equivocó porque ciertamente la voz de esta señora, que estuvo invitada al mencionado programa junto a Dana International y Charlotte Nilsson, es prodigiosa. Pero volviendo a la Górniak, debió ser la ganadora de Eurovisión ’94, por delante del dúo masculino irlandés Paul Harrington y Charlie MacGettigan. No pudo ni acercarse a ellos en los votos ya que consiguieron 226 frente a los 166 de Polonia, 60 puntos menos para ella. Fue tremendo porque Irlanda ganaba por tercera vez consecutiva sumando seis victorias. Edyta Górniak cantó penúltima, salió con un vestido blanco sencillito, con zapato plano y peinado sin complicaciones. Sólo quería impresionar por su voz y así lo hizo porque dejó en mantillas a todos los demás concursantes con la magnífica “To nie ja”. Pero tanta brillantez no sirvió para derrotar en casa a unos expertos irlandeses que ya iban como favoritos desde el primer momento. Cinco países le dieron la máxima puntuación a Polonia frente a los ocho que se la dieron a Irlanda. Fue un buen debut para Polonia en Eurovisión y en concreto para su intérprete que le sirvió como plataforma artística en Europa. Once años después es una artista muy conocida y con una carrera muy fructífera.

Youdiphh destacó por su vestido multiforme e interactivo. Interactivo porque conforme evolucionaba la canción la intérprete lo iba cambiando a placer dando un aspecto muy pictórico al verse con el foco la sombra de la silueta en forma de pájaro a punto de vuelo. Con la guapa pelirroja Youdiphh debutó Rusia en Eurovisión y fue como el de Polonia y Hungría un buen debut. Quedó novena de 25 países, que no está mal del todo. Obtuvo 70 puntos con “Vechnic Stranik” –Extraño errante- Pero no sólo el vestido impresionaba, sino la voz de esta mujer, salió como vendaval, ponía los pelos de punta. Fue un número en conjunto muy efectista y Rusia cada año iría a más llevando canciones e intérpretes que no dejaban indiferente a nadie a parte de los votos que pudiesen conseguir, como Philipp Kirkorov, Alla Pugachova, Alsou o las T.a.T.u. entre otros.

En los coros de Andorra hemos visto este año a Anabel Conde, desde luego comiéndose a Marian van de Wal en cuanto a voz se refiere. Pero esta hija de Fuengirola nos representó en 1995 con el tema “Vuelve conmigo” e inesperadamente para TVE como para los periodistas acreditados quedó segunda, cuando otros temas como el de Suecia, Dinamarca o Croacia estaban como favoritos. Anabel puso garra a su interpretación y consiguió 119 votos. Con todo se distanció mucho de los ganadores, Secret Garden, que con el violín y un tema prácticamente instrumental nos jorobó la fiesta. Noruega ganó la 40 edición de Eurovisión. No hubo más cáscaras. España sorprendió pero no cuajó como debía. Lo más paradójico es que esta espectacular voz pasó sin pena ni gloria en nuestro país y ha sido olvidada por las discográficas en los diez años que nos separan de esa convocatoria. A Anabel Conde el Festival no le sirvió de nada para lanzar su carrera, aunque tiene una voz tremenda. Quizá le falta garra como estrella que se precie, porque otras con menos se dan unos aires que para qué las prisas. En fin, nuestra Anabel Conde es un ser encantador y espero que lo mejor esté por venir, sino están como una tapia y es una lástima que esta chica con lo brillante y joven que es, y con las ganas de trabajar que tiene no se le dé la oportunidad que merece de una vez por todas.

Nació en Suecia pero representó tres veces a Noruega y una a su país. Es una de las cantantes que más veces a ido a Eurovisión. Hablo de la rubia con voz de oro, Elisabeth Andreassen. Salió en 1982, 1985, 1994 y 1996, y porque no la escogieron algún año más, ya que intentó presentarse varias veces después. Además tiene una buena nómina en cuánto a resultados se refiere. En 1982 cuando salió formando dúo junto a Kikki Danielsson como las Chips fueron octavas en Harrogate. En 1985 ganó junto a Hanne krogh en el dúo Boobysocks creado para la ocasión, ya por Noruega y el tema “La det swinge” o “Let it swing”, que recordaba mucho al estilo ABBA, tan imitado por los nórdicos. En 1994 escogió como acompañante a un chico muy amanerado en el gesto pero con una voz de locura, Jan Werner Danielson con el tema “Duett” y fueron sextos con 76 puntos. Vistieron de blanco e hicieron un trabajo espectacular, era una de las favoritas, mucho mejor que otros temas que les adelantaron en los votos, Alemania o Malta. Y en 1996 quedó segunda en solitario por primera vez con la balada “I evighet” o “Eternamente”. Es un tema de empaque donde Elisabeth sacaba un chorro de voz envidiable. Escogió el negro riguroso como indumentaria en un traje muy elegante, mucho mejor que los que lució los años anteriores. Estaba totalmente relajada en la interpretación de la canción y además era la anfitriona. Ella dijo en una entrevista “que su madre le vaticinó que ese año quedaría segunda” y así fue. Es una cantante que sigue en activo, madre de familia, comprometida con todo tipo de causas, realmente una estrella, que como el vino mejora conforme pasan los años.

Menudo chasco se llevó la belga Lisa del Bo en la 41 edición de Eurovisión. Ya intentó participar en 1993 con el tema “Vlinder” –Mariposa- pero escogieron a Barbara que al final quedó la última en Millstreet con “Lemand als jij”. La Bo estaba entre las favoritas en las apuestas para vencer en Oslo y su trabajo “Liefte ist een kaartspiel” –La vida es un juego de cartas- había sido disco de oro en su país. Iba como una diva además de ser una intérprete muy conocida en el Benelux, Francia y Centroeuropa. Pero no consiguió más que un decimosexto puesto con 22 puntos y gracias a que el jurado español le dio un 12, sino hubiese quedado penúltima. Increíble porque además hizo un buen número, el tema era pegadizo y tenía la fuerza suficiente como para estar entre los cinco primeros. No pudo ser. Vistió de blanco con una minifalda que enseñaba unas piernas larguísimas muy delgadas. Desde luego que el modelito, con volante en la cintura y el pelo recogido no la favorecían nada, algún enemigo le dijo ponte esto y así salió. A veces la puesta en escena hace mucho. Con todo, como ella es una estupenda cantante salió airosa a pesar del resultado final.

La bomba sexy de la noche en 1996 la puso la australiana de 26 años Gina G en representación del Reino Unido con el pegadizo tema “Ooooh Aah… just a little bit”. Esa canción fue la más famosa y escuchada después del Festival aunque sólo fuese octava en la clasificación con 77 votos. Vistió con muchos brillos, el pelo a lo Rita Hayworth, pelirrojo matador y así dejó al público, boquiabierto por su excelente coreografía, aunque le sobraban las bailarinas, yo hubiese puesto dos chicos con frac, tremendos como ella. Además los arreglos y el montaje tridimensional de ese año le favorecieron mucho. Ya decimos que también partía como favorita, como la ganadora Eimear Queen por Irlanda, la belga antes comentada, Elisabeth Andreassen por Noruega, las suecas de Den Vilda, la croata Maja Blagdan, o la portuguesa Lucia Móniz. Fue un Festival donde destacaron mucho las mujeres porque además eran mayoría. Sólo participaron ese año cuatro cantantes solistas masculinos, el español Antonio Carbonell, el chipriota Constantinos, el austríaco George Nussbaumer y el eslovaco Marcel Palonder.

En unas declaraciones posteriores a su victoria dijo de ella Mikel Herzog, representante español de 1998, que “Dana International había ganado el Festival de Eurovisión porque el público gay se lanzó al teléfono y le votó masivamente”. Eso en mi tierra es un ataque de envidia sin parangón porque el chico con cara de Harry Poter se quedó desolado por sus 21 puntos en una mediocre decimosexta plaza. Normal, su coro y él mismo parecían una troupe de enterradores. Dana puso color a la gala, revolucionó el Eurofestival que se removió en sus cimientos más conservadores y a partir de ese año se buscó su esquema para captar votos. Lo políticamente incorrecto pasó a ser un soplo de aire fresco y el mismo evento renovó captando más espectadores desde ese año, saliendo así de un letargo iniciado en los años ochenta. El tema “Diva” sonó ese verano como años antes sonaban los temas de Bucks Fizz, Yizhar Cohen, o ABBA. Pero las malas lenguas envidiosas dijeron que si ganó es por la publicidad que creó el que un país ultraortodoxo como Israel presentase a una transexual para representarles. A ella no le daba vergüenza mostrar al mundo su condición. En cambio los rabinos se daban más coscorrones aún en su muro de las lamentaciones, mientras Dana, antes Yaron, se enfundaba el tacón, sacaba la uña y salía a escena con los brillos y las plumas que requiere una auténtica diva como era a fin de cuentas. Otros pensaron, si no hubiese dicho nada sobre su condición nadie lo habría notado, ni en voz ni en look se delataba. Sea como fuere ella ganó, le pese a quien le pese y normalizó una circunstancia que hace tiempo debía estar normalizada. Abrió el camino a otras que se puedan presentar en un futuro, por qué no.

Y como otra diva, esta vez sueca y rubia platino se presentó la bellísima Charlotte Nilsson a la siguiente edición de 1999. Buscó el colorido en su vestuario, maquillaje de impacto y llevó buena canción al más puro estilo nórdico. El título “Take me to your heaven” –Llévame a tu cielo- Además de tener presencia escénica cantó muy bien. Suecia conseguía su cuarta victoria en Eurovisión. Escogió el color rosa fuerte, era como los trajes que sacan las patinadoras, los ojos se comían la cámara y el golpetazo de melena al acabar la canción pronosticó su triunfo por encima de temas también buenos como el de Islandia, Croacia o Estonia que también sacó mujeres de postín.

Selma ha representado a Islandia este año en Kiev con “If I had your love” pero se quedó en la semifinal con 52 votos. Una gran decepción para sus fans que me consta son muchos ya que se esperaba más de ella, era una de las favoritas en las apuestas. Quizá estaba algo tensa en su puesta en escena, y tampoco cantó muy bien, le faltaba voz. La verdad es que la recordamos con más gracia por su actuación en Eurovisión ’99 donde quedó segunda con la fresca interpretación que le puso al tema “All out of luck”, algo así como –Sin suerte-. ¡Ay esa coreografía con los guapetones que se llevó a Jerusalén!. Se movían como descosidos por el escenario, ¿y ella?, era como esas muñequitas dulzonas del tipo repollo por los moñitos que se enroscó en la cabeza, yo la bauticé como “la Pumuki” y no me preguntéis porqué, pero es que cuando la veo me viene ese nombre a la cabeza. Es encantadora, divina y graciosísima. Pero no pudo con la voz y el torbellino de la Nilsson, aunque obtuvo 146 votos y quedó en las retinas de los eurofans para los restos, que es más importante al fin de cuentas que ganar.

Eda Ines salió vestida para matar, de verde botella, a lo cowboy, sombrero y cartucheras incorporadas, en la edición del 2000 por Estonia. Esta exuberante chica hizo una gran interpretación con el tema “Once in a Lifetime” obteniendo la cuarta plaza con 98 votos. Adelantó por dos puntos al cirquero de la noche, Stefan Raab, pero no pudo con los BrainStorm que también montaron un número sonado. Todos revolucionaron esta edición dando color y fuerza a sus temas, que desde ese año empezaron a modernizarse cada vez más por parte de todas las delegaciones, aunque ganase el tema más conservador cantado por los Olsen Brothers.

Buscando el estilo Céline Dion, manteniendo las distancias, salió Natascha St.Pier con “J’ai que mon âme” y ocupó un merecido cuarto puesto con 142 votos. El tema está hecho como un molde para la magnífica voz de Natascha. Salió a escena en Copenhague con una elegancia extrema, como antaño se presentaban las cantantes francesas, para comerse el mundo. Y eso lo digo ahora que esta delegación pasa por momentos bajos en las tres últimas participaciones. Lo que no entiendo es porque la St Pier cantó la mitad del tema en inglés y la otra en francés cuando en su propia lengua ya era una belleza, quizá le quitó el encanto que da el más puro charme francés el cambiar de idioma. O pensó que era mejor hacerlo así para abrirse camino en el mercado anglosajón. Y así ha sido porque ahora es una de las grandes estrellas que más repercusión ha tenido detrás de su participación en Eurovisión. Graba temas en inglés, en español y francés. Y en todos los idiomas es una delicia escucharla, otro diamante que ha dado este Festival, para que luego digan que es un show kistch, insulso y de otro tiempo. ¡Qué valor, si no para de renovarse con talentos nuevos en los últimos años, por no hablar de las grandes figuras que por él han pasado!.

Una sueca conocida por hacer coros a otros eurovisivos como la Nilsson, representó a Estonia en Tallinn 2002. Sahlene salió muy sexy con un traje que parecía hecho añicos antes de ponérselo. La canción “Runaway” estaba entre las candidatas para alzarse con la victoria, y casi lo consigue porque fue tercera con 111 puntos. Merecía incluso haber quedado por delante de la insulsa Ira Losco que representó a Malta y los jurados enloquecieron dándole puntos, hasta 164, casi adelanta al número de transformismo que hizo la letona Marie N. En fin, fue un año donde también destacaron las mujeres con garra, con números visuales y temas bien distintos.

Entre esos números vistosos, una de nuestras mejores representantes en la historia de Eurovisión fue Rosa. El “Europe Living’s a Celebration” se hizo un clásico desde que lo parieron en la Primera edición de OT. Esa edición que movió a las masas y benefició en mucho al Festival de Eurovisión de capa caída en nuestro país desde hacía más de dos décadas. A pesar de las críticas, con todo lo que conllevaba de fenómeno social y demás zarandajas, esa jovencita granadina enamoró a los españoles. Se le pidió lo máximo, y cantó con garra y una voz de estruendo, pero como se le pedía tanto y tanto, la victoria, la chica se vio envuelta en una madeja difícil de superar. Sólo fue séptima con 81 puntos, mucho más de lo conseguido por otros cantantes que se creen divos, pero supo a derrota por la parafernalia que Televisión Española montó, la publicidad y el ansia de un triunfo que se daba por sentado antes incluso que la propia Rosa pudiese pronunciarse al respecto. Y el bajón posteurovisivo le costó mucho a la genial intérprete que tuvo que renovarse, salir de mogollón, tomarse un descanso, y volver a renacer con éxito. Ahora dice que se siente ella misma, aunque creo que como a Massiel siempre se la asociará al fenómeno eurovisivo porque la sobrepasa, es inevitable. El público lo ha querido así.

El folclore que tanto han imitado los cantantes de este año en Kiev renació en Riga 2003 con Sertab Erener. Esa pequeña de estatura, pero enorme como cantante turca que dejó sin habla a los allí presentes, entre ellos yo misma que me quedé como muerta cuando vi la puesta en escena y el torbellino de voz de esta señora. Turquía conseguía la ansiada victoria perseguida sin suerte desde su debut con Semiha Yanki en 1975. Siempre optaron por los ritmos con sabor a folclore turco y nunca eran reconocidos en los votos excepto en 1997 cuando con Sebnem Paker a los jurados europeos se les encendió la lucecita y les dio por votar a los turcos y colocarlos terceros en la tabla, inédito hasta ese momento. Menos mal, después de tragar tantos sinsabores parecen haber conseguido su puesto en el Eurofestival que precisamente busca la efectividad, el sonido y el colorido que va ofreciendo año tras año esta delegación. Están de moda, como antaño lo estuvo Irlanda, el Reino Unido o Francia.

Si el número de los velos, las odaliscas y demás de la turca en el 2003 supo a poco, la ucraniana de 2004, Ruslana, nos trajo las danzas de los Cárpatos con su “Wild dances”. Eran ritmos casi tribales con bailarines fornidos del gusto eslavo, mucho salto, taconazos, golpe de melenas a lo salvaje y ritmo pegadizo. Ganó con el récord de puntos hasta el momento, 280. Una barbaridad, aunque teniendo en cuenta el derroche de medios está en la justa medida. Dicen que en los ensayos hasta rajaron la pista. Eso es poner ganas, lo demás son tonterías. Nadie pudo esa edición con una canción que había estado en la semifinal, pero que en España ya sabíamos de su portento por aparecer en “Destino Eurovisión 2004”. Nos dejó sin habla a los que lo presenciamos en directo. Ya pensamos que ella sería ganadora, el público puesto en pie lo vaticinó.

Siguiendo un poco la tónica de los timbales, este año Grecia ha optado por otro número de impacto con la experta Helena Paparizou con la que acabo esta saga de momento, porque de otras grandes señoras ya se comentarán cosas en mis seriales históricos. Ya gustó mucho en 2001 formando el dúo Antique y ocupando el tercer lugar con un tema moderno y fresco titulado “Die for you”. De momento me quedo con la victoria de Grecia en Kiev 2005, y sus bailarines que hacían el dibujo del número uno en el suelo en honor a la canción “My number one” cantada en inglés. Es un puesto merecido después de perseguirlo desde el debut en 1974, y ser como Turquía un país que sin olvidar sus raíces fue siempre mal tratado en los votos. Incluso cuando llevó algún tema de una calidad supina fueron ignorados. ¡Qué le vamos a hacer, esto funciona así!, ahora les ha tocado las mieles a ellos, a ver si España encuentra la pista, porque cuando parece que la tenemos empezamos a dar el bajón y somos como el Guadiana, que a veces ni se nos ve…

Reyes del Amor 31/05/05

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