AMIGUISMOS, VECINISMOS Y POLITIQUEO… EMPÍRICAMENTE

Quién de nosotros no ha sentido esa punzadita, ese breve halo de crispación, cuando escuchamos alguna de estas irritantes sentencias: “en Eurovisión siempre se votan los mismos entre sí” o “eso es todo politiqueo” o “España nunca quedará bien porque no tiene amigos”.Intentaremos desesperadamente explicar que no es así, que hay votos por afinidad cultural, […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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AMIGUISMOS, VECINISMOS Y POLITIQUEO… EMPÍRICAMENTE

Quién de nosotros no ha sentido esa punzadita, ese breve halo de crispación, cuando escuchamos alguna de estas irritantes sentencias: “en Eurovisión siempre se votan los mismos entre sí” o “eso es todo politiqueo” o “España nunca quedará bien porque no tiene amigos”.

Intentaremos desesperadamente explicar que no es así, que hay votos por afinidad cultural, simpatía, o inmigración, pero que aproximadamente tienden a equilibrarse entre sí, y al final gana la propuesta que más ha atraído al público y jurado en general.

Jamás tendremos éxito, porque ninguno de ellos es tan freaky como nosotros, y por lo tanto ninguno va a entrar jamás a analizar cuanto hay de razón en lo que les contamos. Se quedarán con su idea preconcebida, alimentada por supuesto, año tras año, por los oráculos-retransmisiones del Uribarri (q.e.p.d.) de turno.

Así que, en un intento desesperado por contar con una herramienta que nos evite más explicaciones, me he liado la estadística a la cabeza y he intentado hacer un análisis objetivo, concienzudo y empírico, del fenómeno “amiguismo-vecinismo-politiqueo”. Allá va:

Para empezar, tengo que decir que únicamente me he basado en las votaciones de la final de 2012. Se supone que quien es amigo, vecino, o políticamente interesado, lo era el año pasado igual que hace 5 años. No obstante, obviamente el análisis estaría mejor fundado si valorara finales y semifinales de 4 o 5 ediciones diferentes. Lo siento, mi freakysmo y mi tiempo no dan para tanto. ¿Alguien se anima?.

El planteamiento parecería sencillo, pero para ser rigurosos no puede serlo tanto. Me explico: a los votos recibidos por cada país les restaríamos los que recibe (y para saberlo basta una pequeña dosis de cultura geográfica y una gran dosis de cultura eurovisiva) de países limítrofes, culturalmente afines, o de países receptores de emigrantes del país al que se vota. Sin embargo este resultado no sería del todo justo, ya que equivaldría a considerar que estos países “amigos” se vuelven “enemigos” de golpe y porrazo. Estadísticamente lo correcto es considerar que cada país recibirá de los países “amigos” ni más ni menos que de los mismos que les otorgan los “no amigos”, es decir, la media. De esta manera no se valora cuántos “amigos” tiene un país sino si esos países realmente le han votado más que los demás.

La explicación puede que sea algo liosa, pero los resultados son mucho más claros. Basta una tabla “excel” (desgraciadamente no sé cómo ponerla aquí) y… ¡¡alehop!! saltan unas conclusiones de las que destaco las más llamativas:

– Primero y principal: los 5 primeros puestos NO CAMBIAN.

– Los dos únicos países que claramente se beneficiaron de este efecto son FYR Macedonia -que pasaría del puesto 13 al 22 al perder 60 de sus 71 puntos- y, en menor medida, Turquía -que pasaría del puesto 7 al 10-.

– En el resto de casos no hay variación mayor de dos puestos arriba o abajo.

– España ganaría un solo puesto.

– Rusia se beneficia poco de este efecto. Nadie tiene más “amigos” que ella, pero no hubo una diferencia sustancial entre lo que le votaron éstos y el resto. Parece que las abuelitas gustaron casi lo mismo a los cercanos que a los lejanos.

– Hay países a los que sus limítrofes no les quieren casi nada, como Francia (de sus limítrofes sólo les votó Suiza, que además es el único país que habla, entre otros idiomas, francés. Vamos, que si alguna vez no les vota ni Suiza es como para retirarse definitivamente).

También resulta interesante el análisis por países votantes, es decir, quién vota a más “amigos” y quien da a éstos más y menos porcentaje de sus votos. De este análisis destaca lo siguiente:

– Bélgica no votó a ningún país limítrofe, ni culturalmente cercano. ¿Tiene amigos Bélgica?

– No se me ha ocurrido ningún motivo por el que considerar a Israel “amigo” de nadie. Por lo tanto sus votos (los que da y los que recibe) son, en principio, puros y limpios como el agua destilada.

– Rusia es la que menos puntos “limpios” otorga. De los 58 que se reparten, dio 41 a países “amigos”.

– España dio sólo 10 puntos “contaminados”, a Rumanía. El puntito de Italia podría haberse considerado así, porque es notoria la querencia que tenemos hacia nuestros amigos italianos, pero resulta que les votamos menos que la media, que fue de dos y pico.

En fin, si os ponéis a analizar las tablas (yo se las mando a quien me las pida) descubriréis más pequeñas cosas, pero sobre todo lo que pretendo es que la próxima vez que alguien os suelte una de aquellas famosas sentencias, no os molestéis en explicarles nada. Mandadlos directamente a que vean esta columna, o aún mejor: mandadlos a paseo y no permitáis que os amarguen el festival. 

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