LAS JOYAS DE LA CORONA

¡Zeuyín ya he vuelto! ¡La Unión Europea de Radiodifusión salve a su Serenísima Majestad El Festival de Eurovisión de la Canción! Queridos lectores, la primera columna de este nuevo año tratará sobre las Joyas de la Corona eurovisiva, evidentemente, y por orden alfabético, Francia e Italia. Si la mismísima Isabel II de Inglaterra presume de […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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LAS JOYAS DE LA CORONA

¡Zeuyín ya he vuelto!


¡La Unión Europea de Radiodifusión salve a su Serenísima Majestad El Festival de Eurovisión de la Canción!


Queridos lectores, la primera columna de este nuevo año tratará sobre las Joyas de la Corona eurovisiva, evidentemente, y por orden alfabético, Francia e Italia. Si la mismísima Isabel II de Inglaterra presume de tener el segundo peñusco diamantino más grande del mundo, nosotros podemos alardear de tener el primero. Modestia aparte, con respeto a todos las naciones que participaron, participan y participarán (¿quiénes quedan?), Francia e Italia son las joyas de la corona de nuestro querido concurso de canciones. Por ello, quiero rescatar de nuestra memoria para recordar un total de once canciones, seis francesas (por motivos obvios, lleva aguantando el chaparrón doce años más que la otra joya) y cinco italianas. Con esta columna quiero demostrar también que La Mirada Eurovisiva es heterogénea y variada, adora el festival y muestra de ello es este tributo a las joyas Francia e Italia:


Francia 1969, Frida Boccara – Un jour, un enfant. Los españoles fuimos muy afortunados al acoger esta bellísima canción entre las dieciséis concursantes que tomaron partido en el Madrid aquel lejano 1969. El concurso vivía sus amos “mozos”, su época dorada y con ese tono, el dorado, llegó la gran Frida Boccara. Entrañable, es la palabra que se me viene a la cabeza cada vez que la escucho y la miro; una mujer agradable, dulce y educada que triunfó con su humilde canción. Fue una composición sencilla, sin largas frases, con una melodía colorida y clásica a la par que europea, francesa y soberbia. Ganadora por mérito propio, Frida supo plasmar en su canción todo el sentimiento que la letra de la misma contenía. Si he de ser sincero, creo que es mi canción favorita del festival de Madrid, de Francia e incluso de todos los tiempos. No es Waterloo, no es Congratulations o Ne partez paz sans moi, es la profesionalidad y clasicismo personificado en el cuerpo de una mujer que por desgracia se fue de este mundo hace ya muchos años. Por todo ello y mucho más merece ocupar un puesto destacable en la corona de Eurovisión.


Francia 1977, Marie Myriam – L'oiseau et l'enfant. De ganadora a ganadora y tiro porque sigo por la corona. No es que se deba desmerecer a todos los concursantes francesas anteriores, pero por alguna razón Francia venció en el Festival de Eurovisión celebrado en el Reino Unido (paradoja histórica que Francia y R.U. ganen en respectivos territorios casi siempre) en 1977. Si Francia fue recatada y austera en su puesta en escena del 69, este año opta por el color naranja, fuerte contraste, ¿qué significa el naranja? No es color de la bandera nacional gala, en absoluto, pero si representa toda la naturaleza que Marie pintó con su voz aquel día. La letra jugaba con el pájaro, la hija, el niño, el poeta, el hombre, los sueños… Pero el más importante, el AMOR. Todas estas palabras parecían ser el código secreto para abrir el cofre del tesoro, y lo consiguió. Marie Myriam se alzó con la victoria, 136 puntos y el orgullo de ser la única ganadora más próxima a Portugal por sus orígenes lusitanos. Desde entonces, nunca más nuestro país vecino ganó el festival de nuevo.


Francia 1979, Anne-Marie David – Je suis l'enfant soleil. Coincidencias de la vida, otra canción que contiene la palabra enfant en el título y que, si bien no da la victoria a Francia, deja en buen lugar a la nación de las manifestaciones. Anne-Marie ya representó a Luxemburgo en 1973, llevándose la victoria y siendo el segundo país en la historia del festival que gana consecutivamente el concurso (1972-1973), y digo segundo porque los primeros fuimos nosotros (1968-1969). Si en e 69 la gran Frida fue de negro y dorado, diez años después la esbelta y guapísima Anne-Marie sorprendió a Europa con su bonito traje blanco y dorado, de nuevo contrastes. No sé si fue la niña sol o la Reina Sol, una tal Luisa XIV, pero parecía haber salido de la Versalles más refinada y creída de la Historia. Me encanta esta artista, su pose, su presencia en el escenario. Todo ello le valió la tercera posición en un festival en que casi ganamos…


Francia 1991, Amina – C'est la dernier qui a parlé qui a raison. Saltamos la década de los ochenta, la década en la que nací y en la que los nórdicos, Reino Unido e Irlanda se repartieron los mejores puestos cada año. La década de la bola de cristal, los años oscuros del Ente Público, de los países mediterráneos (salvo Israel en 1982 y 1983), etc. Francia llevó canciones bonitas pero no será hasta mis queridísimos noventa (¡viva la infancia!) cuando renueve su cara. El color negro se llevaba, el espíritu de Obama ya fue descubierto por los franceses en 1990, 1992 ó 1998, pero será en 1991 cuando Francia vuelva a rozar la victoria y por ende brillar como una de las joyas más bellas de la corona. La morena de origen argelino Amina encandiló a los europeos por su belleza y, cómo no, por su voz. Sin desmerecer una de las mejores canciones que, para mi gusto, Suecia ha llevado al festival, creo que Francia superó con creces la coreografía y movimientos de piernas de la sueca (la escandinava me trae suerte, la verdad, sale siempre en mis columnas…). Amina vestía de negro con un pañuelo naranja (de nuevo estos colores), era bajita, como otras grandes, véase Sertab Eremer. La representante francesa hipnotizó con ese estribillo. Se llevó la palma de muchísimos países y en cierto modo recolectó parte de la cosecha anterior de Joëlle Ursull y allanó el camino para Kali (aunque éste quizá no tuvo tanta suerte que la anterior). Bienvenida a la corona Amina, quizá contigo fue la última vez que habló quien tenía razón…


2001, Natasha St. Pier – Je n'ai que mon âme. Diez años después (parece ser que no sólo los colores sino que la numerología influye, 1969, 1979, 1991 y ahora 2001) Francia vuelve a recobrar fuerza, la energía perdida progresivamente en los noventa retoma orígenes, vuelve la balada más pura y francesa. Natasha es una diva de los pies a la corona, perdón, digo, cabeza. Su merecidísima cuarta posición supo a poco, le falló una cosa, la cual perdono: el inglés. ¿Por qué se decantó por el inglés para cantar parte de la canción? El inglés no te hizo falta cariño, el francés tiene más fuerza y misticismo, el francés no alcanzaba buenos resultados desde… El francés es la lengua clásica del festival. No obstante, los franceses estaban iniciando su “Renacimiento eurovisivo”, puesto en ocasiones en tela de juicio por algunas canciones pero, que continúa y espero que llegue a devolverles la victoria que tanto merecen y que quizás muchos ya no ansían…


Francia 2002, Sandrine-François – Il faut du temps. Lo siento, no puedo irme más lejos, pensé en Cerrada, en Ortal, pero también en Aubret… No puedo traicionar mi gusto, y por ello pienso que la sexta canción debe ser la de Sandrine. Quedó quinta pero la canción debería haber ganado. Ni Rosa, ni Letonia, ni invidentes, sólo ella, Francia, la gran nación sobre un escenario algo cutre; la cantante revestida de negro, como Frida, sola rodeada de niebla y entonando una bellísima canción. Comenzaba el auge del Este y Francia seguía redescubriéndose. Il fraudra du temps?… ¿Hará falta tiempo para termine de hacerlo? Francia, ¡despierta!


Pero si hablamos de bellas durmientes deberemos irnos al Mediterráneo, a Italia. El tan deseado regreso no sé si será posible o no, pero esperado desde luego. La marcha del país italiano dejó muchos huérfanos y rompió los esquemas históricos del festival. Cierto es que la edición de 1998 no tuvo desperdicio, y no es cuestión de falta de países sino de glamour y clasicismo. Pensaréis que soy un anticuado o un euroconservador, pues puede, pero fueron grandes canciones como las italianas o las francesas las que hicieron de un Eurovisión el festival que es. Ahora hay muchas banderas, casi todas con los mismos colores, el rojo, el azul, el amarillo; está Rumanía, Ucrania, Rusia, Moldavia, Andorra… Pero ninguno de estos países superará el encanto y detalle de las dos Joyas. Ahora el festival es más comercial que nunca, muchos patrocinadores y anuncios pero son pocos los países que hacen un buen trabajo. Italia, tu turno:


Italia 1964, Gigliola Cinquetti – Non h'o l'età. Gran joya de la corona. La primera victoria de Italia supondrá un antes de y después para la canción italiana, pues antaño Domenico ya fue maltratado por las votaciones, pero desde la victoria de la jovencísima Gigliola Italia será “otro cantar”. Italia se esmera muchísimo más por el Festival, llevo en 1965 a Bobby Solo, repite con Domenico en 1966, Endrigo dos años más tarde… La canción de la piccola italiana es una preciosidad, triunfante en un país nórdico como Dinamarca, trajo por primera vez a un país eminentemente mediterráneo (Francia lo es en su parte también) la victoria del festival. Una canción dulce, de una joven muchacha que no tiene edad para compartir su corazón con el hombre del que se ha enamorado. Grande Gigliola, Grande.


Italia 1969, Iva Zanicchi – Due Grosse Lacrime. Los españoles somos muy afortunados, en nuestro único festival acogimos dos perlas en forma de lágrimas para nuestra corona de Eurovisión de la mano de la Zanicchi. El jurado fue injusto con ella, merecía ser ganadora también o al menos quedar mejor de lo que quedó. Su puesta en escena fue muy italiana, soberbia y orgullosa como es esta nación así como elegante. Iva parecía un hada madrina, le sobraba magia y encanto. Una de las mejores entradas que Italia ha hecho en Eurovisión que si bien sólo obtuvo una décimo tercera plaza con cinco puntos, desde aquí le concedemos el honor de formar parte de la corona. Una canción triste y pomposa que nunca cansa escuchar. Adelante Iva, la Impecable…


Italia 1974, Gigliola Cinquetti – Si. La ganadora de la edición del 64 vuelve diez años después al Reino Unido para vencer, y casi lo consigue de nuevo pero los ABBA y su Waterloo fueron un rival difícil. Sí, sí al divorcio, perdón (me dejé llevar por la política italiana de 1974), sí a lo extraordinario, sí al éxito, a la clase y al buen gusto. El azul siempre fue el color de esta cantante, esta vez Gigliola era una chica más madura pero joven aún que daba el Sí a su amor prohibido del 64. Esa noche el italiano fue utilizado con más brío que nunca, balada de amor y de pasión que reafirmo la profesionalidad de la artista.


Italia 1992, Mia Martini – Rapsodia. Los daneses que ganaron en 2000 no fueron los pioneros del público mayor o algo más madurito, la pionera fue la diosa Martini. Una historia de amor que ningún otro intérprete ha sabido interpretar como ella. El romanticismo italiano a flor de piel personificada en una voz rasgada que no quema sino enamora el alma de quien escucha. Un café, una terraza un atardecer y una noche, los dos enamorados sólo, después de tanto tiempo… Eso es lo que se me viene a la cabeza cada vez que mi oído se deleita con esta obra musical. Mia Martini, estela italiana que nos dejó un año antes que mi adorada Frida, estés donde estés, desde aquí te nombramos parte de la corona del festival.


Italia 1997, Jalisse – Fiumi di parole. ¿Cómo no? El broche final para esta columna será la canción que, de momento, cerró la historia de Italia en el festival. Los italianos se cansaron de quedar a las puertas de la victoria y es que llevaban participando desde 1956, escasas fueron sus ausencias y con el televoto fueron muy listos, se lo vieron venir, muchos micro países, muchas etnias y nacionalidades, mucha migración y todos pudiendo votar… Italia, orgullosa y única, se marchó dejando sus hermanas, Francia, España, Alemania y Reino Unido, con los mocos colgando y algo perdidas en la marea oriental. Un río de lágrimas y no de palabras, eso fue lo que pasó… Dublín se ilumino de bellos sonidos y quedó maravillada con la voz de la italiana, aplausos, voces al unísono: VIVA L'ITALIA! Por última vez se escucharían en el festival de la canción europeo. El negro envolvió los cuerpos de los cantantes, de nuevo, el color de la austeridad y la elegancia… El río llegó a su desembocadura, Italia se fue “a la francesa”. Ciao amore…


Queridos lectores, todo acabó aquella noche de 1997, el festival no volvería a ser el mismo, el televoto se imponía al jurado y a la orquesta le quedaban dos telediarios, la libertad de lenguas perjudicó a la diversidad cultural del festival y el festival cada vez se iba más a Oriente, en su mayoría de veces merecidas, en otras no. De todos modos, el Festival es un festival de lenguas y culturas aunque en los últimos años sólo el serbio o el hebreo se hicieran con la victoria (1998 y 2007) pues el inglés ha sucumbido a los gustos europeos. Necesita muchos cambios, pero no será en esta columna donde hable de ellos, quizá la próxima.


Francia e Italia, París y Roma, la primera es la ciudad del Amor y de la Luz, la segunda, si la leemos frente a un espejo dice Amor… Dos naciones unidas en un festival cuya corona está colmada de sus canciones y letras.


Espero que os haya gustado esta columna, hayáis recordado viejas glorias o la hayáis descubierto ahora, somos nosotros los que llevamos el impulso de este festival en el que como siempre digo: todos pueden participar pero pocos opinar 😉


Au revoir & Ciao


 

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