¿ES LOREEN LA GANADORA DE EUROVISIÓN?

No suele ser tan habitual que una cantante alejada del trono del pop internacional cree tantas expectativas para conquistar el triunfo del festival antes incluso de ser elegida. Hasta anoche, las casas de apuestas, los sondeos de webs, Spotify y Youtube no dejaban lugar a dudas: si ganaba Loreen, ganará Suecia, aun a riesgo de la […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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¿ES LOREEN LA GANADORA DE EUROVISIÓN?

No suele ser tan habitual que una cantante alejada del trono del pop internacional cree tantas expectativas para conquistar el triunfo del festival antes incluso de ser elegida. Hasta anoche, las casas de apuestas, los sondeos de webs, Spotify y Youtube no dejaban lugar a dudas: si ganaba Loreen, ganará Suecia, aun a riesgo de la batalla que puedan presentarle el resto de cantantes, conocidos o no.

De momento, la primera parte de la premisa se ha cumplido: Danny Saucedo, mucho menos seguro y sorprendente en el escenario y muy lejos del magnetismo de su contrincante, ha sucumbido. Euphoria vuela directamente a Bakú con el gran apoyo del público y del jurado, habiendo ganado su final de forma unánime.

Pero, ¿qué tiene Loreen? Ante todo, la espléndida puesta en escena: puramente televisiva, con una contribución inestimable por parte de la realización y una expresividad no verbal tan encantadora como visiblemente enraizada en numerosos referentes culturales. Mucho más confiada que con el My Heart is Refusing Me del año pasado -bien es cierto que el desgaste de la voz es menor en Euphoria-, la sueca de orígenes bereberes y 28 años ha conseguido reducir el resto de opciones de su gala final a mera corte. La fuerte telegenia de Loreen, que goza de una presencia escénica inmejorable, así como la dosificación episódica e in crescendo de su coreografía hasta su culminación con el bailarín son las dos grandes bazas que sitúan firmemente sobre la mesa la posibilidad de una victoria nórdica el próximo 26 de mayo, además de la propia canción, altamente adictiva.

Número uno en Suecia, Thomas G:son está dispuesto a conseguir al fin el primer premio europeo con este tema -mucho más exportable que el Quédate Conmigo de Pastora Soler-, algo que ya rondó de la mano de su compatriota Carola o con el dúo danés de 2010. Idéntica intención comparte el otro compositor, Peter Boström, autor del mismísimo Amazing de Saucedo, por cierto, y de algunos éxitos de Eric Saade, al tiempo que productor de una de las participaciones que prometen hacerle sombra a Loreen en Bakú, el Stay de Tooji.

Una vez más y a pesar de la falta de desatino en la elección española de este año -digno de celebrar-, la comparación con los vecinos del norte es ridícula. Suecia se mantiene en su indiscutido trono gracias a la eficiencia de la fórmula del Melodifestivalen, tan arriba y tan lejos como sus expectativas de resultado. La clave, aunque simple, parece no estar al alcance de todos: ningún margen a la improvisación y algo de ilusión.

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