Sobrevivir en Atenas (Segunda parte)

Queridos eurociegos, anteriormente habíamos iniciado un repaso por Atenas la próxima sede del Eurofestival. Pese a tanta negrita en la primera frase, continuaremos con este repaso breve de las maravillas turísticas que la capital griega atesora para los eurofans sedientos de cultura, filosofía e historia. Si en la pasada edición comentamos aspectos generales de la […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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Sobrevivir en Atenas (Segunda parte)

Queridos eurociegos, anteriormente habíamos iniciado un repaso por Atenas la próxima sede del Eurofestival. Pese a tanta negrita en la primera frase, continuaremos con este repaso breve de las maravillas turísticas que la capital griega atesora para los eurofans sedientos de cultura, filosofía e historia. Si en la pasada edición comentamos aspectos generales de la vida griega y de lo que conviene comer, hoy entramos de lleno en los museos y monumentos más turísticos.

Comenzamos nuestro recorrido por el Ágora, a la sombra de la colina más famosa de Atenas que comentaré más tarde. El ágora es el primer centro comercial de la historia. Era la plaza de mercado y de reunión de las instituciones públicas de la época clásica. Por aquí pasaron nombres tan ilustres como Sócrates, Esquilo, Eurípides, Pericles, Temístocles, Platón, Aristóteles, Fidias… aunque los restos son mayoritariamente de la época romana.

En el Ágora se conservan numerosos monumentos. El principal de ellos es la Stoa de Átalo, una galería comercial de dos pisos donde actualmente se sitúa el Museo del Ágora. En sus orígenes albergaría probablemente varias tiendas, y se encuentra junto al Templo de Hefesto, que es el templo de la época de esplendor ateniense mejor conservado, todo lo que se observa es original, no proviene de restauraciones, lo que permitió que estuviera en uso como iglesia hasta 1834, lo cual dice bastante de la pericia constructiva de los clásicos.

El resto de construcciones del ágora está en estado ruinoso, pero aún así merecen la pena ser contempladas: Metroon, Beleuterio y el teatro del ágora. De este espacio hoy ruinoso partía la Vía Sacra, que conducía hasta la Acrópolis. Durante la Fiesta de las Panateneas (fiesta patronal de la ciudad clásica) esta vía se convertía en una gran procesión.

LA ACRÖPOLIS
Es el mayor monumento nacional griego, y en lo alto luce la bandera del país. Sólo se puede entrar por la cara oeste, pues las otras tres son escarpadas paredes de piedra. En el recinto está prohibido comer, así que si planeáis algo campestre deberéis buscar otro destino (os recomiendo los Jardines Nacionales). La cumbre de la Acrópolis mide 320×156 metros, y por su fácil defensa fue usada como fortín a lo largo de toda la historia, pero hoy en día es un foco cultural en plena restauración.

En los últimos años de dominio turco, era una parte viva de la ciudad, con palacios, establos, jardines… incluso en Partenón era una mezquita de acceso público. Pero en una guerra contra los venecianos, el nombre monumento, usado como polvorín, explotó quedándose tal y como lo vemos hoy (aunque en ello también colaboró Lord Elguin, quien se llevó todo lo que le interesó al Museo Británico).

Pero vayamos por partes. La primitiva Acrópolis estuvo edificada en madera, y fue destruida por los persas. Cuando la ciudad consolidó la primera democracia de la historia, Pericles inició un ambicioso proyecto de reconstrucción que pudo desarrollar a lo largo de los 30 años en los que era elegido contínuamente para realizar cargos públicos.

Los Propíleos es el primer edificio que se visita. Son la entrada tradicional al recinto sagrado. Probablemente sirvieron de alojamiento de peregrinos. Son asimétricos, algo inusual en el arte griego, una de sus alas en superior a la otra en tamaño. Si ambas fueran iguales, los Propíleos se hubieran fagocitado el Templo de Atenea Niké.

Un poco antes de las Guerras del Peloponeso se construyó otro templo asimétrico, el Erecteion. Es asimétrico debido a su uso, ya que en él se adoraba a múltiples deidades. Es famoso por las Cariátides, las columnas con forma de mujer. Las que se ven en el templo son unas copias, ya que las originales están en el Museo de la Acrópolis, para conservarlas mejor (bueno, Elguin se llevó una al Museo Británico…).

Por último, la joya de la corona: el Partenón. Es el mayor templo de la Acrópolis, y sin duda uno de los más famosos. Existen numerosos estudios artísticos que explican que Ictino y Calícrates fueron sus arquitectos y que lo dotaron de curvas y deformidades para corregir los defectos de la vista y se viera como un edificio perfecto. Pero no os aburriré con eso. El edificio se construyó en apenas 15 años, pese a sus colosales dimensiones, con mármol del monte Pentélico, en las cercanías de Atenas, cuyas canteras aún se explotan hoy en día.

Técnicamente, en sus orígenes no fue un templo, ya que en la época clásica nunca tuvo un altar. Era, más bien, una enorme caja fuerte que protegía el tesoro de la ciudad, junto con la gran escultura de oro y marfil de Atenea obra de Fidias. El templo y la estatua costaron 20 toneladas de oro, que parece mucho, pero la ciudad de Atenas recibía cada año 11 toneladas de plata como impuesto de otras ciudades de Grecia.

Con esta construcción, la ciudad quería demostrar su poder, su superioridad técnica, intelectual y económica. ¿Estará su organización del Festival a la altura? Yo creo que sí. Además, ya queda mucho menos… El 17 de mayo comentaremos los últimos tesoros turísticos de Atenas, para los rezagados que aún no estén en la capital griega.

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