LA MALA COPIA
Existe el error generalizado de que imitar lo de otros consigue per sé transferir todas las virtudes ajenas. Se trata de una mala copia, ya que se basa en simplemente copiar la superficie, sin entrar en cuestiones más profundas. Quizás sea un mal endémico de nuestra cultura, sobre la cual basamos nuestro crecimiento: construimos una multitud de infraestructuras pensando que eso nos hacía y nos haría más ricos, olvidándonos que el crecimiento está en las personas que lo usan, sobre las cuales no se invertía una mejor educación. La cultura no es tener una Ciudad de la Cultura que se cae a pedazos, sino es tener a la gente pensando, haciendo y gestionando su creatividad.
Dicho esto, esta copia superficial y hasta ridícula, en parte fruto de la poca cultura del esfuerzo que tenemos y la envidia del éxito de otros, impregna todos los recovecos de las cabezas pensantes de este país, incluso de forma tan sutil como en la preselección de este año. La premisa no suena mal: si el año pasado fue bien, ¿por qué no repetir lo mismo otro año? Y me pregunto por qué no se hicieron ese mismo planteamiento a la inversa otros años: “si el año pasado fue tan mal, ¿por qué repetimos lo mismo este año?”, cuando Ketchup, Son de Sol y Lucía Perez inundaban las pantallas. Y aún recuerdo los comentarios triunfadores de la responsable de programas de RTVE en relación al “éxito” de Chikilicuatre, ente que volvió a salir junto a la a veces irritante Rosa López en el especial de Nochebuena de RTVE. Así se hornea la cultura patria: reincidir en lo cutre y casposo en vez de resaltar aspectos más sobresalientes de nuestra música.
Centrándonos en la preselección, y aceptando la premisa de que la fórmula del año pasado no fue del todo desacertada, un éxito avalado por la propia Warner, que vio como Pastora Soler aumentó la venta de sus discos y tuvo un año 2012 lleno de galas, aquí y en el extranjero, un fenómeno que de ninguna manera hubiera sucedido sin su paso por Eurovisión. Con ello, nos enfrentamos ahora con El Sueño de Morfeo, un grupo con algunas canciones de éxitos desde que irrumpieron a mitad de la década pasada. Salieron al calor de La Oreja de Van Gogh y El Canto del Loco, ese pop-rock mainstream tan español y que inunda las radiofórmulas. A diferencia de la versatilidad de Pastora Soler, capaz de cantar un copla como un balada mediotempo sin despeinarse, El Sueño de Morfeo no desprende la misma capacidad de hacer valer una canción. Más bien sucede todo lo contrario: la canción será, no ya el 50%, sino casi el 70% de la apuesta. Debe ser una canción que transmita sentimiento, que enganche y que a la vez, sea creíble para la voz y las capacidades musicales del grupo. Al menos si el objetivo no es sólo relanzar a la banda en España, sino que también quede en una posición digna en el festival.
Uno de los conflictos de limitarnos a repetir la misma fórmula que el año pasado, y darla sin más válida, es asumir que hasta que no salga mal, no haremos ningún esfuerzo por considerar posibles mejoras. Y una de las oportunidades que tiene RTVE es, a raíz del éxito comercial que ha supuesto para Pastora Soler, vender la preselección como un paso previo. Quizás fuera prematuro para este año, pero si se consolida la apuesta de Warner por enviar artistas de su cartera al festival, ¿por qué no hacer una preselección con varios artistas, dentro de la cartera de la discográfica? En vez de que Warner escoja qué artista quiere relanzar porque su último disco no funciona, que aún tengamos la capacidad de seleccionar qué artista-canción nos convence más. Y aquel que más nos guste, será el representante legítimo, con independencia de en qué grado su carrera musical necesita del empujón eurovisivo.
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