ORGULLOSOS DE PASTORA SOLER QUE DEBE MARCAR UN ANTES Y DESPUÉS

Ya sé que muchos de nosotros tenemos, minutos después de acabar el Festival, la tentación de tener un sentimiento un tanto amargo. Y es curioso porque hubiéramos firmado este décimo puesto hace quince días aunque el excelente trabajo de nuestra Pastora Soler en la semana eurovisiva nos había embargado de emoción y de la ilusión […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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ORGULLOSOS DE PASTORA SOLER QUE DEBE MARCAR UN ANTES Y DESPUÉS

Ya sé que muchos de nosotros tenemos, minutos después de acabar el Festival, la tentación de tener un sentimiento un tanto amargo. Y es curioso porque hubiéramos firmado este décimo puesto hace quince días aunque el excelente trabajo de nuestra Pastora Soler en la semana eurovisiva nos había embargado de emoción y de la ilusión que teníamos perdida hace años.

 

Pastora Soler ha estado magnífica, eso conviene decirlo como punto de partida. No existe ningún reproche a su actuación, todo lo contrario. Bien plantada en el escenario, buscando la complicidad de la cámara, con una voz portentosa a la altura de lo que nos tiene acostumbrados esta sevillana, una maravillosa realización televisiva que sacó partido máximo a la actuación…

 

Pastora no lo tenía fácil. Presentaba una balada en un año en el que proliferaban este tipo de canciones, con rivales tan duras como Serbia, Albania, Estonia y Alemania que nos han superado en el tablero de votaciones más otras muchas que quedaron por detrás.

 

Lo tenía más complicado aún porque todos sabemos que en Eurovisión, influyen muchas cosas y una de ellas es la mala imagen que ha dejado nuestro país desde 2005. Se habla mucho de los vecinismos pero hay que subrayar también que determinados países se han ganado muy buena fama en los últimos años gracias a un trabajo serio. Eso explica por ejemplo el cambio de tendencia de Alemania que ya no baja del top 10 o de países, como Grecia o Turquia, nos gusten o no sus propuestas.

 

Es verdad que los vecinismos existen pero también es cierto que la victoria de Suecia ha estado acompañada de la casi unanimidad de todos los países. Una vez más se demuestra que la ganadora debe convencer a Norte, Sur, Este y Oeste. Y eso aún no lo hemos conseguido nosotros.

 

Pero además no podemos echar toda la culpa a los países del Este porque no nos han dejado ni un sólo voto países como Italia o Alemania, por ejemplo, al tiempo que países del Este o nórdicos sí han tenido ese detalle.

 

Lo único que me preocupa del vecinismo es que los jurados profesionales no parecen haberlo diluido. Mucho me criticaron algunos en la columna en la que analicé la primera semifinal porque me preguntaba dónde estaban esos jurados a la vista de los resultados. Y me lo sigo preguntando. Y no por haber apoyado propuestas alejadas de mis gustos musicales sino porque se supone que los jurados profesionales deberían evitar que todos los años Ucrania le de los 12 puntos a Rusia o Chipre a Grecia, o a la inversa. Ya sé que son humanos y también les influyen las simpatías pero si van a votar con las mismas motivaciones que cualquiera de nosotros, en el sofá de nuestra casa, no les necesitamos.

 

Dicho todo ésto, creo que debemos sacar pecho, sentirnos muy orgullosos porque hoy el nombre de España ha estado asociado a una maravillosa artista, a una interesante propuesta. Debemos sentirnos orgullosos porque hemos logrado un top 10 por primera vez desde 2004 y por lo tanto, no es una tarea nada fácil. Debemos estar agradecidos, como indicaba mi compañero Luka en su columna previa a la final, a la ilusión que nos ha proporcionado Pastora Soler y todo su equipo en los días previos. Esa ilusión debe marcar un antes y después en la participación de España en Eurovisión.

 

Debemos insistir en el camino que ha marcado TVE este año. Es decir, debemos apostar por grandes profesionales, con buenas composiciones, debemos ir probando géneros musicales y no estancarnos ahora en las baladas siempre. Más bien al contrario. Yo no soy enemigo de las baladas pero en España, se hace mucha y buena música que debemos mostrar a Europa, nos comprendan o no.

 

Si seguimos ese camino, los resultados llegarán tarde o temprano. Yo soy partidario de mirar hacia el futuro y no fustigarnos ahora por unos resultados que veremos en unos días que no son ni mucho menos tan terribles como creemos a estas alturas.

 

Pastora Soler siempre permanecerá en mi memoria y en mi corazón. No la conozco personalmente pero sólo están en ese lugar aquellas personas que en mi vida, han logrado emocionarme. Y ella lo ha conseguido, mis lágrimas brotaron en mis ojos como lo hacían en las pantallas led del escenario de Bakú. Con eso me quedo. Y además espero que quede en la historia de Eurovisión como la artista que cambió la idea que muchos tenían del Festival.

 

En cuanto a los resultados, tenemos una gran ganadora. La propuesta de Loreen es diferente, atractiva, con una puesta en escena de esas que hipnotizan. Es verdad que le ha pesado un poco el papel de favorita y no ha brillado tanto como en el Melodifestivalen pero eso sólo demuestra que es humana.

 

La segunda posición ha sido para las yayas rusa que insisto por enésima vez, tienen una larguíiiisima trayectoria musical en su país. Eso de que no son profesionales no es en absoluto cierto, llevan más de 20 años editando discos y particularmente famosos han sido sus versiones de los Beatles en ruso. Lo digo para que quede constancia, independientemente de que nos guste o no. Está claro que la canción era de lo peorcito del festival pero ¿acaso lo era la que presentó Verka Serduchka en 2007? ¿o es que siempre ganan excelentes canciones y voces? Esa es la magia de Eurovisión que la diversidad de público conduce a variedad de gustos. Y si en una radio comercial puede triunfar El Tractor Amarillo en España, ¿por qué iba a ser diferente el Festival?

 

Ya he subrayado que tras las dos primeras, un buen número de baladas han triunfado. Empezando por Serbia, Azerbaiyán, Albania y Estonia. Es raro encontrar tantas en los diez primeros puestos. Quizás aquí sí se note la mano de los jurados si no fuera porque cada cual ha arrimado el ascua a su sardina, como se dice vulgarmente.

 

La decepción que habían experimentado algunos con la puesta en escena de Italia puede estar detrás de una posición que es similar a la española pero que sabe tan amarga como la nuestra porque era favoritísima desde hace meses. A eso se suman, los desplomes del mítico Engelbert Humperdinck que vocalmente ha dejado mucho que desear, especialmente en el ensayo en el que votó el jurado, los Jedward o incluso, Mandinga. Quizás esos tres junto a Islandia pueden ser las grandes decepciones de esta final en cuanto a resultados.

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