L’ESSENZIALE

Inicio de mi viaje a Eurovisión 2013. El tren que me lleva de A Coruña a Madrid, primera y única escala del destino final, acaba de arrancar. Este instante me produce un deja vu, las imágenes de mis cinco viajes previos se agolpan en mi mente, todos ellos comenzaron con las mismas ganas, las mismas […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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L’ESSENZIALE

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Inicio de mi viaje a Eurovisión 2013. El tren que me lleva de A Coruña a Madrid, primera y única escala del destino final, acaba de arrancar. Este instante me produce un deja vu, las imágenes de mis cinco viajes previos se agolpan en mi mente, todos ellos comenzaron con las mismas ganas, las mismas ilusiones y los mismos nervios.

Eurovisión se ha convertido en mi calendario personal. Un anuario que tiene su principio y final esa mágica noche de sábado. Cada año de nuestra vida es diferente, igual que cada edición de Eurovisión, nuevas experiencias, relaciones y sentimientos se entremezclan en dos realidades tan paralelas como cruzadas.

Esta primera columna del viaje está dedicada con todo mi cariño a todas las personas con las que he compartido esta afición en vivo desde Belgrado 2008 hasta Malmö 2013, los presentes y los ausentes este año, los viejos amigos, las incorporaciones posteriores y las nuevas amistades, los que siguen a mi lado y los que no. Todos vosotros formáis parte de esta historia, por el momento, sin punto y final.

Belgrado 2008: Mi primer viaje a Eurovisión fue una decisión completamente impulsiva. La noche de la gran final del Melodifestivalen 2008 pensaba lo mucho que me gustaría ir alguna vez en directo al festival. Esa misma noche, a solo dos meses de Eurovisión 2008, me gasté mis pocos ahorros en las entradas, el vuelo y el hotel. Mis hoy en día compañeros de eurovision-spain.com, quienes me conocían a través de fiestas o foros, me ofrecieron la posibilidad de colaborar lo que en un principio era una relación puntual con la web. Otro sueño cumplido, la posibilidad de formar parte desde el otro lado de la barrera de la web de la que era fan acérrimo desde tiempos inmemoriables. 

El primer viaje a Eurovisión no es el mejor pero sí el más especial. El desconocimiento implica pagar todas las novatadas pero nadie puede olvidar la primera vez que escucha en vivo y en directo el Te deum. Nadie puede imaginar a nivel eurofan y personal lo que implica este viaje, una experiencia que recomiendo a todo el mundo, especialmente a los detractores y repetidores de clichés sobre el certamen.

Serbia organizó un buen festival para el turista con comodidades sorprendentes para un país que a priori no destaca por su capacidad económica. La única pega se encontraba en la distancia entre los núcleos de trabajo que fue solventada con transporte gratuito y continuo. Numerosas actividades, fiestas y servicios a un precio muy accesible complementaban la agenda diaria para el visitante.  

Moscú 2009: Mi segundo año fue incluso más positivo ya que la experiencia ayuda a conocer todos los pasos y rituales a seguir para que el engranaje funcione a la perfección. Rusia realizó un festival a lo grande en todos los aspectos, tanto los que se vieron a través del televisión como los que no, la ostentación elevada al máximo exponente. Los turistas pudimos disfrutar de actividades, comida y bebida asequible o, incluso gratuita, un catálogo infinito de actividades y eventos y fiestas con todo el lujo y medios. El lema era todo para todos. Lamentablemente el dinero no podía evitar que la caótica organización y el arisco carácter de la población local. Un festival donde fuímos tratados con mucho lujo y poco mimo que no impidió que disfrutáramos de todas las ventajas.

Oslo 2010: No hay dos sin tres. El 3 es un número que siempre me ha traído mala suerte. El tercero de mis viajes estuvo marcado por circunstancias personales tanto de amigos como mías que nos impidieron disfrutar del festival en su plenitud. Todos los grupos sociales están llenos de gente buena pero también personas malas que se aprovechan de la amistad y la confianza del resto. Afortunadamente, los malos espíritus desaparecen en cuanto son descubiertos más temprano que tarde. Noruega organizó una edición del certamen más modesta en cuanto a actividades y eventos, esta actitud tiene una doble lectura, por una parte la optimización de los recursos justos y necesarios para el uso y disfrute de espectadores y turistas y por otra la oferta para los visitantes es menor si se establecen las odiosas comparaciones entre sedes. Eurovisión 2010 no fue desde luego mi mejor edición como espectador en directo del certamen, así como espero que no haya otra peor, a pesar de lo cual fue una experiencia auténtica e intensa con muchos aprendizajes, alguna lección y muchos buenos momentos, sin olvidar la amabilidad y empatía noruega, que no pueden empañar los malos recuerdos. 

Dusseldorf 2011: La mala experiencia anterior me hizo vivir este viaje como una venganza, la necesidad de disfrutar más que nunca de todo lo que significa para mi Eurovisión, incluso si algún momento no me sentía a la perfección tenía que sacar ganas de donde fuera para no perder ni un solo momento del festival. Alemania nos brindó la sede perfecta con la grandeza de Moscú y Bakú pero con la optimización eficiente e inteligente de los recursos de Belgrado y Oslo. El buen precio del viaje que permitió acudir a más gente de la media, además de la amabilidad y la simpatía de la población, influyeron en crear una atmósfera tan multitudinaria como divertida. Todos estos ingredientes formaron el cóctel del que para mi fue sin ninguna duda mi mejor Eurovisión. 

Bakú 2012: Previamente a la realización de Eurovisión 2012 nos intentaron contaminar a todos con una campaña de desprestigio de la sede absurda y excesiva. Nada más lejos de la realidad. Bakú fue una ciudad excepcional, un extraño punto entre la perfección y el caos, donde lo más destacable es el encanto, la hospitalidad y la por momentos desesperante tranquilidad de los azeríes. La organización repitió todos los aciertos y errores cometidos tres años atrás, incluso más exagerados, con la diferencia de que la lejanía, el miedo y el precio desmotivó los planes de viaje de muchos eurofans. Azerbaiyán y su población estaban encantados de mostrarse y verse como el paladín de un lujo y una modernidad irreal, gracias al cual pudimos descubrir un país curioso con sus ángeles y sus demonios que nunca había imaginado visitar, toda una vivencia única e irrepetible.  

Cinco años separan mi primer y mi sexto viaje a Eurovisión. Todo ha cambiado mucho durante este tiempo, tanto mi entorno como yo mismo, nuevas vivencias que nos van enriqueciendo como personas gracias a aprendizajes positivos y lecciones negativas. Ley de vida. Un lustro atrás no podía imaginar todo lo que tenía por delante, lo bueno y lo malo, lo importante es que hoy lo puedo compartir con todos vosotros. 

Entre Belgrado 2008 y Malmö 2013 todo ha cambiado mucho pero, afortunadamente, conservo mis mayores tesoros, mi gente y mis sueños. Lo esencial.

Y tan ricamente.

A Coruña, Madrid y Malmö, a 9, 10 y 11 de Mayo del 2013.

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