HABEMUS CANCIÓN (LUCIFRÍ, LUCIFRÍ, LUCIFRÍ)

Mejor deberíamos titular esta columna “Historias para no dormir”, en honor a los momentos vividos por la mayoría (por no decir todos) de los Eurofans, que han preferido desahogar sus angustias eurovisivas en los foros como alternativa al suicidio. Pero todo terminó. Relajémonos (nuestra canción de este año invita a ello). Ya está hecho. Bien […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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HABEMUS CANCIÓN (LUCIFRÍ, LUCIFRÍ, LUCIFRÍ)

Mejor deberíamos titular esta columna “Historias para no dormir”, en honor a los momentos vividos por la mayoría (por no decir todos) de los Eurofans, que han preferido desahogar sus angustias eurovisivas en los foros como alternativa al suicidio. Pero todo terminó.

Relajémonos (nuestra canción de este año invita a ello). Ya está hecho. Bien para unos y mal para otros, porque nunca llueve a gusto de todos.

Lo cierto es que este último mes, desde que TVE cerró la admisión de canciones el 31 de Enero, ha sido un ir y venir de especulaciones, rumores, chivatazos, cotilleos de patio, etc que no eran más que el reflejo del sentir de los aficionados a esto, que tras recibir más información que ningún otro año sobre los temas enviados y cantantes aspirantes, veían como repentinamente todo daba la vuelta y nadie salía a desmentir no ya rumores, sino comunicados a voz en grito de medios de comunicación con cierto grado de relevancia en España.

Y al mismo tiempo, la web de referencia española para todos los Eurofans, que supuestamente mantiene una envidiable y privilegiada relación con TVE, no recibía ninguna información con el grado de seriedad mínimo como para poder ofrecer alguna noticia digna de ser publicada o para calmar los ánimos. No será porque no lo hemos intentado.

Dejando a un lado esto último (porque sería otro debate), centrémonos en el resultado final: la canción del “Bloody Mary” (o “la canción del lucifrí” para los amigos). Y es que da la impresión de que la canción originalmente llevaba el título de “Duty Free”, y el susurro de “un Bloody Mary, por favor” lo añadieron después para poder titularla “Bloody Mary”. Cosas mías. Pero es que la primera vez que la he escuchado esta tarde el título me ha pasado inadvertido mientras algo extraño llamaba mi atención al tiempo que calaba hondo en mi ser: “Lucifrí, lucifrí, lucifrí”. Hasta que me he dado cuenta de que no, nada de “lucifrí”, sino “Duty Free”.

Primero que nada, diré que en mi opinión la reacción de histeria colectiva vivida en el foro contra la canción nada más darse a conocer ésta, ha sido más que desproporcionada, y se explica por la larga expectación creada tras un mes sin apenas saber nada y tras las últimas informaciones que revelaban que los 4 finalistas eran (por fin) artistas con cierta relevancia.

Ha sido una bola que ha ido creciendo y que ha explotado cuando la gente ha visto que “la canción del lucifrí” no les llenaba del todo. He de decir que a mí la canción me gusta, me resulta muy agradable de escuchar, y me engancha. La tengo metida en la cabeza. Y no puedo dejar de escucharla sin rebobinar una y otra vez. Es la canción perfecta para escuchar tumbado en una hamaca de playa, con una piña colada en la mano, un gorro de paja en la cabeza y el sol a 40º pegándote de lleno en la cara. Es relajante y desenfadada a no poder más. Me gusta cada vez más y si no fuera porque estará incluida en el CD oficial de Eurovisión 2006, compraría el disco.

Sin embargo, no creo que sea la canción ideal para aspirar a un buen puesto en Eurovisión. Tanto los responsables de seleccionar esta canción, como su autor, como Las Ketchup, se merecen una medalla por tener la valentía de presentarse al Festival de Eurovisión con una canción sin estribillo y que es necesario escuchar unas 3 veces para empezar a recordar algo para poder siquiera tararearla.

Y es que es una canción agradable, pero que no impacta nada la primera vez que se escucha. Si la plantamos en medio de las que conocemos ya de otros países de este año, no acaba de encajar. A un festival, en resumidas cuentas, o se acude con una canción con gancho festivalero (en todas sus variantes) o se acude con una balada de esas que te ponen los pelos de punta, o se acude con algo novedoso y extraño en plan experimento.

Y todo lo demás es o tirar el dinero, o crear falsas expectativas para decepción posterior de la audiencia, o jugarse en 3 minutos la carrera de un artista, o todo junto. Y ni Eurovisión es la OTI donde ni el presentador recuerda al día siguiente qué ha pasado, ni Eurovisión es ahora mismo lo que era hace unos años cuando los mejores cantantes de cada país renegaban de él.

Ahora cada vez más participan estrellas nacionales aspirando a clasificarse en el podio, y aún así muchos de ellos no alcanzarán ni el 10º puesto simplemente porque no hay sitio para todos. Por varias razones, he podido escuchar previamente 4 canciones que fueron presentadas a la preselección española. A cualquiera de esas 4 le auguraría un paso por Eurovisión mucho más cómodo que a la encantadora “Bloody Mary” sin ninguna duda.

Supongo que el comité que la ha elegido para esto, sabrá lo que hace. Por cierto que no se si la letra actual se mantendrá para Eurovisión, pues creo que se menciona el nombre comercial de una bebida así como quien no quiere la cosa, y no se si eso es acorde con el reglamento. No sería la primera vez que eso da problemas en Eurovisión, y francamente, este año ya no estamos para más sustos…

Ni que decir tiene que en Atenas yo apoyaré 100% a Las Ketchup. Primero por respeto a ellas, que son quienes realmente se la juegan. Segundo porque la canción me encanta y cada vez más, al margen del Festival. Tercero porque ellas son las artistas y deben quedar fuera de otras polémicas. Y cuarto porque ojalá me equivoque y podamos dar la campanada de una vez, en cuyo caso prometo aprenderme la letra con acento y to.

Hasta la próxima!

(27-2-06)

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