EL CAMINO QUE LLEVA A ESTOCOLMO (CAPÍTULO III)

El viaje anual siempre tiene un tramo que se hace más duro, donde ya se vislumbra la meta y queda muy lejos la salida, y en el que hemos disfrutado de paradas muy emocionantes y sorprendentes que ahora al ser rutinarias nos parecen más aburridas e intrascendentes. Cada paso en el camino, sin embargo, es único, […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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EL CAMINO QUE LLEVA A ESTOCOLMO (CAPÍTULO III)

El viaje anual siempre tiene un tramo que se hace más duro, donde ya se vislumbra la meta y queda muy lejos la salida, y en el que hemos disfrutado de paradas muy emocionantes y sorprendentes que ahora al ser rutinarias nos parecen más aburridas e intrascendentes. Cada paso en el camino, sin embargo, es único, diferente y necesario para completar el mapa de Eurovisión 2016. Desde Israel hasta la Croacia de mi vida y de mi corazón, continuamos escribiendo el cuaderno de bitácora del camino que lleva Estocolmo, y tan ricamente.

Israel: Hovi Star – Made of stars.

Las finales nacionales para Eurovisión con concursos paralelos de cantantes y canciones son arriesgados, quizá tengas suerte como Lena con Satellite, o probablemente no como Beth con Dime o Lucía Pérez con Que me quiten lo bailao, ya que más allá de que sean mejores o peores temas, no siempre satisfacen a sus artistas. Hovi Star tiene una buena voz envuelta en un look glam que no termina de ser lo suficientemente llamativo o transgresor a estas alturas. Made of stars suena totalmente anodina, por si sola, y especialmente en la voz de un intérprete al que le resta su carácter formado por un batiburrillo de personalidades. A la espera de la nueva versión, mala combinación, y futuro muy dudoso de Israel en Estocolmo. Nota: 2/5

Países Bajos: Douwe Bob – Slow down.

Eurovisión es un festival en el que tienes que gustar y sorprender en tres minutos de actuación, lo que da lugar a infinidad de artificios, piruetas y máquinas infernales. A veces se agradecen propuestas estrictamente musicales, quizá menos competitivas, pero por lo general con buen gusto. Países Bajos llama la atención por la sencillez y a la vez atractivo de su cantante y canción, quienes parecen haberse perdido en el tiempo entre Albert Hammond y REM, con una letra y melodía deliciosas. Douwe Bob completa el trío country holandés con Anouk y The Common Linnets, un escalón por debajo, pero en un nivel muy alto. Nota: 4/5

Montenegro: Highway – The real thing.

No se le puede negar a Montenegro, un país pequeño con una ínfima industria musical y televisiva, la diversidad, modernidad y originalidad de muchas de sus propuestas eurovisivas. Este año no me desagrada su experimento, en la línea electrónica y oscura de la edición, pero con un punto alternativo, aunque se presume cierto amateurismo. El pésimo videoclip y la peor presentación en directo, sin embargo, no pronostican nada bueno en Estocolmo. Nota: 2/5

Rusia: Sergey Lazarev – You are the only one.

Espectáculo puro y duro. Rusia lanza la segunda ofensiva consecutiva por la victoria de Eurovisión, con uno de sus cantantes más famosos que suple su discreta voz con carisma y belleza para dar y tomar, una canción de corte europop, tan manido, como efectista, y un videoclip espectacular que probablemente van a intentar reproducir con todos los medios a su alcance sobre el escenario del Globen Arena. Algunos opinan que si esta candidatura la presenta otro país con otro cantante no sería el favorito, yo precisamente pienso que si no fuera Rusia ni se llamara Sergey Lazarev no sería tan criticada. Apuesta muy fuerte para llevar el Eurofestival de nuevo a Moscú, o a San Petesburgo o Sochi, o quizá el señor Putin nos mande a todos a Siberia. Nota: 5/5

Polonia: Michal Szpak – Color of your life.

David venció a Goliat. Las gigantes Margaret y Edyta Gorniak perdieron el partido por un gol en propia meta, la primera con una canción ganadora pero con un directo, una escenografía y sobre todo una actitud lamentable, y la segunda con una voz grandiosa pero con un tema olvidable y una presencia muy lejana de la elegancia y seguridad de hace 22 años. Entre medias tomó la delantera un desapercibido Michal Szpak que engalana su balada clásica e intrascendente con vozarrón, atractivo y carisma (y pelazo). Polonia, quizá, ha dejado pasar la oportunidad de hacer algo grande en Eurovisión o, probablemente, ha librado del batacazo a una, y ha mantenido en el recuerdo a la otra. Nota: 2/5

Estonia: Juri Pootsmann – Play.

Estonia le ha cogido el gusto a las bandas sonoras, si el año pasado nos deleitó con un corte a lo Tarantino, este no le va a la zaga a Bond. Play suena a rock clásico, a jazz, a big band, con una estética sesentera en la que queda muy elegante la combinación de negros, azules y rojos, y una interpretación a la altura de Jüri Pootsmann, con una sugerente voz grave, y su imagen de actor clásico hollywoodiense. Digno de mención también es la calidad musical, el escenario y la realización del Eesti Laul que se ha ganado a pulso el ser una de las mejores finales nacionales de Europa. Nota: 4/5

Rumanía: Ovidiu Anton – Moment of silence.

Rumanía ha pasado de presentar candidaturas para ganar Eurovisión, como Luminita Anghel & System, Mihai Traistariu o Mandinga, a llevar propuestas totalmente alejadas de una de las industrias musicales más potentes de Europa. A Ovidiu Anton hay que reconocerle una buena voz, pero su tema y su actuación son totalmente añejas, y fuera de lugar en el rock de hoy en día. Rumanía, al igual que otras superpotencias eurovisivas, va a tener muy difícil superar las semifinales, y merecidamente. Nota: 2/5

ARY Macedonia: Kaliopi – Dona.

No puedo ser objetivo con ARY Macedonia 2016 porque ha atacado a todos mis puntos débiles, el pop clásico balcánico, la melodía orquestal, el idioma local, y una diva de verdad. La interpretación es sencillamente deliciosa, con una voz sutil y a la vez poderosa, una presencia por momentos dulce y en otros arrebatadora, y con una carga emocional que llega al corazón sin entender ni una sola palabra. ARY Macedonia no va a ganar Eurovisión 2016, ni es la candidatura más original o moderna, pero para mi va a ser un auténtico lujo volver a escuchar en directo a esta 'gran dama de la canción'. Nota: 4/5

San Marino: Serhat – I didn't know

Las últimas candidaturas de San Marino en Eurovisión me han generado cierta antipatía, no solo por su más que dudosa calidad, sino porque dan la sensación de haber sido elegidas por el talonario en vez de por cualquier criterio artístico o local. Después del mediocre reinado de Ralph Siegel en la Serenissima, durante el cual al menos se promocionó a artistas sanmarinenses, como Valentina Monetta o Anita Simoncini, o en la órbita italiana, como Michele Perniola, esta edición se presentan con el turco Serhat y su equipo multicultural. La canción I didn't know es casi tan inenarrable como su inglés y su videoclip, dirigido por un Thierry Mugler que parece haber perdido definitivamente la cabeza y el gusto, en un conjunto tan hortera y pretencioso que ridiculiza más si cabe el aspecto musical. Si yo fuera sanmarinés no me sentiría nada representado por lo que ha acabado siendo la participación de mi país en el festival, incluída en la versión junior. Nota: 1/5

Croacia: Nina Kraljic – Lighthouse.

Croacia es mi país fetiche de Eurovisión y, después de dos años de abandono, regresan por la puerta grande. La bonita y potente voz de Nina Kraljic, los sonidos balcánicos y mediterráneos con cierta influencia celta, y un trasfondo marino que me toca la fibra sensible, hacen de esta una de las sorpresas de la edición que deberán tener su merecida recompensa en forma de puntos. “Don't ever cry, my croatian sky”. Nota: 4/5

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