DEJA LA LLUVIA CAER

Hoy he puesto título, primer y último párrafo a esta columna que he escrito a lo largo de la última semana. No ha sido hasta esta mañana cuando he sabido como comenzar y terminar este texto a la espera de una respuesta. Durante los últimos siete días he estado hospitalizado debido a un derrame pulmonar […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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DEJA LA LLUVIA CAER

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Hoy he puesto título, primer y último párrafo a esta columna que he escrito a lo largo de la última semana. No ha sido hasta esta mañana cuando he sabido como comenzar y terminar este texto a la espera de una respuesta. Durante los últimos siete días he estado hospitalizado debido a un derrame pulmonar y una infección respiratoria que, aparte de afectar a mi salud física y sobre todo emocional, casi me cuesta el viaje a Eurovisión 2014, mi séptimo festival, y mi momento de desconectar y soñar. Probablemente, nadie que no viva esta afición como nosotros entiende este sentimiento, incluso la mayoría de los que leen estas líneas, lo que sí estoy seguro es que quienes han vivido esta experiencia en directo podrán comprender la desesperación, impotencia y rabía que he sentido cada uno de estos siete días hasta hoy. Afortunadamente, todo se ha solucionado en el último momento, lo más importante, y objetivamente lo único, es que estoy totalmente sano, y podré bailar bajo la lluvia de Copenhague, tal y como era y es mi mayor deseo e ilusión.

DEJA LA LLUVIA CAER

Ruth Lorenzo con Dancing in the rain representará a España en Eurovisión 2014 que se celebrará los próximos 6, 8 y 10 de mayo en Copenhague, Dinamarca. La candidatura ha ganado la final nacional, Mira Quién Va a Eurovisión, gracias a la máxima puntuación del televoto y la segunda mejor del jurado. Ruth Lorenzo se convierte en la quincuagésima cuarta representante de TVE en el Festival y la primera procedente de la Región de Murcia.

La victoria se la llevó el mejor conjunto, la unión indivisible de una cantante, una canción y un directo, sin olvidar unas actitudes, unas aptitudes y, en definitiva, un producto. Una voz prodigiosa, una personalidad arrolladora y una luchadora nata son las tres mejores definiciones de nuestra abanderada. Unas cualidades que hemos observado durante las últimas fechas gracias a su incansable trabajo, su intensa promoción y su incontestable entusiasmo.

El tema, Dancing in the rain, ha sido el epicentro del debate antes, durante y después de su triunfo. La audiencia tomó la decisión correcta al apoyar la letra y la melodía mas fácil, pegadiza y recordable, una composición creada por su propia intérprete la cual siente cada una de sus letras y notas, la más diferente, original y especial, un himno atemporal que puede sonar ahora y ser recordado en el futuro, y la que más gustó en el momento clave lo cual no tiene más discusión. Dancing in the rain, dentro del gusto y la experiencia, es nuestra mejor apuesta para el certamen desde hace 19 años con la mitificada Vuelve conmigo.

Dos meses, una semana y un día ha pasado desde su elección en uno de los procesos de selección más emocionantes, intensos, mediáticos, polémicos y reñidos de la historia de nuestro país en el concurso. Yo he vivido en directo ocho finales nacionales de España para Eurovisión, desde D’Nash hasta Ruth Lorenzo. Esta ocasión he tenido una continua sensación de deja vu, las alegrías y las penas, las filias y las fobias, y las acusaciones y los dramas, toda la batalla con sus respectivas guerrillas bien armadas y desplegadas, simplemente con otros personajes y protagonistas, y algunos repetidores. 

El bipartidismo predominante en nuestra política y, por extensión, en nuestra sociedad, nos ha acompañado ocho años. Un juego absurdo en el que, edición tras edición, hay un bueno y un malo o, en el peor de los casos, un todos contra uno. Una innecesaria obligación de tener que elegir entre uno y otro bando que se lanzan las mismas acusaciones e insultos con idénticos delirios conspiranoicos y paranoides.

Entre el 2007 y 2014 nos han hecho creer que Coral Segovia y Mirela Cabero son unas princesas o unas brujas de cuento, en función de uno u otro año, Yanira Figueroa, Merche Llobera, La Casa Azul, Auryn, Jorge González y La Dama los bendecidos por nuestra querida mano negra, Melody, Soraya, Daniel Diges y Lorena, los malos de la película, y Ruth Lorenzo la reencarnación del mal en La Tierra.

Los escudos humanos de esta guerra son los artistas, los que se llevan algún trofeo, y todos los golpes. Tras de si, los equipos artísticos, los verdaderos jugadores y los que mueven las fichas en el tablero. Eurovisión es un negocio para las televisiones, las discográficas y sus respectivos subordinados. Como todo negocio, el fin es el beneficio, todos tienen mucho que ganar y todo que perder. Cuando se publica una noticia, se difunde un rumor o, incluso, se escribe algo en internet, muchas veces deberíamos pensar a quien le interesa que esa información sea de dominio público.

Los fans somos la munición barata, fáciles de convencer y provocar, y lamentablemente los que aceptamos y consentimos la sinrazón en la que anualmente se convierte el concurso nacional de España para Eurovisión. El grado de violencia verbal sufrido durante esta temporada en la comunidad eurofan ha desbordado cualquier medición anterior. La mal entendida libertad de expresión, elevada al máximo exponente hoy en día en las redes sociales, nos hace creer que cualquiera puede publicar lo que quiera, cuando quiera y donde quiera sin practicar ni conocer el significado de la palabra respeto. Los artistas nos leen y nos escuchan continuamente, les va su carrera y su vida, metafóricamente, en ello. Incomprensible el empeño de ciertos personajes en lanzar continuos ataques despiadados contra su profesionalidad, y su personalidad, llegando a escribir o mencionar su odio directamente a través de sus medios oficiales que gestionan en primera persona.

Las personas que levantan pasiones y generan amores y odios, seguidores y detractores, son los que pasan a la historia. Eurovisión sigue esta idea en el que las candidaturas que pasan inadvertidas fracasan estrepitosamente mientas que las restantes tienen la oportunidad de conquistar a los jurados expertos y la audiencia soberana. No llueve a gusto de todos, nunca mejor dicho, aunque lo importante es que sí llueva a gusto de la mayoría.

El próximo año nos enfrentaremos a una nueva elección interna o final nacional, nuevamente repetiremos el mismo ciclo, la misma guerra, los mismos errores, y la misma euforía mejor o peor entendida, Eurovisión comenzará y finalizará y todo seguirá prácticamente igual, y estas palabras quedarán aquí escritas: Nos deberíamos tomar la mayor de nuestras aficiones con más humor, respeto y tranquilidad.

Ruth Lorenzo y Dancing in the rain ya han pasado a la historia de los pocos artistas y composiciones que han tenido el honor y el privilegio de representar a sus países en Eurovisión. Un camino que continúa adelante hacia su destino. La experiencia, los resultados y el futuro todavía no forman parte de esta historia pero ya la hemos empezado a escribir.

Hoy todavía no me creo el inicio y el final de esta columna, la que determinaba el inicio de mi viaje a A Coruña, con mi familia, para continuar con mi recuperación, o a Copenhague, con mi otra gran familia, para vivir, un año más, mi sueño. Una última frase para definir mis sentimientos en este momento: Aunque llueva y nos mojemos no pararemos de bailar.

Suerte, Ruth.

Madrid, a 30 de abril del 2014.

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