LA FÓRMULA PERFECTA

Desde el inicio del certamen allá por 1956 hasta la actualidad, especialmente en los últimos años, han corrido ríos de tinta sobre cuál es o no la fórmula perfecta para ganar Eurovisión. Lo cierto es que hay muchas teorías, al igual que en las conspiraciones. Por un lado están aquellos que simplemente creen que la […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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LA FÓRMULA PERFECTA

Desde el inicio del certamen allá por 1956 hasta la actualidad, especialmente en los últimos años, han corrido ríos de tinta sobre cuál es o no la fórmula perfecta para ganar Eurovisión.

Lo cierto es que hay muchas teorías, al igual que en las conspiraciones. Por un lado están aquellos que simplemente creen que la fórmula ganadora es la de no participar porque el festival está viciado, lleno de política—quisiera que me contasen qué clase de política—y es muy caro estar presente cada año. Razonamientos respetables pero que demuestran una gran falta de conocimiento a la hora de hablar sobre el asunto.

Por otra parte tenemos a los escépticos que, si bien se mueven más hacia el no participar no tienen muy clara su postura. Eso sí, la candidatura ganadora en este caso tiene que ser “movida”, “eurovisiva”. Se cree que por “eurovisivo” entienden algo del estilo de ABBA, vaya schlager puro y duro. No los podemos culpar por creer eso, el grupo sueco ha sido el más exitoso de la historia y han tenido imitadores, en género, que han ganado por el mismo país, véase Charlotte Perrelli.

Por último, por no alargar mucho la lista, tenemos a los seguidores que creen que la fórmula es “la voz”. Y no, no quieren referirse al programa The Voice, sino a una gran voz, preferiblemente femenina, con un gran tema. El problema es que la historia nos ha demostrado que eso no es realmente así, aunque también es cierto que a un servidor le encantan las grandes voces femeninas con grandes temas. ¿Por qué? Pues miren ustedes, porque es música y me gusta la música. Por eso soy seguidor de Eurovisión.

Pero más allá de todo esto, el propósito de estas líneas es desvelar la verdadera “fórmula perfecta”. Sí, existe, y yo la conozco. Ustedes también saben cuál es aunque en muchas ocasiones no se dan cuenta.

Para llegar a ello debemos primero hablar un poco del propio Festival de Eurovisión.

El festival de la UER ha recibido premios y reconocimiento público. Y el reconocimiento no sólo es reconocido sino que es aprovechado por diferentes medios. Cada año se desplazan representantes de los grandes del sector audiovisual mundial para poder ver en funcionamiento las últimas tecnologías del sector. Muchos de los programas de televisión aprovechan lo que se ve en el festival.

Eurovisión tiene ya un imitador en Asia: Asiavision. Si los asiáticos están interesados en un formato así será porque han visto todo su potencial. Llega a cientos de millones de espectadores cada año en América, Europa, Asia y Australia.

Eurovisión es un gran producto para la televisión para el que cada año hay un gran despliegue técnico y humano. Pero el certamen no sólo es eso.

La música es su principal arma. Música de todos los estilos representando a todas las culturas de un continente. Música que representa el cambio y los gustos de los europeos.

Eurovisión es más que competición y música, Eurovisión es historia viva de un continente.

Es cierto, el festival tiene luces y sombras. Tiene polémicas como la de Suiza este año, tiene canciones de dudosa calidad algunas veces, y canciones reivindicativas como la de Israel en 2009 o Alemania en 1982. Todas ellas canciones que representan algo.

Eurovisión ha marcado mucho más que relaciones fronterizas. Eurovisión ha sido un elemento para la lucha por la democracia en países como Ucrania tras su reciente victoria.

No quisiera extenderme más, el propósito de esto era descubrir la “fórmula perfecta”. ¿Todavía hay dudas acerca de ello? La fórmula perfecta es el propio Festival de Eurovisión. Un evento que ha superado guerras, buenos momentos, crisis, críticas y un largo etc.

Los que lo critican, los que lo defienden hasta la locura y los que lo disfrutan no hacen más que ponerlo cada día de plena actualidad. Da igual lo que digan, no importa lo que piensen. Debemos saber lo que el festival ha significado y significará.
¿Puede haber una fórmula más perfecta?

Recuerden, pueden llamarnos locos, pueden llamarnos frikis, pueden despreciarnos, pero podemos estar orgullosos por mantener vivo algo que ha sido y es tan importante para muchos. La ignorancia ofrece, a veces, la peor cara de la sociedad.

@JDavidSobral

Enjoy Malmö!

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