LAS COORDENADAS DE BAKU

“Las piezas blancas y negras parecían representar divisiones maniquíes entre la luz y la oscuridad, el bien y el mal, en el mismo espíritu del hombre.” Gari Kasparov (nacido el 13 de abril de 1963, en Bakú, Azerbaiyán) Cuando Azerbaiyán ganó, el eurofán que aún soñaba con la victoria de Suecia, no sabía localizarlo en […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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LAS COORDENADAS DE BAKU

“Las piezas blancas y negras parecían representar divisiones maniquíes entre la luz y la oscuridad, el bien y el mal, en el mismo espíritu del hombre.”

Gari Kasparov
(nacido el 13 de abril de 1963, en Bakú, Azerbaiyán)

Cuando Azerbaiyán ganó, el eurofán que aún soñaba con la victoria de Suecia, no sabía localizarlo en el mapa. Ah, sí es una pequeña república, parece que sustentada en una oligarquía petrolera. Y, el amante de las estadísticas, pensó primero que sería el segundo país con mayoría musulmana en acoger el festival después de Turquía. ¿Acaso es relevante? La historia turca no es lo mismo que la azerí ni el magnetismo de Estambul no tiene competencia en la pequeña Baku, nombre que en persa significaba “Ciudad golpeada por el viento”. Pero tal vez lo relevante sólo sea que sepan organizarlo bien.

En 2010 los más pragmáticos pensaron que Alemania era de los pocos países capaces de afrontar la organización de un festival. Ahora otros tantos prácticos apuntan que la riqueza petrolífera azerí es clave para sostener la sede de Eurovisión del proximo año. Incluso aquel eurofán que nunca soñó con una victoria de Azerbaiyán busca en la economía una explicación a su victoria. Un petróleo explotado comercialmente desde 1872 y que ha creado un pequeño y disputado centro de poder a orillas del mar Caspio. Un pequeño mar convulso donde se tocan también Rusia, Irán y Turkmenistán. Desde Bakú hasta la frontera iraní, hay sólo 325 kilómetros. Sin duda, es el este del este europeo.

Debe ser, tal vez, ese sentimiento de integración europea, por la que están absolutamente desesperados por organizar Eurovisión. Con las referencias de Kiev 2005 y Moscú 2009, el Festival será usado como escaparate internacional.


En diciembre de 2011 se celebrará Eurojunior en Armenia y en 2012 Eurovision en Azerbaiyán. Esos festivales que traen el bien sonante nombre “europeo” pasan por el cáucaso, por dos vecinos cuya relación sigue en alerta roja, tensa y conflictiva. El conflicto étnico y la guerra de Nagorno Karabaj provocó civiles muertos y personas desplazadas. Librada entre 1991 y 1994, tras la paz firmada, ambos países perdieron las relaciones formales.
Un conflicto larvado que se ha seguido en Eurovisión, pese a los esfuerzos de los artistas de centrarse sólo en la música, porque “la música no tiene fronteras”, como ya apuntaron educadamente Eldar y Nigar. De hecho, actualmente se pueden tener serios problemas de entrada en Baku si el pasaporte tiene el visado de una visita anterior a Armenia.

En 2009, se acusó a Ictimai TV, la televisión de Azerbaiyán, de ocultar el número de teléfono para que los espectadores no pudieran votar por Armenia e interrumpir la correspondiente transmisión. Se hicieron alegaciones y se presentaron prueba, tanto de un lado como de otro. En agosto de 2009 los 43 azeríes que habían votado por Armenia durante el concurso fueron citados para ser interrogados en el Ministerio de Seguridad Nacional en Bakú, durante los cuales fueron acusados de ser “antipatriotas” y “una amenaza para la seguridad”. Uno de los interrogados, Rovshan Nasirli, denunció como sus interrogadores tenían los nombres y direcciones de esos azeríes que habían votado a favor de Armenia.

Y todo esto es una gota en un mar. Human Rights Watch ha denunciado el encarcelamientos de reporteros disidentes, de políticas que restringen la libertad de expresión y retales aún vivos de lo que fue un país muy conservador y con ley de censura hasta 1998.

Sobre la homosexualidad, se despenalizó y legalmente ya no es agredida, pero sigue siendo un “delito” en una sociedad tan conservadora. Como ejemplo, en 2009 saltó a la fama el libro “Artush y Zaur”, una historia de amor entre dos hombres, un armenio y un azerí. Finalmente su autor tuvo que publicarla en Mongolia, porque las editoriales azeríes la tacharon de “historia vergonzosa”.

¿Qué puede aportar Eurovisión? Siendo un festival de música, no puede ni debe entrar mucho en arenas políticas. Pero el que sientan obligados a dar una buena imagen al resto de Europa, puede ser el comienzo de una normalización y el primer gesto de apertura dentro del tablero por el cual se quiere mover el país. Todo camino empieza por un primer paso. Si ellos están deseosos de organizar Eurovisión como ventana que les muestre al mundo, nosotros deberíamos estar deseosos y exigentes de que los procesos ya comenzados se afianzen, avancen y despejen dudas y miedo sobre la sociedad y las libertad en la república caucásica.

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