ESPAÑOLES: ¡MAS EUFORIA Y MENOS EUPHORIA!

Martes 8 de mayo de 2012. A dos semanas exactas para que de comienzo esta edición, raro será el eurofan que no tenga ya su top personal y sus pronósticos sobre los posibles resultados del sábado 26 de mayo, día de la final. Por un lado, llegar a tener claro cuáles son las canciones favoritas […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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ESPAÑOLES: ¡MAS EUFORIA Y MENOS EUPHORIA!

Martes 8 de mayo de 2012. A dos semanas exactas para que de comienzo esta edición, raro será el eurofan que no tenga ya su top personal y sus pronósticos sobre los posibles resultados del sábado 26 de mayo, día de la final.

Por un lado, llegar a tener claro cuáles son las canciones favoritas de uno mismo es muy sencillo. En ello solamente interviene el gusto personal, aunque vaya variando según pasan las semanas y segun van apareciendo nuevas versiones, reversiones, covers y todo tipo de intentos varios de los distintos representantes y sus discográficas de continuar siendo noticia eurovisiva hasta el último momento.

Pero por otra parte, cuando uno se propone hacer de vidente o simplemente de quedar como el que más controla de todo esto tratando de pronosticar la clasificación final, normalmente hace el ridículo. No me refiero a predecir el “Quién ganará”, sino a dar en el clavo de cuáles serán las 3 o las 5 canciones que se clasificarán en cabeza.

Esto último es megadifícil. Como jugar a la lotería. Porque muy al contrario de lo que el españolito medio piensa sobre Eurovisión, ni todos los años ganan los mismos, ni todos los años se repiten los patrones de afinidad entre determinados países o regiones del continente como para poder ser tenidos en cuenta.

Hay cosas… vale, como la correspondencia de votos greco-chipriota, la hispano-andorrana, la escandinava, la balcánico-rusa o la turco-azerí, cosas tan explicables como (en mi opinión) deseables, ya que esas preferencias y afinidades son exactamente las mismas que se dan en el mercado musical “real” durante todo el año. Que se reflejen también en la noche de las votaciones de Eurovisión no es más que la constatación de que el Festival no es una realidad paralela e institucionalmente artificial sino algo de este mundo y de este tiempo, porque se rige por las mismas reglas.

Si a la Pantoja no se le pasa por la cabeza ponerse a vender discos en Estonia, o si podemos entender que cualquier español en su colección tenga más discos de pop británico o de música italiana que de éxitos soviéticos o eslavos, no veo por qué las votaciones de Eurovisión tendrían por qué ser diferentes.

Además, basta con consultar los resultados de cinco ediciones consecutivas cualesquiera, para constatar que la clasificación normalmente cambia radicalmente de un año a otro, sin más justificación que la estrictamente musical.

Lo mejor de este certamen para mi es justamente esto: que nadie tiene la capacidad de pronosticar el resultado con más porcentaje de acierto que el mero azar. Y por “el resultado” me refiero a aventurar al menos el nombre de siete de los países que ocuparán el Top10 tras las votaciones, no simplemente al ganador, algo infinitamente más sencillo oteando el ciberespacio eurofan.

Ni vecinismo, ni politiqueo, ni afinidad cultural. Nadie conoce ni controla el infinito número de factores que intervienen realmente. Esto es lo que asusta a muchos artistas consagrados (sobretodo en España), haciéndolos reacios a someterse al veredicto de Eurovisión, que todo lo evalúa implacablemente bajo un mismo rasero sin importarle si acabas de salir de un reality o si entre gira y gira haces duetos con Frank Sinatra.

Mucha gente nunca entenderá esto, y el único pronóstico infalible que se puede hacer, por repetitivo, es que la mayoría de la audiencia tenderá a explicarse aquellas partes del resultado que no comparta alegando razones políticas o de vecinismo (este último término es más moderno y no acabo de entender qué demonios significa; siempre pensé que los vecinos se llevaban mal). Pues vale…

Dentro de una semana comienzan los ensayos y podremos empezar a ver cómo funcionan en directo los participantes: unos cumplirán correctamente con las expectativas, otros brillarán aún más y otros demostrarán que no tienen futuro fuera de su estudio de grabación. Lo de siempre, vamos. Y de nuevo los rankings de apuestas se darán la vuelta y los eurofans reajustarán “sus tops”.

Y finalmente, y a pesar de lo visto en los ensayos, queda el momento de la verdad en directo (un gallo, un lápsus, una mueca forzada a la cámara…) que históricamente ya ha conseguido defenestrar a participantes potencialmente ganadores hasta el último ensayo general (véase Francia el año pasado), bien por un pinganillo problemático o simplemente por pánico escénico. Bono de U2 tiene todo un concierto para recuperarse del shock inicial, pero tratar de recuperar la compostura para dar el 100% de uno mismo en solo 3 minutos, es mucho pedir.

Conclusión de todo esto: que nadie de nada por hecho. Ni la victoria sueca, ni el batacazo georgiano. Puede que sí, puede que no, pero nada es seguro. You never know, this is Eurovision.

Y con respecto a la representación de España, idem: puede quedar muy bien o puede quedar peor por mil razones, pero lo destacable es que por vez primera en muchos años, a día de hoy no es descartable, objetivamente, que España pueda acabar entre las tres primeras …o dando la campanada. No es descartable. Y este es el gran incentivo de esta edición para los seguidores de Pastora.

Para mi sorpresa, constato que entre los seguidores españoles esta posibilidad no está demasiado contemplada. O tanto desengaño previo ha debido volver incrédula a mucha gente, o están todos demasiado entretenidos con la sueca Loreen y su happening a lo “hola, me llamo Lorrín y en esa curva me maté yo” justo antes de desvanecerse del asiento trasero del coche. Tan pronosticada ganadora que al final igual se queda en nada.

Pastora sin embargo, sin ser favorita de nadie, está entre las favoritas de muchos, ocupando el 5º puesto del Eurochart de esta web que se elabora con votos procedentes de todos los países. Ahí discretamente como a punto de dar el salto. Y la ganadora del año pasado estaban en el 6º puesto del mismo Eurochart… Sin olvidar las posiciones alcanzadas en casas de apuestas y otros rankings varios.

Quédate conmigo con Pastora Soler es un tema “votable” tanto para el televoto como para los jurados. Es del gusto occidental pero es también “orientalizable”. Y sin ser clara favorita puede sin embargo ser tomada en consideración media en todos los demás países. En muchísimas ediciones, esta fue la clave para ganar.

¡Hasta la próxima!

Miki

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