¿Cuándo empezó la crisis de Eurovisión en España?

La etapa dorada de Eurovisión en nuestro país va de 1965 a 1981. Entonces era un programa popular visto por una gran mayoría de personas. Los éxitos de esa época son los que se recuerdan por varias generaciones. Desde 1982 entramos en una crisis irreversible hasta el boom de Dana International en el ’98. ¿Recuerda […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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¿Cuándo empezó la crisis de Eurovisión en España?

La etapa dorada de Eurovisión en nuestro país va de 1965 a 1981. Entonces era un programa popular visto por una gran mayoría de personas. Los éxitos de esa época son los que se recuerdan por varias generaciones. Desde 1982 entramos en una crisis irreversible hasta el boom de Dana International en el ’98. ¿Recuerda el gran público las canciones ganadoras de 1982 a 1997? Es quizá la etapa más oscura. No fueron populares en España, y creo que la última intérprete ganadora que visitó nuestro país tras el Festival fue Corinne Hermès. Estuvo en Madrid y fue invitada a un programa de TVE. En 1991 Concha Velasco trajo a su programa a Amina, que fue segunda en Roma, pero no invitaron a Carola que había sido la ganadora. Es más, la Velasco la presentó como “ganadora” a la francesa, ahí radicaba la ignorancia de los redactores de los programas sobre el tema de Eurovisión.

La siguiente ganadora en volver fue Katrina & The Waves en 1998, para el aniversario del “La, la, la”, cuando se hizo un especial Eurovisión con todos los cantantes españoles. Estuvo también Gigliola Cinquetti y Sandie Shaw. En los años siguientes vinieron Dana International y Charlotte Nilsson. Pero ni los Olsen Brothers, Tanel Padar y Dave Benton o Marija Naumova fueron invitados. Quizá no tuvieron tanta repercusión como las explosivas Dana y Charlotte, de eso estoy segura. Y ya veremos si invitan a Sertab Erener, la turca de este año. Es posible que de momento no, quizá el año que viene con Operación Triunfo 3. Esto va por simpatías, es evidente y quizá les interesa más traer al payasito de Alf Poier, por lo del circo.

La prensa jugó un papel muy importante en el desprestigio del Certamen. Pasó a ser políticamente incorrecto ver Eurovisión, “una horterada” poco más o menos. Las modas musicales se apartaron totalmente de las canciones que se llevaban al Festival y los grandes autores, compositores y artistas de reconocimiento no querían intervenir porqué decían “que era quemarse”. Eurovisión pasó a ser un veneno discográfico en los ochenta y noventa, porque tampoco los medios ayudaron a la difusión. Se entró en una rutina y estuvo a punto ser eliminado. Los italianos se desmarcaron del show en 1997, pero por otros motivos más bien comerciales. Quizá, al tener una audiencia estimable en muchos países se ha mantenido vivo. También la incorporación masiva de países del Este de Europa le ha dado vida y ahora hay hasta lista de espera para concursar. El nuevo modelo que se piensan para el año 2004, con semifinal y final puede beneficiar o cargarse el show, demasiado lío, y es que tan pronto se pasan como antes no llegaban.

La OTI pasó a ser totalmente ignorada por TVE, a pesar de que hemos ganado siete veces. También desapareció el Festival de Benidorm en los ochenta, recuperado por Telecinco en los noventa y ahora de nuevo la Primera, pero sin acabar todavía de cuajar en el gran público.

España, unos de los países más acérrimos antieurovisivos en los ochenta, no pudo eliminar el festival de Eurovisión porque seguía teniendo una audiencia de más de ocho millones cada año. A pesar de ser “exiliado” a la segunda cadena hasta 1992, cómo si eso fuera un castigo, era seguido por muchos. Con todo, el día después la prensa se desayunaba con unos artículos corrosivos de los cuales reproduzco algunos fragmentos de la etapa crítica.

En 1980 un titular del desaparecido diario barcelonés Teleexprés decía “La representante irlandesa lució entre los mediocres” firmado por Juan Francisco Torres. Se refería a Johnny Logan y “What’s another year” que no es precisamente un tema malo, ni mucho menos mediocre. Pero es que a los demás los ponían peor, incluidas Katja Ebstein que sacó “Theatre”, Paola con “Cinema” o Maggie Macneal con “Amsterdam”. Canciones nada desdeñables. De Trigo Limpio dijo que “TVE se confundió de intérpretes, hubiera tenido que enviar a Mari Cruz Soriano –que presentó la canción española- con sus pianos de espejos acompañando a Lola Flores. Seguro que nos llevamos un tulipán…”

En 1983 se armó el escándalo Remedios Amaya y se abrió la caja de Pandora. Nuestro comentarista, José Miguel Ullán se tomó el Festival a cachondeo, como hizo en 1984 presentaba a todas las temas cómo grandes porquerías musicales que debíamos soportar por un rato. Después los titulares de prensa se llenaron de la mofa más cruel sobre la intérprete, los que la llevaron, hubo hasta petición de dimisiones, y el Festival en sí, carente ya de interés, según los cronistas. Pero hay algo que no se puede cuestionar. Los escándalos quedan en la mente de la gente, y todos recuerdan aun hoy el affair. Entre sus peroratas se leía la mala leche, cualquiera que recuerde esos años o tenga los vídeos de sus comentarios puede corroborar lo que digo. En el ’84 sólo salvó el tema de Franco Battiato, menos mal, y es que no se podía cuestionar la belleza de “I treni di Tozeur”.

En 1982 La Vanguardia dijo que “España presentó una canción sin consistencia, interpretada por Lucía de manera insolvente”, según Albert Mallofre. Y eso que este señor llevaba haciendo las crónicas de Eurovisión para este diario como enviado especial todos los años desde finales de los sesenta. Pero él era un amante del jazz y en sus artículos se dibujaba a veces la tirria que tenía a casi todas las canciones que se iban presentando. Respecto al Festival del ’84 dijo que ese año todos los temas eran de “escasa consistencia” y subrayó el “susto que se llevaron en Prado del Rey al comprobar el éxito del revalorizado grupo Bravo”… Pero nada de esto es criticable porque las opiniones son siempre lícitas. Lo que no entendería nunca es a un comentarista de fútbol que no soporta el fútbol. ¿Por qué en cambio se hace eso con Eurovisión? y no sólo en España. El caso de Mallofre está contrastado con razón porque sabía de Festivales, los veía con atención y estaba documentado. Peor han sido los comentaristas televisivos.

En 1987 y 1988, Beatriz Pécker, enviada especial de TVE, parecía estar haciendo un acto de constricción, teniendo que aguantar la noche festivalera. Ella que tanto remarca la calidad, no entendió o supo ver en ese momento lo que supondría Céline Dion en un futuro. Era imaginable, porque sólo se fijaba en los vestidos que sacaban todas. No le gustó ningún tema, excepto el italiano de Lucca Barbarrosa, quizá porque le recordaba la voz de Joaquín Sabina, o el tema belga de Reynaert, que sólo tuvo 5 puntos. Menos mal que sí reconoció que “Céline había cantado muy bien esa noche”… No informó a los telespectadores que Tommy Koerberg, el sueco, ya había salido en 1969 en Madrid, cuando Salomé. Es un dato de documentación importante. Ella estaba más preocupada de que el señor había tenido una fuerte gripe no podía cantar al cien por cien…

Y hay más, porque sobre los años de crisis hay mucho que debatir y lo seguiré haciendo en esta sección, os sorprenderéis de los comentaristas tan ineptos que hemos llevado a veces, ahora que tanto se critica a José Luís Uribarri… es verdad que ha perdido mucho puntos este año. Habló encima del tema de Stertab Erener cuando había ganado en Riga 2003, pero es que ya tenía precedente con Luís Cobos, que hizo lo mismo en 1990 con Toto Cutugno. Fue peor lo de Miguel de los Santos en 1982, tosió mientras sonaba la canción de Bélgica que cantó Stella, y es que no desconectó el micrófono. Con todo, su gran profesionalidad periodística no se va a cuestionar aquí.

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