EUROVISION E INTERNET

Llega la fecha señalada con rotulador llamativo en el calendario: EL FESTIVAL DE EUROVISION. Llegan los nervios de la partida, el hacer maletas rechazando objetos que se antojan inútiles, pero que luego nos hacen falta, intentando averiguar el clima exacto para no pasarnos en ropa de primavera/verano/invierno. Alemania es fría, pero eficiente: ya funciona todo […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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EUROVISION E INTERNET

Llega la fecha señalada con rotulador llamativo en el calendario: EL FESTIVAL DE EUROVISION.

Llegan los nervios de la partida, el hacer maletas rechazando objetos que se antojan inútiles, pero que luego nos hacen falta, intentando averiguar el clima exacto para no pasarnos en ropa de primavera/verano/invierno. Alemania es fría, pero eficiente: ya funciona todo desde hace días, ensayos, ruedas de prensa, reuniones, fiestecillas…

El grueso de la expedición española nos desplazamos ya a Düsseldorf, un año más a cuestas y un año más de compartir ilusiones festivaleras, de reencuentros con amigos y conocidos, y de prisas, siempre prisas por cubrir este u aquel evento. Ser como Dios y tener el poder de la ubicuidad estaría muy bien en estos frenéticos días de Eurovisión, pero, obviamente, es tarea inalcanzable.

Cada año nos prometemos calma, tranquilidad y certeza de destinos a cubrir y eventos a relatar…pero, nos puede el ansia de fotografiarlo todo, todo, todo…de guardar en la memoria de cámaras digitales miles de instantáneas que, seguramente se utilizarán en un porcentaje mínimo…

Y crónicas, y columnas y llamadas telefónicas de España, y entrevistas y ensayos.

Pero Eurovisión ahora mismo está tan cubierto por tantísimos medios que nada pasa desapercibido. Me tachareís de nostálgico, pero añoro ese glamour de antaño, cuando lo desconocido era venerado, cuando la curiosidad de esa mágica noche se ha perdido por la saturación de imágenes de todo, especialmente de los ensayos. Ahora el factor sorpresa ha desaparecido: conocemos al dedillo cómo se moverá tal o cuál artista, que pasos de baile acompañaran a su propuesta, el vestuario que lucirá, si canta bien o desafina, si dá bien en escena o le puede el pánico a la audiencia…

Internet ha globalizado todo, y, por supuesto, Eurovisión no es la excepción. Redes sociales, noticias instantáneas en tu móvil, suscripciones a páginas, fotos, videos…

¿Qué queda de aquellos Festivales donde apenas había prensa que los cubriera y casi todo se reducía a alguna reseña en las revistas o periódicos y la quiniela que se insertaba en el TP o en la revista de televisión de esa época?. ¡Ay, qué mayores nos hacemos!

Hablando en serio, hay momentos en que Eurovisión me satura, especialmente si sigo al pié de la letra y caigo en la tentación de informarme de todo y verlo todo, con lo cuál esa ilusión por el viaje que está a punto de efectuarse, se reduce. He decidido no ver más ensayos (tarde decisión pues salgo para Düsseldorf en horas). Quiero el directo visto por mis propios ojos y sentir cada nota de esa canción en percepción subjetiva por mi pabellón auditivo. Oler el ambiente (¡la salchicha germana sin duda!) y tocar las cosas relacionadas con el Festival.

Por supuesto pisar el Arena, esquivar obstáculos y cables, saludar a la gente que conozco…y, ¡ay, Señor!, cámara en mano o micrófono en ristre, perseguir a tal o cual representante de tal o cual delegación.
Eurovisión se ha hecho grande, grandioso, global e instantáneo…pero me resisto a que pierda la magia de esa competición musical en una noche inolvidable, aún habiendo perdido algo de emoción en esos votos finales. Somos clásicos, pero nos subimos al carro de la modernidad y de los diversos medios tecnológicos, que, a fin de cuentas, cosas buenas tendrán…

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