ESC 1989: EL FESTIVAL DE LA PERESTROIKA

Saludos de nuevo a todo el mundo eurofan. Mis deseos de paz y felicidad para este 2013 que seguro que nos depara grandes sorpresas y emociones.  Continuando con nuestra historia, he decidido ir avanzando algunos de los festivales que me parecen más interesantes, en lugar de hacer este viaje por Eurovisión estrictamente lineal.  Demos un […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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ESC 1989: EL FESTIVAL DE LA PERESTROIKA

Saludos de nuevo a todo el mundo eurofan. Mis deseos de paz y felicidad para este 2013 que seguro que nos depara grandes sorpresas y emociones.  Continuando con nuestra historia, he decidido ir avanzando algunos de los festivales que me parecen más interesantes, en lugar de hacer este viaje por Eurovisión estrictamente lineal.  Demos un salto, pues, en el tiempo y coloquémonos en 1989, un año de los más divertidos eurovisivamente hablando. 

Se celebró el ESC de 1989 en la sosa y fría Suiza. Hubo una pareja de presentadores. Él estuvo a tono con el país: la sosez personificada, más esaborío imposible. Ella algo mejor. Por entonces, cuando había una pareja de presentadores, la chica solía ser monilla (salvo excepciones) y los hombres más bien algo mayorcetes. Tuvimos que esperar la friolera de 17 años más para que nos alegraran la vista con Sakis Rouvas.

En Lausanne y en aquél magno espectáculo, a falta de uno, se colaron hasta dos corruptores de mayores. Pero a diferencia de otras veces, en esta ocasión su osadía la pagaron cara.  No tuvieron piedad con ellos los jurados y sólo les obsequiaron con una pequeña golosina, dándoles un cachete en el culete y enviándoles de regreso a casa con mamaíta. Para que aprendieran a no meterse en el farragoso y, sobre todo, peligroso mundo de los adultos. Siempre ha habido algún corruptor de mayores en el ESC, recordemos por ejemplo a Jean-Jacques en 1969, a los Caramelos en 1979, a la niña que acompañó a Hot Eyes en 1985, o inclusive la propia ganadora de 1986, Sandra Kim. Y esto sólo por citar a cuatro. En realidad, el festival junior ese que se celebra desde hace 10 años está sobrando, puesto que Eurovisión ha sido siempre de lo más junior.

Cambiemos de tema. ¡Que tiempos aquéllos cuando disfrutábamos de la orquesta! Y de los extrabagantes directores de orquesta también. ¡Quién no recuerda a Napoleón Bonaparte dirigiéndola en 1974! Podríamos hacer una lista de los más “frikis” y nos saldría bien larga, un repertorio de lo más ameno. En 1989, uno de ellos se volvió loco de remate y a punto estuvieron los realizadores del evento en parar la actuación para llamar a una ambulancia y que se lo llevaran. Pero no hubo necesidad de ello, el hombre se recuperó y la cosa se calmó volviendo todo a su cauce con la actuación siguiente que fue mucho más sosegada.

Una estatua (en Eurovisión siempre ha habido muchas, de hecho en su día se le llegó a conocer como “el Museo de Cera de la tele”) apareció vestida de rosa. Le insuflaron un soplo de vitalidad con el elixir de la vida y cantó su delicado tema acompañada de otra escultura que en mitad de la interpretación surgió por detrás. Tras esta actuación aterrizaron un grupo de extraterrestres. No podían faltar tampoco los aliens aquí. Provenían de una galaxia muy lejana a la nuestra llamada “Guayominí”. Su canción no estuvo nada mal.

Otra estatua actuó después de los alieníjenas. Representaba a una joven vestida también de rosa muy pálido, casi casi blanco. Para mi gusto fue una de las interpretaciones más “frikis” de la gala. Estuvo acompañada por otras cuatro estatuas. Hacia la mitad de la canción, una de estas estatuas cobró también vida y acercándose a la joven le entregó a ésta una florecita. La niña se emocionó tanto que casi se rompe y se desmorona allí mismo (ella y la flor, las dos).  Tanto si se es estatua o persona, no se puede ser más cursi ideando puestas en escena, que quieren que les diga.  Es un claro ejemplo de cómo una, yendo de sencilla y sin proponérselo, puede convertirse en la más hortera de la función sin comerlo ni beberlo y sin ser una Verduschka, un Chikilikuatre o algo así por el estilo.

Acto seguido una señora disfrazada de bruja actuó acompañada de un grupo de lo más heterogéneo. A ella sólo le faltaba la escoba para salir volando. El jurado español (que por cierto, aquel año no tuvo desperdicio, más adelante me referiré a él) le concedió hasta 8 votos. Adivinen ustedes de quién se trataba cuando vean el festival después de leer esta columna.

Y hablando de cursilerías, lo que vino poco después también es para no perdérselo y digno de admiración. Apareció una clon de Salomé como un vendaval y vestida de rojo (la canción que interpretó se titulaba  Por la ciudad de rojo), junto a dos tipos de blanco. Nos ofrecieron una especie de cabaret descafeinado.  En mitad de su performance, esta sucedánea de Salomé comenzó a hacer señas al director de orquesta para que subiera al escenario y les acompañara en el número. En esto que, al darse cuenta, el director hizo un gesto como diciendo: “¿es a mí?”, a lo que “Salomé” le indica que sí, que suba y se añada a la fiesta.  El director de orquesta pegó un brinco y de un salto se colocó en el escenario para acabar juntos el show.  En realidad, el mencionado director, que iba también de blanco, no era tal sino un suplantador. Formaba parte, junto con los otros dos, del trío acompañante de la “Salomé” colorada.  El verdadero maestro apareció por un lado, cuando el de blanco abandonó la orquesta e invitó a aquél a que siguiera dirigiéndola, cosa que así hizo.  ¿Qué?, ¿qué les parece?  Demasié, a que sí.

Toda esa parafernalia es la que se montó esa cachonda mujer junto con sus tres acólitos haciendo más bien el chorra. Todo para encandilar a los “inteligentes” jurados.  Y la verdad es que lo consiguieron, porque fueron encumbrados al tercer puesto de la clasificación final.  ¡Increíble!  Parece ser que les pareció esto la mar de moderno. Lo más “in” y “fashion” del momento y actualidad musical.  Que quieren que les diga, a mí me parece que no se podía estar más en las antípodas de la música para 1989. Fue como meterse en la máquina del tiempo y retroceder de golpe veinte años atrás, a 1969, con los Valldemosa vestidos de blanco en lugar de negro, y Salomé rubia en lugar de morena y vestida de rojo en lugar de azul. 

Pero sigamos con nuestro repaso, que luego me dicen que me enrollo como las persianas. En cuanto a la representación española de aquel año, mención especial merece el modelito que lució Nina para la ocasión. Salió Nina ataviada con un vestido muy ceñido y corto, de color rosa  (el rosa es el color oficial en Eurovisión) y con unos guantes negros muy largos. En más de una ocasión en la TV pública catalana, Nina ha hecho el siguiente comentario cada vez que le ponen el vídeo de su actuación: “¡Ay, però quin vestit més horrorós!”. Efectivamente, Nina, si me estás leyendo que sepas que tienes toda la razón del mundo. Tu vestido era espantoso, horripilante, de la época de “El último cuplé”, vamos.  Y si no hubiese sido por esa desgraciada circunstancia seguramente hubieras quedado hasta en cuarta posición. Top 5, seguro, seguro.  Como ya he dicho muchas veces, y este es un claro ejemplo de ello, en este festival se da más importancia a lo que se ve que a lo que se escucha. Hasta 9 jurados quedaron atónitos y suspensos cuando vieron a Nina encima del escenario con aquella pinta, petrificada allí en medio y espatarrada como un pato a causa de aquel atuendo. Aparte de que se debieron partir el culo de la risa lógicamente, con lo cual no le concedieron ni un puto voto.

Claro que en cuanto a guasa y pitorreo, Nina se quedó corta comparada con el resto de actuaciones, como se puede comprobar viendo el festival.  Si todavía les quedan ganas, sigan leyendo y agárrense bien a la silla porque vienen curvas.

Les presento ahora lo mejor y más alucinante del show de aquella noche:  una pareja de novios, vestidos ya para la ceremonia, se subió al escenario del festival para celebrar su “martirimonio” por el rito griego-ortodoxo. Sólo faltó el pope. Les dio tiempo eso sí, de entonar su cancioncita, con una letra que era todo un alegato por el “martirimonio” (así lo llama Woody Allen) heterosexual, que no por el homosexual obviamente, porque en aquellos lejanos tiempos éste todavía no se encontraba ni en lo más profundo de los sueños húmedos del músico o político de turno. Si existiesen los Oscar Eurovisivos, estoy en la duda de si se habría de dar el “Oscar a lo más friki” a la niña de la florecita o bien a estos dos. Yo cada vez que los veo es que me meo. ¡Y se quejan Sergio y Estíbaliz de la pinta que tenían en 1975! Pues si ven a estos…

Pero no todo fueron bodas en 1989. Como estamos comprobando, hubo de todo un poco. Cambiando radicalmente de tercio, asistimos a un sepelio. Sí, tal como leen. No me estoy volviendo loca, no. Con eso de que por entonces ya empezó a ponerse de moda la música en los entierros, una señora nos obsequió aquí con un tema típico de un funeral, sentada al piano y acompañada por un coro masculino vestidos todos del luto más riguroso. Sólo faltó un candelabro con velas encima del piano de color negro, además del difunto, al cual, al parecer, no le debió gustar la canción y escogió la suya propia interpretándola un poco más tarde en solitario.  

En efecto, hacia la actuación número veinte, hizo su aparición en escena una especie de fantasma o muerto viviente. Estático en mitad del escenario, cual figura de cera, interpretó su tema, el cual parecía también una canción de otro mundo.

Como colofón al evento salieron los payasos de la tele (pero no de RTVE, sino de una TV del Este). Parece ser que estuvieron allí representando a la “Perestroika”, que para el que no lo sepa se trata del nombre que recibió la particular transición “democrática” de los países del Este. Estaban borrachos perdidos todos como cubas, como se pudo comprobar más tarde también en la “green room”, tirados por el suelo y descojonándose de la risa. Llevaban un pedo que no se aclaraban. La canción y el show que presentaron sólo se merecían dos posibles adjetivos: ridícula y horroroso.  Pero, sorprendentemente, los “inteligentes” jurados acabaron concediéndoles el “Grand Prix” del “Concours Éurovision de la Chanson”. ¡Hala! ¡Chúpate esa!

Tras ver el festival muchas veces, sólo se puede llegar a una conclusión: En los otros continentes no sé yo cómo estarían musicalmente, pero, desde luego, más horteras que los europeos no creo que hubiera nadie en este mundo en aquella época.

Me voy a referir ahora, para acabar, al jurado español de aquel año. La tertulia final fue uno de los mejores momentos del festival. Estuvo la mar de divertida, ya que el jurado se lo pasó bomba a costa del desfile de excentricidades y ridiculeces que fueron obligados a ver toda la santa tarde y parte de la velada. Además, jamás un jurado español estuvo tan atinado en sus comentarios y deliberaciones. La presentadora fue Inka Martí (otra desaparecida, a la cual alguien debería buscar a ver si la encuentran).  

Como introducción, Inka empezó diciendo: “Bueno, señoras y señores, aquí estamos de nuevo y, yo no sé ustedes, pero aquí el jurado español ha concluído que Europa está hecha polvo” (risas de sus compañeros). Pero vamos a ver, vosotros no habéis dado a la canción ganadora ¡ni un solo voto, ni uno solo!”dijo flipando, tras contrastar que la clasificación final no coincidía apenas en nada con el top 10 del jurado.  

Sería estupendo que alguien subiera a youtube la tertulia entera, pues sólo se puede ver allí la intervención de la malograda actriz Emma Penella, la cual soltó la siguiente perla: “Yo pienso que España no debería presentarse más a Eurovisión”  (risas de todos sus compañeros), “lo estoy diciendo totalmente en serio. Es que yo creo que España nunca la valoran con respecto a su calidad, y siempre va a los Oscars, las Eurovisiones y todas esas cosas tan importantes, y España parece que sí, parece que sí… pero no. Entonces España yo creo que debería tener esa hidalguía que ha tenido siempre y decir: Señores, ¿saben qué les digo?, que una vez sí, otra también, pero ya tantas veces choca”. Como digo, nunca un jurado español estuvo más acertado en sus opiniones y conclusiones. Un recuerdo para ella, esa gran actriz que fue Emma Penella, ya fallecida.

Formaron parte del jurado también entre otros: uno de los contertulios habituales en el programa de Mª Teresa Campos, que no me acuerdo cómo se llama; el entrenador del Club de Fútbol Deportivo Español, y un torero jovencillo (siempre solía haber alguno en los jurados), monísimo el chico por cierto, el cual comentó:  “Pero vamos a ver, con la canción tan maravillosa que ha llevado Inglaterra… ¡y que haya ganado la canción que ha ganado!”Estupefacto estaba el chaval tras ver el resultado final.

Se hizo referencia también a la clon de Salomé, indicando que España había sentado escuela en esto de Eurovisión. Hasta había una meteoróloga allí metida como miembro del jurado, ¡imagínense ustedes!, ¿Por qué entonces no voy yo a poder tener mi propia columna de opinión, o cualquiera de nosotros?

Rondaba por allí también Pitita Ridruejo, que por una vez dejó sus misas y sus rezos a la Virgen y se vino p'acá para despejarse y entretenerse un poco. Fue un jurado de lo más variopinto. Y se lo pasaron pipa con el cachondeo que se llevaban. Para rematar sus críticas, una de las contertulianas hizo el siguiente comentario:  “Claro, es que son los tiempos de la Perestroika. Hemos hecho mal. Deberíamos haber reflexionado”. A lo que sus compañeros le espetaron todos al unísono: “¡Pero mujer, nosotros nos hemos fijado en la canción!”. Hay que ver. ¡Dichosa política! Quien nos iba a decir que hasta por aquí asomaría enseñando los morros. ¡Ay, Señor!

Impagable intervención de la actriz Emma Penella en la tertulia posterior al Festival de Eurovisión 1989.

Como canciones más interesantes de ese año, he puesto diez porque es lo tradicional, pero la verdad es que sólo salvaría las 6 primeras. La finlandesa la he puesto más que nada por su originalidad. Es la primera vez que escuché una rumba cantada en finés, y hasta el momento me parece que la última.  Las dos últimas las podéis quitar y cambiar por otras, pues la verdad es que el resto era todo verdaderamente infumable.

Favorita: Avrei voluto, Anna Oxa & Fausto Leali, ITALIA

Nacida para amar, Nina, ESPAÑA

Why do I always get It wrong?, Live Report, GRAN BRETAÑA

To diko tou asteri, Marianna, GRECIA

Blif zoals je bendt, Justine, PAÍSES BAJOS

Nur ein lied, Thomas Forstner, AUSTRIA

La dolce vita, Anneli Aoristo, FINLANDIA

En dag, Tommy Nilsson, SUECIA

Monsieur, Park Café, LUXEMBURGO

Bana Bana, Pan, TURQUÍA

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