Finlandia, “la palma del martirio”

Finlandia se estrenó en Eurovisión como España y Yugoslavia en 1961. Pero ellos sólo han recibido varapalos memorables, a veces injustos. Haré un recorrido por los números de este país en el Festival. También es cierto que han dejado boquiabiertos en ocasiones al personal con canciones cacofónicas, de eso tiene mucho que ver la lengua, […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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Finlandia, “la palma del martirio”

Finlandia se estrenó en Eurovisión como España y Yugoslavia en 1961. Pero ellos sólo han recibido varapalos memorables, a veces injustos. Haré un recorrido por los números de este país en el Festival. También es cierto que han dejado boquiabiertos en ocasiones al personal con canciones cacofónicas, de eso tiene mucho que ver la lengua, y melodías rarísimas. Aunque, como Portugal, Italia o España, tenía su propio estilo, y cuando salía Finlandia ya imaginábamos que iban ha montar el show. Quizá en los últimos años cantando en inglés ya no resaltan tanto, pero siguen siendo ignorados en los votos. El motivo no lo sé, porque los noruegos, suecos, daneses e islandeses se ayudan mucho entre ellos y olvidan algo a los fineses.

En 1961 se hizo una gala en Estocolmo donde acudieron representantes de Noruega, Suecia, Dinamarca y Finlandia, en una especie de entente nórdica, para llevar las cuatro canciones que representarían a esos países en Cannes. Los escogidos fueron Dario Campeotto por Dinamarca, Nora Brockstedt que repetía por Noruega –salió en 1960-, Lill-Babs por Suecia y Laila Kinnunen de Finlandia. De todos ellos el mejor clasificado fue el danés, de origen italiano, Campeotto, con un tema que fue un éxito en Europa, “Angelique”. Quedó quinto. Los demás ocuparon el séptimo puesto Noruega, el décimo Finlandia con “Valoa ikkunassa” y el decimocuarto Suecia. Son lenguas extrañas que enriquecían la Eurovisión de los sesenta.

Para la delegación finesa lo que vino después fue un martirio en los votos. Sólo resaltaron en 1962 y 1973 con Marion Rung, que les dio un séptimo y un sexto lugar respectivamente. Pero no olvidemos que las canciones de la Rung eran muy cómicas. Primero el “Tipi-tii” del ’62, que parecía el canto de un pajarito, sonaba a circo, nada que ver con las baladas que llevaron los demás países. Y después el “Tom, tom, tom” del ‘73, con batido de palmas al inicio y hasta carcajada de la propia cantante, que viendo el asombro del público ante tanto entusiasmo rítmico soltó una risotada al final de la canción. Si con ella consiguieron las mejores plazas es de imaginar que todo lo demás era aún más rarito, pero no, hubo también buenas canciones.

En 1989 asombró Anneli Saaristo, intérprete que sólo se dedicaba a cantar temas infantiles, reconvertida a la canción “seria” en los años ochenta. Interpretó “La dolce vita”, título en italiano con ritmo andaluz, sobre todo por el rasgueo de guitarras y los palmeros, unido al idioma creó una especie de mejunje deslumbrante. Consiguió un séptimo lugar detrás de Nina por España. Obtuvo 76 votos. El jurado español le dio un 7. Nuestro comentarista, Tomás Fernando Flores, se preguntó “si España hubiese llevado una “rumba” tan descarada qué habría pasado”… Lo diría por las antiguas experiencias de Peret y Remedios Amaya, tan poco afortunados en Eurovisión.

No se pueden olvidar los temas que fueron injustamente tratados y que deberían haber quedado mejor. En 1977 Monica Aspelund llevó una canción estupenda, “Lapponia”, muy festivalera que sólo consiguió ser décima con 50 votos, dos puntos menos que nuestro Micky. Fue una pena, porque el coro masculino era un primor y el gritito lapón de Monica no tenía desperdicio. En 1983 fue su hermana Ami Aspelund a Munich con el tema “Fantasiaa”, otra canción de sonido estridente, que gusto mucho al público, aunque algo menos a los jurados. Obtuvo 41 puntos y quedó undécima. Ami se contoneaba al ritmo de la música. Es curioso pero también llevó un coro masculino, con pianista incluido, como su hermana. La canción, según nuestro comentarista, el insigne Ullán, llevaba contenido “zoofílico” porque trataba “de una señora que ya no sentía nada con su esposo y prefería el cariño de su mascota, un perrito”. En fin, como yo no sé finés no me pronunció, pero teniendo en cuenta el cachondeo que se trajo este periodista con todas las canciones, puede que todo fuera una traducción manipulada para hacer un chiste fácil.

Sonja Lumme y Vicky Rosti también consiguieron pocos puntos, siendo las dos mejores canciones que este país ha llevado al Festival. Y no lo digo yo sola, lo han comentado muchos eurofans. En 1985 “Elakoon elamaa” fue un tema con una garra increíble que sólo tuvo 58 votos y el noveno puesto. La verdad es que ese año estaba muy bien representado por todas las delegaciones y era muy difícil decidirse cual era la mejor. En 1987 Vicky Rosti, antigua rockera repescada en el mundo artístico, fue muy mal tratada en los votos, 32 puntos con “Sata salamaa”. Fue decimoquinta, por debajo de “porquerías memorables” como el tema sueco perpetrado por Lotta Engberg, el israelita de Datner y Kuhsnir, la memez de Alexia por Chipre, o el yugoslavo de Novi Fosili. Injusticia supina porque el tema todavía hoy es muy actual, y con otros arreglos sería una bomba.

Con maneras rotundas y una voz perfecta se presentó Lasse Martenson en Copenhague 1964 con “Laiskotellen” que obtuvo el séptimo lugar, merecido, detrás de Udo Jürgens que representó a Austria. Fue el año de Gigliola Cinquetti y no había lugar para los demás. La italiana arrasó en el marcador y desplumó a todos, incluido al gran crooner Matt Monro.

Ann-Christine Nystroem estuvo muy graciosa en 1966 con “Play boy”, canción pegadiza y yeyé aunque algo extraña en la composición. Obtuvo el décimo lugar. Fredi al año siguiente en Viena bajó dos puestos con “Varjoon-suojaan” y eso que le puso mucha intención. En Madrid ’69 el dúo Jarkko y Laura fue la única pareja mixta, con “Kuin silloin ennen”, tema que provocaba la risa, más por el circo que montó el intérprete con el bastón y el sombrero intentando imitar a Charlie Chaplin. Ella parecía sacada de un gabinete de videntes, era muy rarita. Y el trío formado por Markku Aro con las gemelas Koivisto “sisters” llenaron la sala de Gaiety Theatre de Dublín en 1971 de humor con su “Tie uuteen paivaan”, más por la coreografía de las Koivisto al estilo lapón y el colofón entre los tres. La raja de las faldas de las chicas subió la temperatura del local. Fueron octavos. Otro dúo, estaba de moda, Paevi Paunu y Kim Floor cantaron y bailaron con ritmo ruso en “Muistathan” –Recuerda- en 1972. Quedaron duodécimos.

En 1981 se optó por el ritmo “reggae”, con Riki Sorsa que intentaba imitar el estilo de Rod Stewart, sin suerte, porque fue decimosexto. Destacó por sus pantalones con rombos. Hubo mucho colorín en esa edición. El estridente Kirka en 1984, se quedó con el personal en Luxemburgo con armónica y coro chillón, vestimentas dispares, y mucho grito en el tema “Hengaillaan”. Fueron novenos con 46 votos. Optaron por la seriedad en 1986 con el medio barítono Kari Kuivalainen y una canción muy sentimental, que según nuestro comentarista, “sonaba a radio de galena”… Quedó en la plaza decimoquinta, nada del otro mundo, como siempre.

Cuando se pudo cantar en inglés, de 1973 a 1976, tuvieron más suerte. Con Carita en 1974 fueron decimoterceros, y con el orondo Fredi, que repetía, y el “Pum-pum” en 1976 undécimos. Y eso que eran los favoritos por primera vez en su historia. Se salva el medio “country” que sacaron el grupo “Pihasoittajat” en 1975 consiguiendo el séptimo puesto con el tema “Old man fiddle”. Parecían una secta rara sacada de la América profunda. Eran expertos en temas de estilo folk irlandés.

No destacaron llevando figuras de prestigio en su país, como la cantante Katri Helena, que fue en 1979 y repitió en 1993. No tuvo suerte en ambas convocatorias. El tema del ’79 estuvo muy bien interpretado, tenía un chorro de voz impresionante y sólo quedó decimocuarta con 38 votos. En el ’93 con “Tule luo” quedó aun peor, decimoséptima con 20 votos. Es curioso, pero en los dos años que fue coincidió con otra figura nórdica, Tommy Seebach.

Seija Simola y el grupo The Boulevard también eran muy conocidos en su país cuando fueron al Festival. La Simola se presentó en París ’78 con una canción de empaque, “Anna rakkaudelle tilaisuus”, y consiguió 2 puntos, quedando en el penúltimo puesto. En 1988, los Boulevard no tuvieron suerte y también fueron penúltimos con 3 puntos. La verdad es que estos últimos tampoco se mataron mucho con la composición. Tampoco hay que olvidar a Kaija en 1991, antepenúltima con 6 puntos, el dúo Cat-Cat en 1994, vigesimosegundas con 11 votos y eliminación para 1995. Mucha tacañería en dar votos a los fineses, aunque con esos temas poco más podían conseguir porque eran horripilantes.

¿Y los ceros?, tampoco han sido tantos. Han tenido tres como España. En 1963 y 1965, con Laila Halme y Víktor Klimenko respectivamente, cuando los escrutinios eran muy poco equitativos y muchos temas no se estrenaban en el marcador. Y el espectacular rosco de Kojo en 1982 con “Nuku pommiin” –Bombas fuera-, que llevaba letra de canción protesta con ritmo y look tecno-pop. Pero los temas con mensaje no tenían éxito si eran ponerse en contra de las políticas estatales, sobre todo en la Inglaterra de la Tatcher, como fue el caso. Pero Kojo se lo tomó a risa y durante los votos daba saltos y hacía muecas desafiando al marcador.

Han quedado últimos muchas veces. Ahí sí radica el martirio del que antes he hablado. Además de esos tres ceros, fueron los últimos de la clase en 1968 con la sueca Kristina Hautala y su traje verde, en 1980 con Vesa-Matti Loiri, a pesar de cantar con estilo de barítono y flauta incorporada, en 1990 con los insoportables Beat cantando en sueco, que según el señor Luís Cobos, nuestro comentarista “les recordaba a ABBA”, ¡qué valor!. En 1992 con el histriónico Pave Maijanen y el “Yamma, yamma”, el coro era lo mejor. En 1996 con Jasmine, chica de origen gitano que se llevó la guitarra desde Helsinki a Oslo para sólo conseguir 9 puntitos, y eso que ella tiró el clavel al público. Después llegaron las descalificaciones, en 1997 no pudieron acudir. Volvieron en 1998 con Edea, mujer de mirada penetrante y voz de ángel, para ser descalificados y no acudir a Jerusalén en 1999. Lo intentan de nuevo en el 2000, ahora en inglés, con la sueca Nina Astrom, y volvieron a ser eliminados por quedar entre los seis últimos.

Finlandia no está entre los “Big Four” y deben aguantar el chaparrón. No salen en el 2001. Cambian de estilo en Tallinn 2002 con la estupenda voz de Laura Voutilainen, una fiera en escena, y quedan de nuevo en el batallón de cola, perdiendo su plaza para Riga 2003. El año que viene, en Estambul veremos que llevan. Espero que tengan suerte porque hacen todo lo posible por quedar algo mejor. Por lo menos que lleguen a la final, sino menudo trauma para esta delegación.

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