¡BRAVO SORAYA!

La verdad es que aún no estoy repuesto del shock de anoche. Me imagino que como muchos de vosotros. Me siento incapaz de analizar exactamente qué ha pasado para que confluya una gran paradoja: una de las peores posiciones de los últimos años con una de las mejores actuaciones, desde mi punto de vista. Ya […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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¡BRAVO SORAYA!

La verdad es que aún no estoy repuesto del shock de anoche. Me imagino que como muchos de vosotros. Me siento incapaz de analizar exactamente qué ha pasado para que confluya una gran paradoja: una de las peores posiciones de los últimos años con una de las mejores actuaciones, desde mi punto de vista. Ya sé que algunos no estáis conformes con la puesta en escena, con la canción, pero no me negaréis que quedar peor que el Chikilicuatre, las Ketchup o las Son de Sol es un castigo demasiado severo para una artista que se tomó muy en serio su participación en el Festival. Por ese motivo, y no por otro, encabezo este artículo con ese ¡Bravo, Soraya! que a algunos les puede sonar a coña marinera.

Gustará mas o menos la canción, la puesta en escena, el efecto de la desaparición, pero anoche por primera vez en años me sentí orgulloso de ver en el escenario del Festival a una artista comprometida con la causa, dejando claro que se estaba dejando la piel en tan sólo tres minutos. ¿Qué lo podría haber hecho de otra manera? Quizás si, pero cuando uno da todo lo que tiene, estoy convencido de que no se le puede pedir más.

 

El Festival de Eurovisión está cargado de tradiciones. Los votos, las semanas previas de apuestas, de discusiones, de cotilleos y el día después también tiene las suyas propias. ¿Cuántas veces el día después hemos aludido a aquello de que no nos comprenden, que se votan entre ellos, que todo es un mamoneo? Hoy de nuevo lo he vuelto a leer en muchos de vuestros comentarios que incluso apuntan a la posibilidad de que España se retire del evento.

 

Este año encima hemos aportado una novedad: el supuesto boicot que nos pueden haber hecho las distintas televisiones y la propia UER por el lío de la emisión en diferido de las semifinales. La verdad es que yo no sé si ha existido o no pero quizás deberíamos no comernos demasiado la cabeza con ese asunto y hacer un ejercicio de autocrítica.

 

Ya sé que TVE no es la televisión más interesada en el festival, que somos auténticos sufridores de sus desmanes. Ya sé que hay países que tienen más vecinos que nosotros y que cuentan con un plus de votos mayor al nuestro. Tod eso lo sé, pero todo eso no vale. El triunfo de Noruega nos debe hacer reflexionar: ellos hace dos años ni se clasificaron a la final, es el país que acumula un mayor número de ceros en la tabla final y sin embargo, anoche ganó y batió todo tipo de records. La principal conclusión para mí es la de siempre: se nos olvida siempre que esto es un festival de canciones y que cuando uno lleva una buena canción, todo es más fácil y no quedan más excusas.

 

Ya os he leído a algunos atrevidos incluso decir que la victoria de Noruega es injusta. No confundáis vuestros gustos con un sentido extraño de la justicia. Cuando alguien arrasa, como lo hizo anoche Alexander Rybak, los demás debemos aceptarlo deportivamente y aplaudir sin reparos. Pocas veces ha habido tanta unanimidad. No ganó porque le votaran los nórdicos, ni los del este, es que le votaron TODOS, o casi todos (creo que sólo Portugal les dejó sin puntos).

 

En lugar de criticar su victoria, quizás deberíamos analizar las causas por las que ha ganado para aprender nosotros. Y en mi opinión, la clave está en que Noruega ha ofrecido una canción diferente a las demás. No hay ni una sola canción parecida a éste entre las otras 42. Además por supuesto es pegadiza, acompañada de un intérprete (y compositor que a nadie se le olvide) que tiene “ángel”, engancha con el público. Pero sobre todo insisto en que era una canción diferente, como lo eran la de Estonia o Moldavia que todos recordaremos con claridad por lo mismo, hayan quedado mejor o peor.

 

En esta columna de hoy voy a omitir las críticas a TVE que ya he expuesto en otros artículos, y quiero que hagamos un esfuerzo por mirarnos a nosotros mismos. Tengo la impresión de que los eurofans españoles tenemos una parte de culpa de lo que ha ocurrido. Creo por ejemplo que en general, somos un colectivo con una estrechez de miras musical mue importante. Tan sólo concebimos una buena representante con un determinado estereotipo. Tiene que ser chica, llevar una canción a lo Mónica Naranjo o balada de esas de las de toda la vida. No somos capaces de arriesgar, de apostar por cosas diferentes. Nos pasó el año pasado con La Casa Azul, desde mi punto de vista el ejemplo más clamoroso de cómo pensamos que algo así no puede triunfar en Eurovision (véase una canción de buen rollito como la portuguesa como puede arrastrar votos, más que la nuestra al menos). Ya lo dije el año pasado pero insisto en éste: aquí Los Lordi jamás hubieran ganado una preselección, y no digamos nada si hablamos de un rap o pensamos en grupos como Dover. A muchos de vosotros, estoy seguro de que os saldrían sarpullidos sólo de pensarlo.

 

Señores, creo que nosotros mismos tenemos que hacer un esfuerzo por buscar cosas diferentes. Hacer un esfuerzo por no tratar de imponer nuestros gustos personales e intentar que España se distinga por algo en el festival. Y es que yo creo que los malos resultados de los últimos años es que no hemos destacado absolutamente por nada: y el año que lo hicimos fue con una broma sin gracia.

 

Vamos por detrás, y los primeros los eurofans. Cuando ya no se llevan las “divas” en Eurovisión, como ha quedado claro, nosotros llevamos una. Cuando las puestas en escena pasan a ser secundarias, y si no que se lo pregunten a Grecia o Ucrania, nosotros insistimos en eso. Francia o Reino Unido llevaron una actuación sobria pero una gran canción y obtuvieron sus resultados.

 

TVE tiene sus fallos, y gordos. Pero ¿y nosotros? ¿ No tenemos la culpa de nada? El año pasado nos fastidiaron la elección, pero señores este año la elección ha sido nuestra y aunque el sistema de myspace, ha quedado claro que es un fracaso total y absoluto, nosotros pudimos elegir otra cosa. Y no me vengáis con que si Mirela, Virginia o Melody, porque nos hubiera pasado lo mismo, no hubiéramos destacado por NADA. Dicho todo esto con el respeto que me producen estas artistas. 

Sólo quiero con estas líneas que nos paremos a pensar unos minutos, unas horas, o incluso unos meses para que nosotros también aprendamos de lo sucedido anoche.

 

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