MUSICALMENTE, A LA DERIVA

Año terrible para la música española. En 2011 ha padecido una debacle silenciosa, coherente con el suicidio que desde la década pasada ha rondado la industria nacional. Había un rumor de fondo, como motor rancio que mueve el barco hasta que este finalmente se encalla. Y incluso después de encallar, parece que aún sigue a la deriva. […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
IMAGENES WEB-03

MUSICALMENTE, A LA DERIVA

Año terrible para la música española. En 2011 ha padecido una debacle silenciosa, coherente con el suicidio que desde la década pasada ha rondado la industria nacional. Había un rumor de fondo, como motor rancio que mueve el barco hasta que este finalmente se encalla. Y incluso después de encallar, parece que aún sigue a la deriva.

Uno de los indicios, ideológicamente simbólico, fue el final abrupto de Operación Triunfo en el mes de febrero. La gallina de huevos de oro fue asesinada por sus productores, después de haberla torturado durante años. Los primeros años podría haber sido un programa prometedor, que popularizase y dignificase la música, aunque fuera desde un punto de vista más banal y mediático. Pero se atascó en lo fácil, pecó de ambición cortoplacista, una actitud que ruge en muchos empresarios españoles. Operación Triunfo se convirtió en una irritante máquina de hacer Bisbales, cantante que a su vez era una sombra retardada de Ricky Martin, y otras tantas chicas cada vez con menos color y sustancia. Sólo aquellos que se reinventaron fuera del programa han sobrevivido. La maquinaria de La Trenca exprimió el triunfo mientras vendía como rosquillas discos infumables con la cara estampada de una Rosa desorientada o un Bustamante manejable, títeres de sus asesores. ¿Será esto la música española, incapaz de producir algo más decente?

La cultura de lo fácil, lo machacón y lo espurio se unió con las nuevas tecnologías y la piratería. ¿Quién iba a estar dispuesto a pagar por comprar un disco soporífero, compuesto de deshechos musicales y sin el más mínimo interés de sofisticación? Con el éxito de Operación Triunfo había llegado una cresta en la ola de la música y no se supo aprovechar para valorar la música como arte, y sobretodo, preparar a seguir estar dispuesto a pagar por ella. ¿Acaso el que compró el primer disco de Rosa volvería a pagar por una estafa parecida? ¡Qué oportunidad perdida! Versiones a mansalva, improvisaciones y apaños de última hora, remixes con calzador: la música española ya padecía y las discográficas se limitaban a ponerle tiritas.

El golpe final, como en el tocado y hundido, llegó a la vuelta del verano. Sony Music Spain cerraba y se llevaban las oficinas centrales, las cabezas pensantes y las decisiones finales a Miami. Antes se dependía de la delegación Europa, con sede en Londres. Ahora somos un apéndice hispano, signo de lo que ya era una realidad: hasta los años 80, España era un faro musical, desde el cual se exportaban músicas que, como se solía decir, iban a “hacer las Américas”: desde Raphael o Nino Bravo hasta Mecano o Miguel Bosé. Pero a partir de los 90, Madrid dejó de ser la ciudad musical de referencia para artistas y productores y el mando pasó a Miami, tras su eclosión como capital cultural de Hispanoamérica. La influencia de Miami llega al punto que a estas alturas en España ya se considera que la música latinoamericana más pachanguera es “lo propio” y “lo auténtico” de aquí. Tristes y significativas fueron las sonadas mudanzas de Alejandro Sanz o David Bisbal a Miami: España ya no era un país musicalmente relevante.

El estado de la música mainstream en España es triste. Una industria poco imaginativa, alérgica a los cambios y que lucha contra la piratería con la fuerza, en vez de con la inteligencia. La diversidad que antes alimentaba la creatividad en España, aún sobrevivente en circuitos independientes, es sólo un recuerdo del pasado y que intenta salir del fango con pachangas y canciones del verano. La música española pierde fuelle internacional ¿será que hemos dejado pasar el tren?, ¿será que aún no se valora la música como para pagar por ella? Y si no se compra, el negocio no existe y ya no se invierte en él.

La música es la esencia y la sustancia de Eurovisión. Y triste es el presentimiento que el panorama no ayuda a una mejor preselección española. Quienes siguen el Melodifestivalen saben que Suecia es el tercer país del mundo en exportar su música. Cantantes, compositores, productores, etc.: la música es una industria cultural que mueve millones en el mundo pero que en España está cada día está más rebajada, más saboteada y más perdida. Ahí fuera se reinventan la música electrónica francesa, las voces negras de las cantantes británicas… ¿qué es lo que puede aportar de nuevo al panorama internacional ahora la música española?, ¿habrá posibilidades de cambio en la próxima preselección española?

 

Conversación