MILLARES DE ESTRELLAS, LA LUNA Y EL SOL

Vicente Rico Cousillas, 26 años, A Coruña, soltero, animador turístico, auxiliar de vuelo y promotor. Unos datos personales que no tienen nada de especial salvo por un detalle: Soy eurofan. Una afición supuestamente extraña, incomprendida y minoritaria, un entretenimiento incluso mal visto en diversas épocas o ciertas personas, un hobbie continuamente cuestionado por nuestros familiares, […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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MILLARES DE ESTRELLAS, LA LUNA Y EL SOL

Vicente Rico Cousillas, 26 años, A Coruña, soltero, animador turístico, auxiliar de vuelo y promotor. Unos datos personales que no tienen nada de especial salvo por un detalle: Soy eurofan. Una afición supuestamente extraña, incomprendida y minoritaria, un entretenimiento incluso mal visto en diversas épocas o ciertas personas, un hobbie continuamente cuestionado por nuestros familiares, amigos y conocidos. Un Festival de Eurovisión que a sus 58 años sin embargo está más vivo que nunca gracias a nuestro amor, su indeferencia y su odio pero sobre todo al seguimiento directa o indirectamente de todos.

Mi primer recuerdo del certamen de la UER es el Festival de Eurovisión 1991 de Carola y Sergio Dalma pero también de Amina, Datz, Dulce Pontes, Samantha Janus y Sofia Vossou. La primera imagen del concurso es, a mis cinco años, una cena familiar en mi pueblo con mi madre y mi madrina completamente indignadas con las votaciones y el resultado. Una situación que por desgracia se ha repetido posteriormente en la práctica totalidad de ocasiones.

La siguiente edición del concurso de la que soy consciente es el Festival de Eurovisión 1995 en una de las mejores cosechas anuales con Secret Garden y Anabel Conde a la cabeza que incluye también una de mis posteriormente favoritas de la historia, Liora. Una representación de España que me encantaba hasta el punto de que me la sabía completamente de memoria ya que el videoclip se emitía con frecuencia en las pausas publicitarias de los programas infantiles de La 2. Nadie, ni yo mismo por todos los típicos y tópicos comentarios que todos hemos escuchado siempre, nos podíamos creer el éxito de Anabel Conde, ni tampoco su injusta y nula repercusión mediática y musical.

Las temporadas 1996, 1997 y 1998 del certamen de la UER no tuvieron un gran interés para mi, quizá porque la participación de España me resultaba indiferente aunque actualmente considero que uno de los mejores abanderados de nuestra trayectoria en el concurso ha sido Marcos Llunas, mi memoria sin embargo no ha olvidado la tradicional lectura previa de todas las propuestas en la revista El Semanal TV, innovaciones técnicas como el escoreboard de Oslo o la victoria de Dana Internacional en Birmingham.

El Festival de Eurovisión 1999 es la primera edición del concurso en la cual me había convertido en el clásico espectador y jurado armado con su libreta y bolígrafo para anotar y puntuar, quizá con extrema crueldad, todas las actuaciones. Mis recuerdos se dividen entre el amor a representaciones como Lydia y David Civera y ganadores como Charlotte Perrelli y el odio a Serafín Zubiri, Olsen Brothers y Tanel Padar & Dave Benton, unas opiniones radicales que con el paso del tiempo se han suavizado, otras no, el mejor ejemplo de que este formato siempre ha sido el centro de pasiones enfrentadas sin término medio.

Me considero eurofan, probablemente como muchos de vosotros, desde el 2002. El año del boom de Operación Triunfo del que he sido, soy y seré seguidor a pesar del asesinato del formato por parte de ciertos directivos de televisión. El ser fan de OT me ha llevado a ser fan del ESC. Esa fue la primera vez que, gracias a Operación Triunfo e internet, me había descargado todos los audios, información y videoclips de todas las candidaturas con mucha antelación a la emisión del evento. Once años después de mi primer recuerdo me vi reflejado en mi madre y madrina, ellas admiradoras de Sergio Dalma y yo de Rosa, quizá dos de las mayores decepciones de España.

El ya mencionado internet ha supuesto para todos los eurofans una revolución en todos los sentidos desde el acceso a toda la información del Festival de Eurovisión hasta conocer gente con la misma afición. La revolución digital en mi caso fue muy tardía en el 2005. Mi participación como usuario en webs como eurovision-spain.com, chats y foros, los cuales ya conocía con anterioridad gracias a mis aun hoy en día sufridas amistades, se convirtió en diaria.

La posibilidad de conocer a otras personas con los mismos gustos me llevó a asistir por primera vez a una reunión de seguidores del certamen con motivo de la gran final de Misión Eurovisión 2007 en Madrid. Allí pude conocer a algunos de mis actuales mejores amigos, mi primer grupo de eurofans e, incluso, mi primera pareja. Uno de los mejores fines de semanas de mi vida por todo su significado posterior.

El punto de inflexión final se produjo el año siguiente con la decisión completamente precipitada sin apenas dinero, información y tiempo de asistir al Festival de Eurovisión 2008 en Belgrado (Serbia). Una experiencia inolvidable a la que siguieron Moscú (Rusia), Oslo (Noruega) y Düsseldorf (Alemania) y a las puertas de Bakú (Azerbaiyán). Jamás podía haber imaginado vivir estas cuatro experiencias previas, todas ellas diferentes, enriquecedoras y especiales, a la vez que inexplicables, junto a antiguos y nuevos amigos a lo largo y ancho del continente.

El año 2008 también supuso mi incorporación como colaborador de eurovision-spain.com, gracias a la invitación de mi amigo personal independiente del ambiente eurofan Manu Mahía y de Miguel Loredo, inicialmente como enviado especial y posteriormente como redactor. Yo, lector de siempre de la web y seguidor de Jesús Palacios, José García Hernández, Óscar Abilleira y Reyes del Amor entre otros compañeros además de los dos anfitriones, no me podía creer la propuesta con una extraña mezcla en mi de miedo, orgullo y satisfacción que puedo resumir en vértigo. Un sentimiento que todavía mantengo hoy en día por la responsabilidad que supone escribir el guión del que yo antes era lector.

El Festival de Eurovisión no solo se ha convertido en mi mayor entretenimiento sino en un trabajo y la mejor y más perfecta excusa para conocer nuevos amigos, culturas y lugares en una experiencia anual y única que espero seguir disfrutando si me acompaña la suerte.

Hoy, 17 de mayo del 2012, después de cinco años como redactor de eurovision-spain.com, estreno mi primer trabajo como columnista a falta de diez horas de mi viaje a Bakú para asistir al Festival de Eurovisión 2012. El 4 de mayo del 1991, 21 años antes, no habría imaginado que yo sería espectador en directo del certamen. El 25 de mayo del 2002, 10 años atrás, tampoco hubiera pensado que yo sería colaborador de esta web. Los sueños a veces se hacen realidad mientras nuestras vidas, nuestra gente y nosotros mismos hemos ido cambiando con la banda sonora del Festival de Eurovisión.

Mi recién inaugurado espacio no será objetivo, ni pretendo crear escuela, ni sentar cátedra, mis opiniones son tan personales, tendenciosas y válidas como las de cualquier otro individuo, simplemente espero ofrecer un punto de vista ameno, diferente e interesante para que vosotros y yo podamos disfrutar juntos de este rincón independientemente de estar de acuerdo o no en diversos temas.

Mi primera columna en eurovision-spain.com no podría finalizar de otra forma que con mi candidatura favorita de la historia del Festival de Eurovisión, Danijela con Neka mi ne svane por Croacia 1998. Mi más sincero agradecimiento por vuestra primera lectura y visita que espero se vuelva a repetir en un futuro no muy lejano.

Y tan ricamente.

A Coruña y Madrid, 16 y 17 de mayo del 2012.

Danijela Martinovic – Neka mi ne svane (Croacia 1998)

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