EL CAMINO QUE LLEVA A LISBOA (PRIMERA PARTE)

Nuevo año, nueva edición y nuevo camino, y quién nos iba a decir que sería a Lisboa, a Portugal, el país más maltratado y con peores resultados de la historia de Eurovisión. Como cada temporada por estas fechas comienzo el repaso a las candidaturas de la próxima edición del festival. Un análisis de primeras impresiones, […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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EL CAMINO QUE LLEVA A LISBOA (PRIMERA PARTE)

Nuevo año, nueva edición y nuevo camino, y quién nos iba a decir que sería a Lisboa, a Portugal, el país más maltratado y con peores resultados de la historia de Eurovisión. Como cada temporada por estas fechas comienzo el repaso a las candidaturas de la próxima edición del festival. Un análisis de primeras impresiones, a primera vista y escucha, de las canciones que sonarán sobre el escenario del Parque de las Naciones de la capital portuguesa el 8, 10 y 12 de mayo. Hasta llegar allí, conoceremos las versiones finales de cada canción, descubriremos sus videoclips, asistiremos a sus ensayos e, incluso, quizá las disfrutemos en directo en la ESPreParty. Esta es mi primera opinión de las 13 primeras canciones de Eurovisión 2018.

Albania: Eugent Bushpepa – Mall.

Buen pistoletazo de salida a Eurovisión 2018, con una candidatura con calidad y personalidad. La voz de Eugent Bushpepa es un prodigio, y la melodía e instrumentación de “Mall” son muy bonitas. Por delante sufriremos una adaptación forzosa a los tres minutos reglamentarios que espero no estropeen la estructura, ni manoseen el estilo, ni mucho menos toquen el idioma. No estoy muy convencido de como recibirá Europa a Albania, sobre todo en una edición que arrastrará el inevitable efecto Sobral, pero hay que agradecerles su apuesta arriesgada y diferente. Nota: 2/5

Francia: Madame Monsieur – Mercy.

Segunda propuesta para Lisboa y, seguro, una de mis grandes favoritas de la edición. Un flechazo a primera vista y escucha, sin entender la letra, ni conocer la historia real de la canción, que me ha enamorado por completo. Me encanta ella, su voz, su directo, su carisma, su imagen y la química con él; me emociona la letra, lo que cuenta y como lo cuenta; y me fascina la melodía, la instrumentación y esa mezcla entre el pop clásico francés y la electrónica contemporánea. Francia cumple tres años desde un cambio de delegación que lo ha cambiado todo, incluyendo la fantástica final nacional de esta edición, y Madame Monsieur y Mercy son un nuevo paso adelante. Nota: 5/5

Chequia: Mikolas Josef – Lie to me.

Claro favorito de la primera final nacional de Chequia en 10 años, incluso antes de que se oficializara su participación en ella, siempre me ha dejado muy tibio. Me gusta mucho Mikolas Josef, como canta, como baila y su derroche de carisma y buen rollo, pero Lie to me se me queda a medio gas, me parece repetitiva y no me aporta nada nuevo o especial, además de un mensaje que me chirría en algunos momentos. A la espera de la nueva versión, me siento en un punto intermedio, creo que ya también generacional. Nota: 2/5

Malta: Christabelle – Taboo

Thomas G:Son ha enviado a Malta un tema cualquiera que nadie ha querido en Suecia. Los malteses, por su parte, se han inspirado en un puñado de puestas en escena suecas de la última década. El resultado de todo esto es un batiburillo de cosas escuchadas y vistas una y otra vez. Dentro del cliché, ni bueno, ni malo, la canción es disfrutona, pero necesita un completo lavado de cara, comenzando por si misma, y continuando por una escenografía unificada y acorde. A Malta le hace falta más personalidad y menos referencias, algo difícil en esta edición en la que toda su base es un pastiche, pero tienen tiempo de sobra para transformarse en algo más o menos único. Nota: 2/5

Suiza: Zibbz – Stones.

Suiza lleva 12 ediciones de travesía por el desierto que no parece que vayan a abandonar este año, y no porque su canción sea mala, no lo es, ni su grupo, tampoco. Zibbz defienden con fuerza Stones, un tema a medio camino entre el pop y el country con algún matiz rockero, en la línea del sonido estadounidense, que suena bien y es agradable de ver. El problema empieza justo ahí, en ser un producto tan estándar, sin nada diferenciador, ni especial, con poco que reprochar, pero también poco que destacar, o lo que es lo mismo, sin nadie que vaya descolgar el teléfono para votar por ella. Nota: 2/5

Reino Unido: SuRie – Storm.

El Reino Unido dio un paso adelante en el año 2016 y comenzó a andar en 2017, pero este 2018 se vuelve a echar la siesta, para que luego digan de los españoles. Una candidatura impropia de la música y la televisión británica, de hecho, lo fue toda la final nacional. Por mucho revamp y por mucha escenografía, van a tener muy difícil, por no decir imposible, escapar de los cero puntos. Ahora bien, si me olvido de que hablamos de Eurovisión y el Reino Unido, tengo que reconocer que la canción me gusta mucho, me transmite alegría y positividad, y el estribillo se me graba a fuego, pero eso no la hace ni buena ni competitiva, solo la convierte en mi primer Guilty Pleasure de la edición. Nota: 3/5

Dinamarca: Rasmussen – Higher ground.

¡Los vikingos zarpan a Lisboa! A pesar de que la canción es aceptable y la escenografía muy visual, los daneses no me engañan con su envoltorio, y es que para sorpresa de nadie han presentado la misma canción de siempre: Si, amigos, ese himno de estribillo increscendo, letra aseverativa y estructura milimétrica. No sé si el disfraz conseguirá despistar a los jurados y espectadores europeos, pero a mi me deja más frío que el hielo groenlandés. Nota: 2/5

Italia: Ermal Meta & Fabrizio Moro – Non mi avete fatto niente.

A todos nos ha ocurrido alguna vez que una canción, un libro o una película tiene muy buenas críticas, e incluso nosotros mismos sabemos de su calidad, pero no compartimos la opinión general, bien por una cuestión de gusto, o simplemente porque no sabemos apreciarlas. Esto me ocurre con la candidatura de Italia para Eurovisión 2018. Plenamente consciente de su calidad, su gran letra y precioso mensaje, y su notable interpretación, no consigo meterme en la historia, ni empatizar lo más mínimo en el aspecto musical, ni encontrar lazos personales que me lleven a, al menos, poder entenderla. Y todo esto me da mucha rabia. La música como cualquier arte, al final, son sensaciones, y para mi Italia lleva a Lisboa la que no sé si es su peor candidatura desde su regreso, pero desde luego es la que me causa más indiferencia. Nota: 2/5

Grecia: Yianna Terzi – Oneiro mou.

Después de cuatro años, como mínimo, Grecia vuelve a ser Grecia, pero me atrevo a decir que regresamos a las candidaturas previas a Helena Paparizou, Sakis Rouvas y derivados que coparon todos sus grandes éxitos en la década de los 00's y primeros 10's, y nos retrotraemos a las baladas helenas de los 90's, en su idioma, y con ese aire étnico y místico. La canción me agrada, especialmente la parte instrumental y el puente, aunque no me termina de enamorar sin una actuación en directo o un videoclip que termine de redondear, o no, el pack. De todas formas, se agradece y mucho este regreso a los orígenes, fruto del Efecto Sobral. Nota: 3/5

Bielorrusia: Alekseev – Forever.

Todo lo que Bielorrusia ganó en 2017, con una candidatura auténtica a todos los niveles, lo ha perdido este 2018. Una canción artificial y prefabricada, carente de alma y personalidad, y un cantante mediocre que destaca más por lo que se ve que por lo que se oye. La escenografía, para colmo, es un pastiche de otras actuaciones sin un ápice de originalidad, y lo que es peor, tampoco de espectacularidad. Una propuesta de pop ruso con ínfulas de grandeza que no aporta absolutamente nada. Nota: 1/5

Montenegro: Vanja Radovanovic – Inje.

Las baladas balcánicas es uno de mis subgéneros eurovisivos favoritos pero, como en todos, hay canciones buenas y no tan buenas. Montenegro regresa al estilo que le ha dado sus mayores éxitos en el festival, por no decir los únicos, pero lo hace en un perfil muy bajo. La candidatura en este momento no hay por donde cogerla, por casposa, hortera y rancia, pero sí se percibe cierto potencial que pasa por hacer una canción más contemporánea, una actuación más elegante y traer al cantante, sino al 2018, al menos sí a este siglo. Si consiguen un producto razonablemente actual y atractivo, no sería descabellado pensar en una clasificación para la gran final, siendo una candidatura única en su género y rodeada de vecinos. Si no lo logran, gracias por venir y saludos a Daniel Popovic. Nota: 1/5

Serbia: Sanja Ilic & Balkanika – Nova deca.

Tras dos años de candidaturas de pretendido carácter internacional, Serbia también ha vuelto a sus orígenes, y no solo en una cuestión de estilo, sino que Nova deca podría pasar perfectamente como la representante de su debut en Eurovisión 2004, o por muchas de las propuestas ex-yugoslavas de la pasada década, desde Zauvijek moja hasta Vukovi umiru sami pasando por Mojot svet o Bistra voda. Esto para mi no es ni bueno, ni malo, ya que hablo de mi región fetiche y el periodo en el que me convertí en eurofan, pero sí me faltan muchas cosas para considerarla una representación atractiva y competitiva hoy en día. Hasta conocer la versión final y ver los ensayos, me parece una actuación agradable, con retales de aquí y allá, pero carente de chispa y encanto. Nota: 2/5

Alemania: Michael Schulte – You let me walk alone.

Cuando nos enamora una canción, una actuación, normalmente lo hace a primera escucha, a primera vista. Alemania despierta de su letargo eurovisivo con un tema mágico, emotivo y auténtico, un estribillo que es pura perfección pop, y una interpretación elegante y exquisita dentro de su sencillez. A pesar de que su historia pueda estar manida, el mensaje es lo suficientemente universal para que muchos nos podamos sentir identificados con lo que dice, con lo que canta. Una candidatura que transmite verdad, y eso en la música y el arte en general, es lo más importante. Aquí hay un top 10, incluso un top 5, y veremos a ver si también algo más que de una forma u otra haga historia eurovisiva. Bienvenida de nuevo, Alemania. Nota: 5/5

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