ESC 1992: CUANDO LOS TÍTERES SE VUELVEN LOCOS

Tal como dice el título de la columna, la verdad es que en 1992 a los títeres españoles, como dicen en mi tierra, se les fue la pinza a la mayoría, lo cual equivale a decir que se les fue la olla. O mejor dicho, a quienes verdaderamente se les fue la olla fue a […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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ESC 1992: CUANDO LOS TÍTERES SE VUELVEN LOCOS

Tal como dice el título de la columna, la verdad es que en 1992 a los títeres españoles, como dicen en mi tierra, se les fue la pinza a la mayoría, lo cual equivale a decir que se les fue la olla. O mejor dicho, a quienes verdaderamente se les fue la olla fue a los que movían los hilos: a LOS DE ARRIBA. Ellos sabrán qué clase de tejemanejes se cocían en ese festival de Eurovisión (en ese y en todos).

Había por allí en medio de todo un poco: un periodista, una abogada, un ginecólogo (siempre se colaba alguna profesión de lo más variopinta: en 1989 hubo hasta una meteoróloga). Entre los clásicos, que nunca faltaban, se encontraban: dos estudiantes, un economista, una empresaria-ejecutiva, músicos famosos (Roberto Gil de Tennessee, el solista de Los Toreros Muertos, así como un tal Willy Rubio, que fue aquel que se encargó de montar una de las puestas en escena más ridículas de TVE, la de Micky en 1977), actrices (Ester del Prado y la esperpéntica Bárbara Rey), una cantante echada a perder y que ya nos había representado (Karina), y algún personaje de lo más extravagante (que nunca podía faltar tampoco) como por ejemplo el raro José Manuel Parada, y la pitonisa de turno para que adivinara el puesto en que iba a quedar el funeral de Serafín Zubiri, nuestro representante de aquel año, de entre todos los sepelios de la noche.

Sólo faltaron de entre los clásicos, el típico torero de pacotilla, la amable ama de casa y el peluquero de caballeros. De entre los presentes quienes más destacaron fueron Bárbara Rey y Karina, que llevaron la voz cantante desde el primer momento (sin contar a la tontuela de la presentadora). Ambas opinaban de que todo era muy antiguo. Especialmente los looks de los intérpretes. El resto de títeres opinaba igual que ellas, fíjense ustedes qué casualidad. Bárbara Rey dijo: “Se puede ser clásico, pero no tan, tan antiguo”. Pues hija, yo no sé qué entendías tú por ser “clásica o antigua” y qué diferencia ves entre una cosa y otra, pero, lo que estaba claro es que tu peluquera para la ocasión debió ser tu peor enemiga. 

Para prepararme esta columna, he tenido la valentía de zamparme todo el festival de 1992, obviamente rebobinando de tanto en tanto, porque soy masoca pero hasta cierto punto. A ver: una cosa es ir pasado de moda, y otra es ir disfrazado. Que los disfraces sean unos más clásicos que otros, eso ya es otro cantar. Y que la gente esté pasada de moda o vaya vestida de manera hortera, con solo darse una vuelta por la Gran Vía madrileña o por las Ramblas barcelonesas, se le van a una las manías ya sea ahora, antes, hace tres, cinco o seis décadas, da igual. Así que, la superficial crítica de los títeres españoles en plató no sé a qué venía ni por qué se sorprendían tanto tratándose de Eurovisión.

Otras dos marionetas que se lucieron, en este caso tras dar su opinión posterior sobre el resultado del evento, fueron la empresaria-ejecutiva y el economista, es decir, los dos lumbreras de la velada. Tanto el “listo” del economista como la “inteligente” de la empresaria-ejecutiva soltaron la siguiente perla: “La puntuación de Italia ha sido muy exagerada”. Con lo cual el resto de las marionetas estuvo de acuerdo. ¡Fíjense de nuevo qué casualidad! Y eso que eran hasta diecisiete muñecos diferentes, y ¡todos con la misma opinión y gusto musical! Increíble.

La empresaria-ejecutiva dijo además: “Estoy de acuerdo en que lo de Italia ha sido exagerado, y además, las que más me han gustado a mí han sido Irlanda y Austria, y por supuesto, lo de Grecia ha sido totalmente inexplicable”. Y se quedó así tan pancha y ancha la señora. Tras lo cual el resto de muñecos se pusieron a reir.

Vamos a ver, centrémonos: ¿Que Mía Martini, una de las mejores cantantes italianas de los últimos tiempos, con la canción Rapsodia, una de las mejores baladas de toda la década de los '90 en Eurovisión, quedó en un exagerado buen lugar? ¿Que lo de Grecia era inexplicable? ¡Pero si llevó una de las canciones más originales, más mediterráneas y con reivindicación política incluída! Y si Irlanda y Austria fueron de las que más le gustaron, ¿cómo es posible que en la votación final, las marionetas españolas sólo les otorgaran 1 y 2 votos a cada una? Pero, ¿quién manejaba los hilos de aquel extravagante maniquí?…¿Quién? 

El secreto estaba en que a LOS DE ARRIBA no les hizo ninguna gracia que el jurado de títeres italianos del año anterior (entre los que se encontraba la polifacética Raffaella Carrá, por cierto) no le dieran a Sergio Dalma ni un miserable voto, y claro, quisieron vengarse. Otro de los comentarios, que me hizo a mí mucha gracia personalmente, fue el que soltó el ginecólogo: “Es que yo no lo entiendo, porque aquí en este festival se han votado cosas muy raras, ha primado el politiqueo, unos se han votado a unos, otros se han votado a otros…” ¡Hombre chico!, que unos se voten a unos, y otros se voten a otros, yo creo que es de lo más normal ¿O no? ¿Es que acaso no se trata de eso? Y lo del politiqueo no es para alucinar tampoco, que digamos, porque politiqueo hay hasta en los Juegos Olímpicos, y rollo, lo que se dice rollo y mamoneo, hay hasta en los Oscar.

Tampoco tuvo desperdicio la intervención de la pitonisa. Intervención que fue mucho más corta y menos espectacular que la de los pitonisos de 1987 (a mi columna respectiva les remito). Ahora, eso sí, su profecía fue de juzgado de guardia: auguró al entierro musical de Serafín Zubiri del quinto puesto para abajo, es decir, que iba a quedar entre el 5º y el 23º. Y yo me pregunto: ¿para hacer semejante profecía es necesario hacerse pitonisa?

En cuanto a las canciones y shows, este fue el segundo año en que enterraron, ya definitivamente, a la veterana cantante irlandesa Linda Martin (tras haber resucitado), la cual en esta ocasión fue ganadora con el típico bodrio de su compatriota, el repelente Johnny Logan. Este hombre es capaz de lo mejor y de lo peor (a recordar su Terminal 3, de 1984, interpretado por la propia Linda Martin, la obra maestra de los irlandeses en toda su historia eurovisiva, pues pienso que están muy sobrevalorados, en general, en Eurovisión).

El festival consistió en la representación de dieciocho funerales diferentes, con cinco intermedios entre ellos: el de Dafna, el de las Heart to Heart, el de la pavoncia finlandesa, el del británico Michael Ball, y el de la pareja danesa. Estuvo presentado por dos zombis suecos, y entre todos los cadáveres que pudimos ver, quizás el más espectacular fuera la momia con mortaja de Malta. De entre los pocos vivos que salieron, puede que la más locuela fuera la pava de Finlandia, la cual a punto estuvo de darse el batacazo padre al bajar por la resbaladiza escalera lateral del escenario durante los ensayos previos, según comentó el gran José Luis Uribarri. Algunos de los difuntos que se enterraron aquí, consiguieron resucitar años después: el propio Serafín, la israelí Dafna, Evridiki…, y otros ya habían resucitado varias veces antes y volvieron aquí para ser ya enterrados in eternum: los Wind y la desgraciada Linda Martin, ya nombrada.

Merece destacar también (Mía Martini aparte) al grupo francés y su tema Monter la rivié, y a la representación de la antigua Yugoslavia. La televisión de Yugoslavia estuvo representada por la cantante Extra Nena, de verdadero nombre Snezana Beric, de nacionalidad serbia. En realidad, los representrados aquí fueron Serbia y Montenegro, tal como hemos leído por muchas webs, aunque oficialmente su primera intervención en el ESC no fue hasta 2004. Esto fue así porque, Yugoslavia se encontraba por entonces sumida en una horrorosa guerra civil, auspiciada por la comunidad internacional (incluída la propia Desunión Europea esa), que desembocó en el desmembramiento total del país en cinco repúblicas distintas. 

Extra Nena cantó Ljubim te pesmama (Te beso con mis canciones), una balada clásica balcánica que no estaba nada mal. Salió sola y monda al escenario, sin ningún acompañamiento instrumental de ningún tipo. Estaba tan sola, tan sola, que ni siquiera le pusieron director de orquesta, así que tuvo que dirigirla el propio director sueco, Anders Berglund, al cual le colgaron el acordeón al cuello. Solitaria, horrorosamente vestida, en medio del escenario como un pasmarote, como una cariátide arruinada del Erectheíon de la Acrópolis de Atenas, representó como nadie, por sí sola, al derrumbamiento definitivo de la antigua Yugoslavia.

MEJORES CANCIONES DE 1992 SEGÚN LINDA MARTÍNEZ

Favorita: Rapsodia, Mía Martini, ITALIA

2º Monté la rivié, Kali, FRANCIA
3º Oulou tou Kosmou tou Elpida, Cleopatra, GRECIA
4º Little Child, Mary Spiteri, MALTA
5º Wijs me de Weg, Humphrey Campbell, PAÍSES BAJOS
6º Za rak sport, Dafna, ISRAEL
7º Ljubim te pesmama, Extra Nena, YUGOSLAVIA
8º One Step Out of the Time, Michael Ball, REINO UNIDO
9º Zusammen Gehen, Tony Wegas, AUSTRIA
10º Nei eda ja, Heart to Heart, ISLANDIA
11º Theriazoume, Evridiki, CHIPRE
12º Alt Det som ingen ser, Lotte Nilsson & Kenny Lübcke, DINAMARCA

Los títeres españoles 

La vidente suelta su augurio

Intervención final del economista y de la empresaria-ejecutiva, los dos títeres más listillos, despotricando sobre Italia y Grecia. (Si no podéis visualizar el vídeo, lo tenéis en youtube).

La mejor canción e intérprete del festival, Mía Martini canta Rapsodia

La decadencia de la antigua Yugoslavia, representada estupendamente con Ljubim te pesmama (Besándote con mis canciones).

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