El pasado sábado tuvo lugar uno de los festivales televisivos más importantes. Es el momento culminante del año para los eurofans. Ahora queda un largo año por delante de especulaciones, de quejas gratuitas contra TVE, de nervios, de silencio en el foro… Feliz Año Nuevo Eurovisivo, hasta que nos veamos en Atenas el próximo mes de mayo…

Pero como acabamos de empezar Euroceguera hace escasamente dos semanas, no es cosa de descansar un año entero, así que estaremos los próximos doce meses perdiendo la visión en torno a este festival. Y para ello, haremos algún comentario sobre la quincuagésima edición, en Kiev.

Vistos los resultados, sólo hay una cosa que me consuela del descalabro español en las votaciones. Sí, Suecia, ese país tan eurovisivo, también ha sido expulsado del TOP10 en mismo año en el que nuestra patria es expulsada de igual manera de la elite. Mal de muchos, consuelo de eurociegos. En estos datos, podemos ver que tanto el país con la mejor preselección (la española) y el de la peor (la sueca… ¿o era al revés?) han sido maltratados en el reparto de afinidades europeas. Y si no hubiera sido por los lusos y los pirenaicos…

Algo que será muy comentado es el Bottom4. Claro, como van a estar de todas en la final, ¿para qué votarles? Ahora, yo soy de los que no quieren su eliminación. Para un privilegio que nos queda en la comunidad internacional… Desde Cuba y Filipinas no levantamos cabeza, así que no se metan con el Four.

Inexplicable Selma, lógico Konstantinos (aunque me gustaba su canción), inexplicable lo de Dinamarca, lógico lo de Chiara, inexplicable lo de… Muy fuera de lugar la aparición de Yuschenko (o como buenamente se escriba, yo no hablo ucraniano) ya que es un festival que presume de apolítico. Tampoco me gustó el cantante de Greenjoly con la camiseta de Ernesto Guevara por la misma razón (a no ser que se la hubiera puesto con mera finalidad estética y de moda, por lo que el Comandante estará retorciéndose en su tumba, así que no sé qué será peor).

Durante las votaciones me aburrí soberanamente. La UER deberá pensar algo, porque tantos países son demasiados países, hay algún mensaje en el foto que vaticina que nuestro querido festival puede morir del éxito… ¿Quién sabe? Otra cosa que no me gustó fue la realización. Excesivos planos trepidantes, planos demasiado breves, demasiado lejanos en muchas ocasiones… ¿Es que este año no ha sido realizado por los suecos, como viene siendo costumbre? ¿Por qué dejan algo tan importante en manos de los ucranianos?

Pues yo disfruté tremendamente con la actuación de nuestras niñas, para cambiar de tema. De sonido, creo que estuvieron bien, la coreografía me gustó mucho, me quedé con la boca abierta al verlas agacharse sin perder nada de voz, cara de concentradas y alguna sonrisa. El Pollo nunca me gustó, pero sonó bien y toso, se me ha hecho corto, y la actuación fue bastante aplaudida. Estas chicas tienen mucho que dar aún en la música patria. Las seguiremos con cariño.

Respecto a la Paparizou… salió a ganar y eso hizo. Como Ruslana. Y me alegro por la griega. Cada vez quedan menos países que no hayan ganado nunca, lo cual es bueno, porque aporta nuevas posibilidades. Pues ahora los griegos tienen un año de preparativos por delante… Para ellos, y para vosotros, Feliz Año Nuevo Eurovisivo. La semana que viene más (aún no sé de qué, pero de algo hablaremos).

Roberto Oviedo