SEGUNDO CAPÍTULO DE LOS GRANDES GALANES DE LA HISTORIA DE EUROVISIÓN. De Daniel Popovic a Jónsi.

Como prometí en la pasada columna seguiré con los otros 29 grandes galanes y que van del yusgoslavo Daniel Popovic y su “Dzjuli” de 1983 a Jónsi por Islandia en 2004. Alguna persona dijo que porque me dejé a Gèrard Lenorman, y le contesté en su día. Para mí es una estrella extraordinaria de la […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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SEGUNDO CAPÍTULO DE LOS GRANDES GALANES DE LA HISTORIA DE EUROVISIÓN. De Daniel Popovic a Jónsi.

Como prometí en la pasada columna seguiré con los otros 29 grandes galanes y que van del yusgoslavo Daniel Popovic y su “Dzjuli” de 1983 a Jónsi por Islandia en 2004.

Alguna persona dijo que porque me dejé a Gèrard Lenorman, y le contesté en su día. Para mí es una estrella extraordinaria de la canción francesa, pero quizá cuando fue a Eurovisión ’88 con “Chanteur de Charme” estaba algo pasado de moda. Su época de esplendor fueron los sesenta y setenta, cómo sabréis por la biografía que publiqué en esta web hace algún tiempo. Aunque sigue siendo un personaje de “culto” dentro de la chanson en Francia, y está como uno de los grandes de todos los tiempos. Es algo así como si Raphael hubiese vuelto a Eurovisión en los noventa. Quizá tampoco le hubiera incluido porque se trataba de resaltar el momento álgido de las carreras de cada uno. En fin, para que no haya discusión, a la lista de los 58 he añadido a otros 12, que aunque no los tuve en cuenta sí reconozco que actuaron como nadie el día que fueron a Eurovisión. Por eso los nombraré antes de empezar.

Eamonn Toal (Irlanda 2000), Gérard Lenorman (Francia 1988), Toto Cutugno (Italia 1990), Ronnie Carroll (Reino Unido 1962 y 1963), Yannis Dimitras (Grecia 1981), Gerard Jöling (Holanda 1988), Tüzmen (Turquía 1998), Thosmas Fortsner (Austria 1989, porque sobre la actuación de 1991, mejor correr un tupido velo), Serge Lama (Francia 1971), Louis Neefs (Bélgica 1967 y 1969), Jean Gabilou (Francia 1981) y André Claveau (Francia 1958). Todos fueron grandes estrellas, experimentadas cuando fueron al Festival y con muchas tablas a sus espaldas. Sus actuaciones son memorables y también forman parte de la historia de Eurovisión, como no. Yo no les olvido tampoco. Con eso suman 70 señores de postín.

Y ahora vamos con 29 que me faltaban:

Según José Miguel Ullán, nuestro comentarista de 1983, el yugoslavo Daniel Popovic “parecía diseñado por algún modista italiano”, tan rubito, con ojos de ensueño, y ropa a la última. ¡Ay ese vaquero blanco ajustado y cazadora azul!. Además meneaba la cadera con salero y una gracia balcánica que debo reseñar. Era fan declarado de Elvis Presley. Las chicas del coro, entre ellas Isolda, que estuvo en Eurovisión ’82 y volverá en el ’84 junto a Vlado, otro guapetón más que añadir a la lista, estuvo estupenda mirando a cámara con el baile más tonto del mundo, eso sí muy minifalderas y llamativas. El tema “Dzuli” o “Julie” se hizo un hit parade en Centroeuropa porque además las emisoras de radio alemanas ponían el tema a cada momento antes del Festival, según Ullán. Esa promoción le sirvió de mucho porque fue cuarto con 125 puntos, uno menos que Carola que representó a Suecia. Además, tras Corinne Hermès, fue el que más doces tuvo, cinco en total. Todo un exitazo, aunque los críticos musicales le pusieran a caer de un burro por considerar a este tema un producto “festivalero, banal, cursi y estúpido”. En fin, hay gustos para todos y el tema era de un pegadizo tremendo, qué le vamos a hacer.

En el mismo Festival que Popovic estaba Riccardo Fogli por Italia. Pero este sí era elegante. El que fue flamante esposo de la rubia platino Patty Bravo estuvo en Eurovisión con el tema, “Per Lucia”. Se trata de una balada romántica de corte italiano y sabor de calidad a la que Italia no renunciaba nunca. Estaba algo nervioso en su actuación y cuando terminó dio un suspiro y se sintió aliviado por haber terminado el tema con una ejecución envidiable. Aunque quedó undécimo empatando con Ami Aspelund y su “Fantasiaa”, la canción tuvo bastante éxito posterior y es otro tema preciso de Eurovisión.

Gary Lux se hizo un especialista y habitual de este Certamen en los años ochenta. Nació en Canadá y era Ingeniero de Telecomunicaciones afincado desde muy joven en Viena. Estuvo en el grupo Westend en 1983, como coro de Anita en 1984, y como solista en 1985 y 1987. Pasó por Eurovisión sin suerte, más bien quedó mediocre en las puntuaciones. Pero sus actuaciones como solista en 1985 y 1987 demostraron que era un extraordinario cantante. Sobre todo cuando llevó “Nur noch gefühl” a Bruselas. Aunque sólo obtuvo ocho votos y fue antepenúltimo, quizá estaba demasiado tenso en la ejecución del tema, la canción era de una gran exquisitez. Preciosa es la palabra con la que la definiría, una balada de calidad que los jurados no entendieron. Parece mentira que ese año temas horrorosos como el de Suecia, Israel o Chipre quedasen mejor, pero eso pasa cada edición. Con Gary cometieron una injusticia. En cambio la canción con la que actuó en Göteborg ’85 no era tan buena, pero sí más pegadiza. Lleva mensaje infantil, un canto a los niños del mundo. Consiguió el octavo puesto y 60 votos, la mejor posición obtenida por este cantante en todas sus participaciones.

La treinta edición de 1985 estuvo llena de temas de calidad como es el caso del francés Roger Bens y su canción “Femme dans ses rêves aussi”. Además de tener una voz estupenda la letra tenía componente feminista. Estaba dedicada a las mujeres. Si unimos eso al encanto propio de Roger que miraba a cámara con ojos de misterio, ya nos convence del todo. Recibió pocos votos para la valía del tema, 56 y el décimo lugar. Lo cierto es que los jurados votaron temas más festivaleros y dejaron descolgadas a las grandes baladas.

Ese año estuvo cargado de guapos de nivel diez, con ropa colorín, moda de los ochenta, que tenía ese componente coquetón donde los hombres ya se atrevían a lucirse un poco más ante las cámaras eurovisivas. Pero también estaba la sobriedad como la que llevó el griego Takis Biniaris. Con camisa blanca y pantalón negro, barba y pelo largo rubio tenía el aspecto de los griegos arrebatadores de los anuncios de alguna comida apetitosa de ese país. En un momento parecía que nos iba a bailar un sirtaki. Pero no amigos, cantó con voz entrecortada por la emoción y muchos nervios “Moiázoume”. Lo pasé mal desde el sofá de mi casa cuando veía como le temblaba el micrófono y el labio superior. Hijo qué trago, con lo bien que cantó. Quizá al salir el último estuvo reteniendo los nervios hasta el final y eso le jugó una mala pasada. Esta balada es de las mejores de las presentadas por Grecia en Eurovisión.

Saltamos al año 1988 y en esa edición remarco la presencia de un auténtico crooner, el rubio y tremendo Scott Fitzgerald por el Reino Unido. Con el tema “Go”, absolutamente precioso, no pudo con la garra y la fuerza de una joven Céline Dion. Esta ganó por un sólo punto al escocés nacido en Glasgow. Scott era un ídolo en su país por tener una carrera muy extensa de éxitos antes de ir a Dublín. Fue una votación de infarto. Céline con lágrimas en los ojos veía como se le escapaba el Festival en la última votación del jurado yugoslavo que le dio un 6, temiendo que al Reino Unido diera más. Pero no, no le votaron y así ganó la canadiense representante de Suiza. Este final fue idéntico a la de 1968 con la pugna entre Massiel y Cliff Richard. Scott Fitzgerald se lo tomó con deportividad porque esta delegación estaba especializada en los segundos puestos, y los que le quedaban.

Si Fitzgerald tenía el atractivo de los nórdicos, Lucca Barbarossa lo tenía al más puro estilo mediterráneo, un morenazo de ceja poblada y barba de dos días. Nuestra comentarista, Beatriz Pécker, dijo que le recordaba a Joaquín Sabina, pero no creo que lo dijese por su aspecto, sino más bien por la voz. Tenía esa ronquera típica de Sabina, salvando las distancias. Lucca Barbarossa había sido tercero en San Remo ’88 con “L’amore rubato”, un año en que ganaron otros eurovisivos, Toto Cutugno fue segundo y Massimo Ranieri primero. Pero escogieron a Barbarossa para Dublín ’88 con “Ti scrivo”, balada de corte moderno y sabor muy mediterráneo que podía haber estado firmada por cualquier cantautor español también. El tema es bueno, pero la ejecución pecó de sosa y al final los arreglos le hicieron una mala pasada cortando el remate de la canción de sopetón. En fin, Italia se colocó en el puesto doce con 52 votos empatando con el sueco Tommy Körberg que había vuelto a Eurovisión después de 19 años.

Suecia para la edición de 1989 buscó a un cantante experto, pero más joven que el del año anterior. Se trata del altísimo y delgado Tommy Nilsson. Llevó el aspecto de los cantantes de Europe, pelo largo y rubio con un estilo que parecía heavy pero edulcorado para Eurovisión con traje de chico mono. La voz estuvo genial. Tommy cantó de poner los pelos de punta el tema “En dag” –Algún día-. Se llevó a los jurados de calle. Estaba entre los favoritos y consiguió 110 votos y el cuarto puesto. Por un punto no igualó a la danesa Birthe Kjaer que había escogido un tema, según nuestro comentarista “algo berbenero”. Lo cierto es que Nilsson podía haber ganado esta edición con creces si tenemos en cuenta que los vencedores fueron el conjunto Riva con el tema más tonto de la década. Entre el sueco y el grupo británico Live Report liderado por Ray Carvana, no había color con los yugoslavos. Otra vez se cometía una injusticia tremenda porque precisamente ese año había canciones muy buenas.

Nino de Angelo llevó otra balada, quizá más floja que la de Nilsson ese año. El tema “Flieger” o “Voladores” no consiguió la plaza esperada a pesar que Nino era una estrella mediática de la canción en Centroeuropa. En 1984 fue número uno con “Valle del Edén”. Según nuestro comentarista, Tomás Fernando Flores, Nino “se cortó el pelo para ir a Eurovisión” y realmente estaba guapo. Además todos conocemos la voz tan bonita que tiene, si encima lleva unos autores de renombre como Joachim Horn-Bernges y Dieter Bohlen, excomponentes del dúo Modern Talking, es una buena nómina para alzarse con el primer premio, pero quedó decimocuarto. Los mismos autores también compusieron ese año el tema de Austria que cantó excelentemente Thomas Forstner, “Nur ein Lied” y fue quinto.

Sergio Dalma (Josep Capdevilla) era un chico tímido cuando fue a Eurovisión 1991. Pero todos sabíamos o pensábamos que podía traerse la tercera victoria para España. Tanto la crítica como el público le daban por seguro ganador. Le pasó como a Raphael en los sesenta. La presentadora Gigliola Cinquetti presentó a España “como el alma latina de Eurofestival”, y Toto Cutugno dijo de Sergio que “era como él de joven, más guapo eso sí”. Dalma quedó cuarto con 119 votos, la mejor puntuación desde Mocedades. Tuvo dos doces pero le fallaron los italianos que tanta garantía de triunfo le daban antes de Festival. Se comenta que Sergio y los autores se negaron a cambiar el título de la canción para la Gala. Los organizadores querían que se titulase “Ballare Stretti”, en lugar de “Bailar Pegados”, que a ellos les sonaba mal. Ante la negativa, los rumores que corrieron por entonces, dicen que el jurado se negó a votar el tema español. Pero dejemos este tan sólo como algo anecdótico ya que es difícil de contrastar después de tantos años. Lo cierto es que Sergio Dalma tuvo un éxito sonado en Europa, y después en América y se lanzó al estrellato. Lo de ganar pasó a un segundo plano ya que este tema fue el que más le dio y catapultó a la fama.

Hace poco se ha publicado la biografía de Michael Ball en esta web de donde podéis sacar más información sobre su la carrera artística de este gran divo de la canción británica. Su debut en la escena teatral fue en 1984 y su participación en Eurovisión en 1992 con el tema “One Step Out Of Time”. Quedó en segundo lugar. Era favorito como la ganadora Linda Martin o la maltesa Mary Spiteri que ocupó el tercer lugar. Como dijo Uribarri, “se notaba la profesionalidad de este intérprete en escena”. Salió con un traje muy elegante, con un estilo muy depurado y atrayendo a la cámara con gestos sexys y movimientos sensuales. Desde luego además de cantar bien, el chico sabía que tenía muchas posibilidades escénicas que explotó muy bien para llenar el escenario como nadie. Un diez para Ball, es uno de los mejores intérpretes masculinos de la historia de Eurovisión.

Tony Wegas (Anton Sarcusi) de origen húngaro dio un exotismo que se acercaba a la elegancia extrema en el vestir. Lucía las chaquetas de traje como nadie, en 1992 azul y en 1993 roja. Su pose ante la cámara era muy convincente aunque no tenía la soltura de Ball. Pero como el tema que representó ese año a Austria era excelente, por poco que hiciera iba a gustar. “Zusammen Gehn” fue décimo y obtuvo un 12 del jurado irlandés que tanto ama las baladas como esta. La delegación austríaca volvió con los autores de 1989, los antiguos Modern Talking que componían temas estupendos, no siempre con el mismo éxito en los votos, pero sí recibiendo muy buenas críticas. Wegas volvió a la edición de 1993 en Millstreet con una canción muy pegadiza, “Maria Magdalena”, donde destacaban unos excelentes coros. Quizá este tema, más frívolo quiso cambiar el estilo de Tony Wegas para darle más fuerza, pero los jurados le penalizaron ya que sólo obtiene 32 votos, 31 menos que el año anterior, y la decimocuarta plaza. Eso sí volvió a obtener un doce, ahora del jurado de Bosnia Hercegovina.

El francés nacido en Marsella pero criado desde pequeño en Córcega, Patrick Fiori fue un hallazgo en Eurovisión ’93. Su tema “Mama Corsica” es de aquellos que hacen moverse al ritmo del himno de la melodía. Tema totalmente rotundo gustó mucho a los jurados y al público irlandés que le dio una gran ovación. Está dedicado a su patria chica, con cierto toque nacionalista que incomodó algo al centralismo francés. Fue cuarto, pero podía haber ganado perfectamente porque la interpretación se sostenía por sí sola para la victoria. Si encima ponen unos buenos coros y sabor mediterráneo, más para que adore esta canción. También de Patrick tenemos la biografía publicada en esta web. Es moreno, guapo y buen cantante. Enamoró a la eurovisiva Lara Fabian durante un tiempo y también nos enamoró a los que ese año le pudimos ver.

Croacia llevó una balada intimista en 1994 puesta en la voz de Tony Cetinsky. Este chico se hizo un rapado en el pelo considerable. Vistió con elegancia a la par que moderno, pendiente incluido. Pero le faltaba soltura al interpretar un tema que ya de por sí funciona bien con poca intención que le pongas. Quizá los nervios le fallaron a la hora de la verdad. Con todo, cada vez que miraba a cámara era bastante atrayente porque ponía ojos de ternura, que a la canción le venían muy bien. Fue decimosexto con 27 y gracias a que el jurado de Eslovaquia le dio un 12, sino el pobre habría quedado tres puestos más abajo. Sinceramente no lo merecía.

A Jan Johansen le pusieron el título de guapo oficial de Eurofestival de 1995. Lo compararon en la voz a Sting y entre tanto halago el chico estaba que no entraba en la chaqueta. Iba de cuero negro, pelo medio sin peinar y ojos claros y entornados. Era ese tipo de galán que vuelve locos a muchas y muchos, porqué no decirlo. A mí no me mató, yo estaba sólo pendiente ese año de la actuación de Anabel Conde. Qué desilusión cuando no ganó y fue segunda, por lo menos adelantó en el marcador al “guapetón oficial”, que fue tercero con 100 votos. Algún año más Jan ha estado a punto de volver a Eurovisión y no es de extrañar verle de nuevo porque está en plena forma diez años después.

Al que sí veremos este año es al chipriota Constantinos Christoforou que ya se estrenó en 1996 con una balada de elite como yo digo. Sí señor, cantó “Mono gia mas” con un romanticismo inusual en la segunda mitad de los noventa. Encima vistió con traje rococó, peinado con mucha gomina que a pesar de tener sólo 19 años parecía alguno más. A la presentadora noruega Ingvild Bryn le encantó y eso que a su lado tenía a otro más guapo si cabe, el componente del grupo A-ha, Morten Harket que también presentó esa edición. Hija entre tanto, no sabría qué elegir, bueno esto es tan sólo un guiño como el que ella dio a la cámara para tirarle “los tejos” a Constantinos. Ese año fue noveno. No conforme volvió en el 2002 con imagen distinta, más reivindicativa según algunos, o más moderna según otros. Ya sabemos todos por donde van los tiros. Pero Constantinos no salió solo. Se acompañó de otros cuatro fornidos chipriotas y griegos para componer el conjunto ONE que adelantó en los votos a nuestra Rosa. Ganó tres puestos respecto a su anterior actuación. Y cómo su éxito es posible que se cobre al alza, este año en Kiev, probablemente en solitario, puede que gane y le pase como a Udo Jürgens, que a la tercera fue la vencida. Lo que sí sabemos de él es que es un gran eurofan que se sabe casi todos los temas de Eurovisión de memoria y adora a Anna Vishy. La afición puede mover masas y más cuando se cree en algo fielmente. ¡Suerte Constantinos!.

Del mediterráneo volvemos al norte en 1998, porque si una imagen dice mucho de una persona no cabe duda que Lars Frederiksen es la viva estampa de la belleza nórdica. Es rubio, de ojos claros impresionantes y modernísimo. Además de buena voz, su tema llevó el ritmo que tanto gusta en Escandinavia. Ocupó una buena plaza con “Alltid sommer”, octavo. Y pensaron que era séptimo. Pero como el jurado español se equivocó al dar el televoto le restaron un puesto para ganarlo el más espantoso de la noche, Guildo Horn. En España nos empezaba a gustar “lo distinto”.

Un chico de Chipre con tan sólo 20 años fue otra voz privilegiada a la par que un cantante con mucho magnetismo. Hablamos de Michalis Hadjiyiannis que llevó una balada de fuerza melódica titulada “Genesis”, muy mediterránea. Las voces de los solistas mediterráneos no dejaban indiferente a nadie. Cada año hemos visto como Grecia, España, Italia, Francia, Chipre o Croacia cuando ha llevado cantantes masculinos y baladas se han podido lucir. Pero los votos no van por ahí, y en este caso como en otros, el guapo y sensible chipriota Michalis se quedó con dos palmos de narices al ver qué sólo obtenía 37 puntos y el undécimo puesto a gran diferencia de los puestos de cabeza que acapararon todos los votos dejando miserias para los demás.

Goran Karan, confeso seguidor de la religión budista, representó a Croacia en el 2000 con una balada estupenda titulada “Ostani”. Aunque le sobraba el happening que montó la bailarina que le acompañó con traje reversible. Era como una imagen muy pictórica porque de la deformidad bajo una tela salía una chica muy guapa y rubia. El tema de Goran no necesitaba el numerito de turno al que se sometían algunas delegaciones para impactar más a los jurados, porque ya tenía la suficiente consistencia como para gustar. Además, Karan tenía una imagen bastante atractiva, pelo largo y un traje de estilo romántico muy bonito. Quedó noveno con 70 puntos. A mi entender es una de las mejores canciones que ha llevado Croacia, y por si algunos le echan de menos este año se presenta como finalista en el DORA croata con el tema “Bijele zastane”, según fuente de nuestros amigos de oikotimes.com y esctoday.com. A ver por donde van los tiros porque el chico apunta alto, pero también están en la lista la eurovisivas Danijela, Vesna Pisarovic o el grupo Magazin.

Pasamos al 2001 y con uno de nuestros más queridos cantantes, el simpático y excelente artista turolense David Civera. Era el primer año que un “mañico” o aragonés nos representaba en Eurovisión. Y lo hizo con gracia y salero que le valió para quedar sexto en la clasificación general lo que nos hacía destacar después de años de sequía. España retomaba el gusto por Eurovisión y se interesaba en que los cantantes tuvieran eco tras el Festival como en los años sesenta. El programa de preselección donde salió escogido David Civera con “Dile que la quiero” de otro eurovisivo, Alejandro Abad, fue todo un éxito de audiencia. En el 2002 empezaría el fenómeno Operación Triunfo, pero eso es ya otra historia.

Parece que el 2005 será el año de los “repetidores” si salen elegidos la infinidad de antiguos eurovisivos que se presentan por todas las delegaciones. Tenemos al turco Sedat Yüce, que puede ser candidato para Kiev. Ya estuvo en el 2001 en Copenhague con una balada de calado. Cantó con elegancia y exquisitez “Sevgiliye son”. Vistió de blanco inmaculado, mucho fijador extrafuerte en el pelo, y mirada de chico arrepentido por una mala pasada en el amor. En fin, todos los ingredientes de la canción romántica de antaño, a la que si añadimos un piano tocado magistralmente, ya nos convence del todo. Obtuvo 41 votos y la undécima posición. Pero en Turquía fue un éxito y el chico siguió triunfando.

Manuel Ortega, de padre sevillano, representó a Austria en el 2002 con la pegadiza y rítmica “Say a world”. Dijo nuestro comentarista que estuvo algo mal de salud durante la semana de ensayos, una gripe repentina, que no pareció mermar su actuación de la noche en Tallinn. Es de aspecto mediterráneo, delgado y fibrado podía ser la locura de las y los carpeteros en nuestro país. Tenía un cierto toque juvenil, buena voz y expresión comunicativa ante la cámara. Pero no fue votado suficientemente y quedó decimoctavo con 26 votos. No se entiende que la espantosa SAGAPO quedara un puesto por delante de Ortega. En eso tiene mucho que ver el jurado chipriota que aun siendo una porquería de canción, voto 12 a Grecia.

En el 2003 en Riga sorprendió la gran balada que llevó Noruega con el rubio con cuerpo de top model, Jostein Hasselgard. Cantó sentado al piano “I’m not afraid to move on” y fue cuarto con 123 puntos. Comentan algunas personas que estuvieron en Riga que no estuvo al cien por cien durante la semana de ensayos, atraído más por las fiestas que se iban organizando las distintas delegaciones. Ni él mismo se creía el día del Festival tras los votos que quedara cuarto. Pero la canción es muy buena, y yo que le conocí personalmente me comentó que se sentía muy contento de haber participado en Eurovisión porque es un gran seguidor del evento. Tras su actuación se hizo un buen homenaje en la fiesta que precedió al Festival, estaba lleno de gozo tras su clasificación y ese merecía un brindis, cómo no.

Stelios Constantas también estaba muy emocionado por ir a Eurovisión 2003. Riga fue una ciudad que organizó el Festival estupendamente y mimó mucho a los participantes, os lo puedo asegurar. Además que tenían el hotel, de lujo, el más lujoso de la ciudad cerca del Skonto Hall, les hicieron un montón de fiestas y la discoteca que había debajo del hotel no cerraba en toda la noche. Menudos bailes se pegaron los eurofans acreditados con algunos de los participantes durante la semana. Compartieron copas e impresiones y quedaba todo como muy familiar para ser un evento de tales características. El chipriota cantó un tema que por la melodía nos recordaba al de Beth, pero luego se desarrollaba distinto. Stelios escogió traje blanco, pero no estaba tan arrebatador como en el vídeo de promoción de su canción. Lástima que el pobre al final sólo consiguiera 15 puntos y quedase en la plaza veinte y gracias al jurado griego que le dio 12, sino hubiera obtenido tres puntos, qué horror. Pero no se lo tomó mal, todo lo contrario, fue otro de los que tras el Festival se fue a celebrarlo a lo grande.

El pasado año, en Turquía, hubo mucho galanes en escena con distintos estilos. Fue un Festival de hombres que al final ganó una mujer, como tantas veces. He escogido a cinco, pero podían haber sido seis u ocho. Entre ellos nuestro Ramón, Jonatan Cerrada o el israelita David D’Or. Pero me quedo con los otros quizá porque tienen un poso más profesional en escena, algunos de una madurez enorme como el serbio Zeljko Joksimovic que también gustó a los jurados. Fue segundo tras Ruslana, con 263 puntos. No está nada mal para ser el debut de este país en Eurovisión. El tema “Lane moje” es una balada de una calidad extrema, que cuánto más la oyes más te gusta, y yo soy de las que no confiaba mucho en esta canción cuando la escuché por primera vez, pero después me convenció tanto que pensé durante los votos que ganaba. Y es que ya le tocaba a un hombre porque desde 1990 con Toto Cutugno no lo ha conseguido en solitario. Sí han ganado dúos masculinos en 2000 y 2001 pero no es lo mismo.

Y con él llegó el escándalo, sí queridos, el gimnasta griego Sakis Rouvas fue arrasando porque sabía que sus posibilidades eran muchas. Elegido expresamente por la televisión griega para dar también publicidad a las Olimpiadas de Atenas que se celebraban ese verano, el adonis Sakis se pegó un baile en Estambul de los que hacen historia. Incluso dio una voltereta para atrás que demostraba su buen estado físico. Dos chicas le arrancaban la chaqueta para enseñar musculamen al son del “Shake it”. Él que se había visto en espejo sabía lo “bueno” que estaba y por lo menos le iban a llover votos. El tema además era pegadizo y cantado en inglés, con alguna frase en español tenía muchas posibilidades para ser la canción vencedora. La coreografía era muy sugerente y por eso, unido a todo lo demás fue tercero con 252 puntos. Tanto él como el serbio ya arrasaron en la semifinal, y eran favoritos junto a vendaval ucraniano que nos trajo Ruslana. Y así quedaron, los tres primeros puestos, no había más cáscaras. Tres países semifinalistas fueron los destacados.

Ivan Mikulic, algunos no están de acuerdo conmigo, es otro chico que cantó muy bien y pasó de la semifinal a la final con una balada titulada “You are the only one”. Es tenor de profesión y había corrido mucho escenarios de la Europa del Este. Por eso tenía un gran carisma escénico, pero no pudo elevar la voz a como un tenor porque estamos en Eurovisión, y eso ya no se lleva. Con el circo del maltés ya hubo suficiente. Ivan Mikulic tiene el aspecto físico misterioso y fusionado de los balcánicos. Desde luego Croacia llevó a un buen representante, aunque mucho criticaron una cierta bisoñez ante la cámara, pero para nada, porque este señor era ya muy experto.

James Fox había sido coro de la ganadora de Eurovisión ’69, Lulu, estrella de fama internacional salida del Reino Unido. Este chico, que sudó algo en escena, cantó un tema muy convencional del más puro estilo anglosajón, “Hold on to our love”, donde se podían lucir los arreglos instrumentales de cuerda. A mí me gustó mucho, pero no a los jurados que volvieron a castigar al Reino Unido con dejarlo en el vagón de cola. Pero no fue ni mucho menos el desastre del 2003 con el famoso cero, el único del Reino Unido en su historia eurovisiva. Fox tuvo 29 puntos y fue decimosexto. Con todo tampoco esa plaza es habitual para un país que ha ganado cinco veces y otras quince ha sido segundo.

El rubio Jónsi cierra esta lista, que espero no haya provocado la controversia, he intentado ser imparcial y buscar cantantes variados, eso sí carismáticos todos a pesar de su clasificación. La mayoría obtuvieron buenas plazas, otros no, pero eso no desmerece su actuación. Islandia buscó en el 2004, como viene haciendo los últimos años un cantante que tuviera éxito en su país. El caso de Jónsi es este. El chico además de cantante es actor musical. Pero en tres minutos las tablas no se demuestran y algunos cantantes se sienten cortados ante el impacto del escenario eurovisivo. Con todo Jónsi cantó un tema de amor al uso, bastante bueno, que no destacó entre el montón de canciones románticas que hubo esa noche. Fue decimonoveno con 16 puntos. Y eso que el chico, además de guapo es muy simpático. Un amigo mío le conoció en Estambul, y me ha comentado que además es un amor como persona, increíblemente afable. Pero eso no se ve sólo en una canción.

Esta ha sido la historia de algunos señores en Eurovisión, 58 o 70, pero son más. Cuando haga el artículo de las mujeres también tendré que dejarme a muchas. Buscaré el mismo esquema, 58 señoras estupendas, pero sobre todo de voces brillantes. Mientras, esperamos qué pasará con nuestra participación para el 2005, que parece el misterio de la sopa de ajo. Chicos, tranquilos que todo llega.

Reyes del Amor, 30 de enero de 2005

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