LA PIEL DEL OSO
Estocolmo 2016 es historia. Ya hemos superado las explicaciones, críticas, justificaciones y casi, casi, la Depresión Post Eurovisión. También ha pasado, demasiado rápido, el verano. Incluso hemos realizado un año más La Elección Interna de E-S.
Y casi sin darnos cuenta ya estamos escribiendo las páginas de Kiev 2017, hoy, día en el que TVE ha tenido a bien contarnos parte de sus planes para la próxima edición del festival que se celebrará los próximos 9, 11 y 13 de mayo en el Centro Internacional de Exposiciones de la capital ucraniana. Objetivo Eurovisión será la final nacional que organizará la televisión pública para designar a su representante, con dos convocatorias paralelas para artistas consagrados y cantantes noveles, y una fase previa para seleccionar a un comodín para la gala televisada. Antes de llegar aquí se ha sucedido un mes de octubre más activo de lo habitual entre declaraciones, reuniones y movimientos que han empezado a dar sabor al salseo eurovisivo.
Eurovisión es el ciclo sin fin. Una película que en España, edición a edición, tiene el mismo argumento, diferentes protagonistas, los mismos villanos y medios reciclados. Una españolada como las que nos deleita TVE cada sábado, en Cine de Barrio. Excelentes actores desaprovechados en actuaciones mediocres, dirección nefasta, guión improvisado y “las suecas” correteando “heroicas” y “eufóricas” a nuestro alrededor. Un folletín que en manos del visionario Mariano Ozores nos hubiera llevado a los Óscar.
Los que llevamos años en la farándula eurovisiva ya conocemos la historia, desde los títulos de crédito iniciales, hasta los finales, pero a pesar de todo siempre nos emocionamos por el camino, nos ilusionamos, y confiamos en que, esta vez sí, va a llegar nuestra obra maestra. Y vuelta a empezar, que diría José Luis Garci. Siempre he tomado una postura comprensiva y mediadora en muchos ámbitos de mi vida entre los que se encuentra mi labor en esta web, pero con el paso del tiempo me empieza a molestar algo tan liviano como jugar con las ilusiones de nuestra mayor afición y, especialmente, hechos más graves como la gestión de la televisión y el dinero público.
LAS DECLARACIONES
Todo comenzaba el pasado jueves 6 de octubre cuando el ente salía excepcionalmente de su hibernación festivalera. La Directora de Programas de Entretenimiento de la casa, Toñi Prieto, fue preguntada por nuestros compañeros de Bluper acerca del futuro y las recientes polémicas de la delegación española en Eurovisión. Vaya por delante que ni yo ni ninguno de mis compañeros, y me atrevo que decir que nadie de la prensa televisiva y musical, tiene absolutamente nada personal en contra de la Señora Prieto. Ni tampoco contra el jefe de delegación, el Señor Llano, ambos criticadísimos por su trabajo con varios frentes abiertos después de los fiascos eurovisivos desde tiempos inmemoriables. Al revés, son muchos años de festivales, viajes, actos, anécdotas, eventos y mucho trabajo junto a ellos en los que poco o nada se les puede achacar sobre su trato humano.
Conviene hacer esta aclaración a sabiendas de lo mal que han sentado en Torrespaña algunas opiniones vertidas en este medio, la publicación de unos #EuroLeaks tan imparciales como clarificadores, y dar voz a algunos ex representantes y profesionales del medio con ganas de hablar y contar su experiencia vivida en primera persona. Lamentablemente, y como reconocía la propia Toñi Prieto, su cargo lleva implícito críticas positivas y negativas, si bien todos somos más proclives a destacar lo malo que lo bueno, sobre todo cuando esto último cada vez brilla más por su ausencia. Con una responsabilidad que podría ser una mezcla entre un ministro del gobierno y un seleccionador de fútbol, rodeados de folclóricas, los titulares y los trending topics serían bien distintos si los resultados fuesen acordes, pero no es así.
La mandamás patria comenzaba su discurso afirmando que, mientras la mayoría de países europeos, incluido todo el big 5, ya habían anunciado o se encontraban trabajando a pleno rendimiento en sus proyectos para la próxima edición del certamen, España no llegaba a una gran preselección para Kiev 2017. Finalmente, sí ha llegado, con un formato rediseñado y tiempo de sobra, aunque tan reciente y pesimista preámbulo ya nos indica que no nos hagamos muchas ilusiones.
“TVE está abierta a todo: tanto artistas y discográficas como anónimos”, afirmaba Toñi. Lo cierto es que, durante los últimos cinco años, absolutamente nadie ha sabido como se llevaban a cabo los procesos de selección españoles para el festival, ni a quien dirigirse para tal fin. No había convocatorias públicas, no trascendieron contactos internos, y la gente que ha llegado a participar en el festival o en una final nacional ha sido a base de Una serie de catastróficas desdichas. Este año, al menos, habrá un concurso previo en el que todos los interesados podrán luchar por una plaza en la gala televisada, pero la teoría no cambia si no se hacen esfuerzos en la práctica. Sin concurso abierto ni negociaciones en serio no se llega ni a cantantes consagrados, ni a nuevos talentos, ni a toda la industria alejada del circuíto eurofan, cual Mahoma a la espera de su montaña.
“No podemos negar que siempre hemos tenido una buena representación, lo han hecho muy bien, me parece injusto que se diga que no han sido buenos artistas o buenas elecciones”, defendía Prieto, y con toda la razón. De hecho, lo que la inmensa mayoría de medios especializados criticamos y se clama en las redes sociales son los obstáculos que se ponen desde “casa”. No podemos decir nada de nuestros representantes, e incluso nos podemos conformar con sus actuaciones, pero sobre lo que sí podemos hablar, y mucho, es de las piedras en el camino que públicamente o en privado confiesan que se les pone desde la propia TVE, la cuestionable relación y entendimiento con la organización, y el austericidio económico hacia al programa que más audiencia y marca generan a una televisión española enferma terminal de aluminosis.
El colmo, no obstante, todavía estaba por llegar. “(Los eurofans) quieren que demos la cara dos, pero hay todo un equipo detrás”, espetaba la directiva, y añado yo que, “TVE tiene grandísimos profesionales, gente con ganas e ilusión, con ideas y con talento, algunos de los cuales se desplazan año tras año al festival donde se dejan la piel en realizar un trabajo sobresaliente pero, en muchas ocasiones, no pueden más que fruncir el ceño y encogerse de hombros”. “Quiero que la gente sepa que soy profesional y auténtica, nos podemos equivocar, pero ponemos toda nuestra experiencia y alma a disposición de Eurovisión”. Profesionalidad que pocos cuestionamos pero, quizá, no sea suficiente para un festival de máxima actualidad musical y televisiva y en constante evolución, que requiere a alguien dedicado en exclusiva a él, como así sucede en otros países que han renovado sus delegaciones.
LA REUNIÓN
Dos semanas después, el viernes 21 de octubre, TVE desplegaba la alfombra roja para recibir en palacio y con todos los honores a tres representantes de cada uno de los dos clubes de fans oficiales de Eurovisión en España, OGAE y AEV. Una reunión de la que mi colega Juanma Jiménez, en su columna Memorias de un eurofan, dio todo lujo de detalles, y posteriormente ampliamos nosotros en una noticia con declaraciones de Miguel Álvarez, vicepresidente de OGAE, y Jorge Tove, vocal de AEV. Ante ellos, la plana mayor de TVE, los ya mencionados Federico Llano y Toñi Prieto, acompañados por Ana María Bordás y María José Bultó.
La cita, convocada por el nuevo directivo Toni Sevilla, tenía como finalidad acercar posturas entre la delegación y los eurofans, en la línea de los encuentros que también se han realizado desde la BBC británica o la RTP portuguesa. Cuentan los presentes, todos ellos grandes expertos en el festival y con una ingente y poco agradecida labor al frente de sus asociaciones, que los directivos escucharon todos sus análisis y tomaron buena nota de sus ideas y propuestas. TVE se limitó a reconocer errores y a insistir, un año más, en una declaración de intenciones que tiene como máximas ganar Eurovisión, contar con los eurofans y corregir errores del pasado.
Nuestros seis representantes ante la directiva de TVE reflejaron que no hay un consenso sobre la fórmula del éxito pero sí estuvieron de acuerdo en todas las cosas que se hacen mal desde nuestro país. Una final nacional anual y constante con una escenografía, realización y sonido a la altura, esfuerzos en la promoción de las candidaturas, y atraer a artistas y autores de renombre al mayor evento musical y televisivo del mundo, así como cambiar el equivocado concepto e imagen que la gente tiene de él en España, fueron solo algunas de las directrices que se trasladaron con gran acierto. Algunos de los asistentes, con quienes comparto opinión, también pusieron el punto de mira en buscar a cantantes con carisma, telegenia y experiencia en televisión o espectáculos y apostar por canciones con sonidos españoles, de calidad y contemporáneas.
No obstante, la mayoría de invitados, perros eurovisivos viejos como servidor de ustedes, salieron como entraron en Prado del Rey. Un tú a tú con un sabor agridulce, destacando que es la primera vez que se cuenta de manera tan explícita con eurofans, pero sin perder de vista que la información fue escasa y las justificaciones sonrojantes. Todos, ellos, yo y cada uno de nuestros lectores, esperamos que esta reunión sirva para reorientar a nuestra delegación en el festival, en vez de para utilizarnos, otra edición más, para lavar una imagen muy afectada tras el aluvión de críticas de la pasada temporada.
FIN DE LA CITA
“Por supuesto que queremos ganar Eurovisión, no pienso tirar la toalla y seguiré trabajando”, insistía días atrás Toñi Prieto. Si toda la retahíla de generalidades dichas o publicadas hasta hoy desde fuentes oficiales me hubiesen pillado a las puertas del 2008, en mi primer año en las trincheras eurovisivas, probablemente me hubiese vuelto a ilusionar como después de Son de Sol, Las Ketchup o D’Nash. El problema es que voy camino del 2017, mi décima edición en primera línea de guerra, y ya me creo poco o nada después de lo sucedido con Soraya, Lucía Pérez o Barei, por citar tres ejemplos notorios. Querida Toñi, querido Federico, estimada TVE, demostrad lo que tenéis que demostrar, con trabajo y resultados, y si es necesario el próximo 14 de mayo yo también publicaré unas declaraciones igual de institucionales y protocolarias: “Lo siento mucho, no volverá a ocurrir”. Y tan amigos. Y tan ricamente.