ESC 2001: CARTA A MI AMOR PLATÓNICO

Desde que te ví permanezco en un sinvivir continuo. El sentido de mi vida, desde aquel nefasto 12 de mayo de 2001, es el de una infernal obscuridad. Nada más verte comprendí que la angustia estaría presente durante todos los días de mi existencia, al percatarme de que sólo iba a poder disfrutar de ti […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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ESC 2001: CARTA A MI AMOR PLATÓNICO

Desde que te ví permanezco en un sinvivir continuo. El sentido de mi vida, desde aquel nefasto 12 de mayo de 2001, es el de una infernal obscuridad. Nada más verte comprendí que la angustia estaría presente durante todos los días de mi existencia, al percatarme de que sólo iba a poder disfrutar de ti en mis sueños.

¡Qué recuerdo tan maravilloso el de tu primera visión! Fue como una tormenta en el salón, un relámpago, un trueno. Todo ello me envolvió como un torbellino girando a mi alrededor. Fue una locura. Aquel pantalón de cuero negro ajustado. Aquel sensual meneo de caderas. ¡Qué desparpajo y qué solera, madre mía! Nunca había visto nada igual en todas las representaciones españolas en Eurovisión. Aquel cabello engominado de punta, aquella tez tan morena, aquella juventud, y aquel brío con el que iluminaste tu participación. Fue una actuación inolvidable, amor mío. Cuánto te he deseado desde entonces.

Sólo te faltó una cosa: un espantamoscas o un repelente contra insectos. Para matar a las mama-chichos aquellas que pululaban a tu alrededor, cual maná de abejorros, amenazándote continuamente con un aguijonazo. Ellas fueron las culpables de que quedaras en sexta posición detrás de los impresentables estonios y de los repelentes daneses. Ellas y la canción, todo hay que decirlo. Porque tengo que confesarte vida mía, que yo me enamoré perdidamente sólo de ti, pero no de la pachanga verbenera que te endosaron. Y eso que el ritmo que llevabas fue gracias a ella, pero eso no quiere decir nada. Hay canciones movidas y festivaleras que están bien, pero esta era muy tópica, machacona y simple. Sólo la salvaste tú, con tu maravillosa presencia, tu desparpajo y tu buen hacer. 

Corazón mío, no sé si te acuerdas, pero aquella noche tuviste algún competidor más que merecía la pena también en cuanto a belleza masculina. Se trataba del cantante turco y del guitarrista sueco. Los dos estaban buenísimos al igual que tú. El sueco era un rubiales musculoso de esos inalcanzables al tacto. Al turco lo debieron sacar de algún hamman típico de Estambul. Pero yo me enamoré sólo de ti. Y sigo tremendamente enamorada. Con la edad vas ganando enteros. Cada día estás más bueno, mi vida.

Tu presencia empañó todo y difuminó en la nada al resto de participantes, a cual más feo e impresentable: el zombi ruso, el payaso letón, el alienígena bosnio, el apacón irlandés, el repelente niñato maltés, que encima tuvo la osadía de intentar hacerte la competencia (no te llegaba ni a la planta de los pies, ante los cuales yo me postraría gustosamente, y más ahora). En cuanto a las cantantes femeninas, a cual peor y más desfasada: la muñeca de porcelana francesa de turno, la Barbie alemana, la engreída y soberbia croata, la Rafaella Carrá eslovena, la colegiala holandesa tirada por los suelos, la vampira rubia de Noruega, la niñata británica con ortodoncia incluida, en fin, para qué seguir…

Amor mío, ¿dónde estás ahora? ¿Sería posible alguna vez poder verte por Barcelona para que pudiera acercarme a ti e invitarte a tomar una copa? Si pudiera ser en mi casa… O quizás en la tuya. Sé que eres de Teruel y que estás casado, lucero mío, pero me importa un rábano. Si supieras durante todos estos años cuánto he soñado con pasar un fin de semana contigo allá por los montes turolenses, perdidos los dos por los bosques del Sistema Ibérico, sintiendo la fragancia de los pinos y las encinas, los dos sentados mirando el cielo y las estrellas, tú rodeándome con tus brazacos, y mientras yo sentada entre tus piernas con aquellos pantalones de cuero ajustados… ¿Te imaginas?

Por tu mujer no te preocupes, envíala un rato al cuerno, por un fin de semana no creo que te mate. Haz un sacrificio por mí, querido mío, ¡cuánto te quiero! Si pudiera ser posible que los responsables de esta web te hicieran llegar esta carta, ¡cuánto lo agradecería!. Porque no sé cómo contactar contigo. Pero me temo que no caerá esa breva. Y mientras tanto yo sufriendo y más sola que una ostra sin perla. Qué se la va a hacer, así es la vida.

Debido a que aquel bomboncito de Raúl no fue elegido el año anterior con Sueño su boca (los peazo tontos televidentes eligieron a un muermo que quedó en el puesto 18º, y eso suponiendo que la cosa no estuviera amañada), TVE quiso enmendar la papeleta al año siguiente eligiéndote a ti internamente (siempre reaccionado tarde como de costumbre). Pocas decisiones como esta debemos agradecerles.

¡Ah! Ni se te ocurra volver al festival de Eurovisión ese, porque tal como está el patio ahora, no sé qué sería de ti. No quisiera perderte ni en sueños. Así que, no hagas ni caso a los pesados expertos esos en eurovisiones, si es que te lo proponen alguna vez. Porque creo que, por muy expertos que se crean, todavía no se han enterado qué clase de terreno pisan.

Te quiero amor mío.

Aquí tienes a tus competidores por orden de preferencia, a ti te he puesto el tercero, sólo por ti y tu cuerpo serrano, morenazo mío.

Toda tuya, Linda.

1º Grecia; 2º Francia; 3ª España, 4º Turquía; 5º Eslovenia; 6º Suecia (sólo por el rubiales de la guitarra, porque el tema interpretado por las dos abbas aquellas no valía un puto pimiento frito); 7º Bosnia-Herzegovina; 8º Países Bajos; 9º Alemania; 10º Polonia (sólo por el chaval, porque la canción era otra basura de tantas).

Mi amor platónico (más guapo que nunca) y su Que la detengan. Si llega a ir con esto y esos acompañantes (la mar de buenorros todos, incluida la chica), hubiera arrasado en Copenhague. Atención al final de este peazo vídeo, pues no tiene desperdicio, así como la historia que cuenta la canción.

La suecada tipo ABBA de 2001. Se trata del vídeo promocional. Lo he puesto sólo para que se fijen en el rubiales, porque aquí se ve mucho más cerca que en el escenario del festival, conduciendo una furgoneta.

La vampira albina de Noruega, al final quedó última

Die for you, de Grecia (Versión Original íntegra en griego)

Je n'ai que mon âme (Sólo tengo mi alma), Francia:

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