1962, EL AÑO DEL CHARME

Desde la Ville Louvigny de Luxemburgo asistimos a la séptima edición de Eurovisión el 18 de marzo de 1962. El denominador común de todas las canciones es el romanticismo. Presentó la elegante Mireille Delanoy. La orquesta fue especialmente buena y se entregó a todos los temas con gran precisión. Concursaron 16 países: Finlandia, Bélgica, España, Austria, […]
Publicado el día 03 de diciembre de 2020
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1962, EL AÑO DEL CHARME

Desde la Ville Louvigny de Luxemburgo asistimos a la séptima edición de Eurovisión el 18 de marzo de 1962. El denominador común de todas las canciones es el romanticismo. Presentó la elegante Mireille Delanoy. La orquesta fue especialmente buena y se entregó a todos los temas con gran precisión.
Concursaron 16 países: Finlandia, Bélgica, España, Austria, Dinamarca, Suecia, Alemania, Holanda, Francia, Noruega, Suiza, Yugoslavia, Reino Unido, Luxemburgo, Italia y Mónaco.
Se cambió el sistema de votaciones. Cada país daba seis puntos en forma de tres, dos y uno a sus favoritas. Esto hizo que España, Bélgica, Austria y Holanda quedaran con cero puntos, compartiendo el último lugar.
La ganadora fue Francia, con 26 puntos y la canción Un premier amour, magníficamente interpretada por Isabelle Aubret. Ganó por una gran diferencia con su máxima rival, Mónaco y el atractivo François Deguelt que obtuvo 13 votos. Como se ve este sistema de votación no hacía justicia a las demás competidoras que se quedaron con las limosnas.
Marion Rung, que intervino once años después, en el '73, por Finlandia abrió la competición con un tema bastante divertido y onomatopéyico. Tenía buena voz y resultaba atrayente en escena. Su canción era Tipi-tii, título que repitió durante la interpretación infinidad de veces. Obtuvo 4 puntos y la séptima plaza. La imagen que tenemos de ella en 1973 no es para nada parecida a la de 1962, que a pesar de ser jovencísima, parecía mayor por la indumentaria de niña bien que le pusieron. Es una de las cantantes más populares de su país, todavía en activo.
Tres canciones que actuaron seguidas fueron premiadas con tres 0 consecutivos. Fud Leclerc por Bélgica, con Ton nom; Víctor Balaguer por España con Llámame y Eleonore Schwarz de Austria con Nur in der wiener Luft. Las tres eran muy románticas, muy sensibles, pero nada desdeñables. La más graciosa fue la actuación de la austriaca, parecía sacada de un musical de Julie Andrews, con gorgoritos por doquier. Este tema más que de los sesenta recordaba al siglo XIX. El autor, compositor y director de orquesta era Bruno Uher.
Fud Leclerc era la cuarta vez que intentaba ganar, sin conseguirlo. Es más, fue cada vez quedando peor. Había participado el primer año en Lugano y salía en el Festival los años pares, curioso, claro, cuando se cantaba en francés, 1956-58-60 y 62. Sus temas eran baladas bien pastadas que no acaban de cuajar en los votos ni siendo uno de los artistas más conocidos de su país.
De España sí vamos a hablar. Fue vergonzoso. Ni la canción era tan mala ni la interpretación tan penosa como después se la calificó. Víctor Balaguer, cantante catalán de renombre en España, tenía un aire de señor romántico y nostálgico. Para ser más moderno se hacía llamar Vic Balaguer. A mí me parecía enternecedor. Cantaba con una voz honda, bien modulada, un poco tradicional si se quiere. La orquesta la dirigió Antonio Moya con una precisión envidiable. La indumentaria era impecable. Todos los hombres salieron vestidos igual ese año, de frac o con traje, corbata o lazo.
Balaguer fue elegido por TVE en Barcelona el 6 de febrero de 1962 entre diez finalistas, de un total de 90 canciones presentadas. Entre ellos estaba Rafael con 17 años de edad, y que aún no se había puesto la ph en el nombre. Rafael ganó ese año el Festival de Benidorm. En realidad es el idioma la gran barrera que sufre España en festivales internacionales como este. Posiblemente la canción Llámame, una mezcla entre balada tristona y pop descafeinado, hizo que los jurados no la entendieran. Su letra, compuesta por Mario Sellés y Miguel Portolés, era una rumba-rock según la carátula del disco original que se grabó en microsurco para Vergara. En aquella época agradaba mucho poner nombres a los estilos de las canciones. De hecho Balaguer, lo mismo cantaba una rumba-rock, que un beguine, o un calypso o un twist. Son los años de los híbridos musicales que toman de aquí y de allá sin apenas definición. Los Estados Unidos e Inglaterra marcaban la pauta, pero todavía eran franceses e italianos los que se llevaban el gato al agua en cuestión de éxitos musicales.
Y ahora, ¿quién se acuerda ya de Llámame? pasó al olvido ese mismo año. A Víctor Balaguer se le ha visto cantar durante muchos años en compañía de Ramón Calduch y José Guardiola, juntos pero no revueltos, en verbenas y salas de fiestas barcelonesas. Ambos tenían un estilo parecido. Desgraciadamente nunca tuvieron un bombazo musical que los catapultara a la fama de Raphael o Julio Iglesias. Estaban en esa frontera de cambios que supusieron los sesenta. Algunos no se reciclaron bien a los nuevos tiempos. De todas formas soy de la opinión que unos tienen una estrella muy grande y otros no. Víctor falleció en 1984 de cáncer en Barcelona a los 63 años de edad, totalmente olvidado por la profesión, una pena, la verdad.
Volviendo al Festival, Dinamarca no destacó tampoco con Vuggevise cantada por Ellen Winther, décima plaza y 2 puntos, uno dado por Suecia y el otro por Italia. El tema era muy aburrido y fuera de contexto, que entre tanta balada como hubo este año, al no estar cantada en los idiomas de moda en la época, el francés o el italiano, perdió mucha fuerza. 
Los suecos con Inger Berggren y la canción Sol och var quedaron en la séptima posición con 4 puntos. El tema era divertido y bastante moderno en comparación con los demás. Está compuesto por Ulf Kjellqvist y Ake Gerhard. La interpretación estuvo bien, en un alarde de gesto y voz bastante aceptable. Suecia tampoco acaba de cuajar en Eurovisión todavía. La orquesta estuvo a cargo de Egon Kjermann.
Por Alemania salió una chica de la que debemos hacer mención especial ya que el Premio Nobel de Literatura de 1999, Günter Grass, habla de ella en su obra Mi siglo. Dice: “… Además, nos divertíamos con Ilse Werner, que cantaba y silbaba, y sobretodo con la niña prodigio Cornelia Froboess, una mocosa berlinesa que, se hizo famosa con la pegadiza canción Llévate el bañador.” (G.Grass, Mi Siglo. 1999, pág. 248 de la edición de bolsillo Punto de Lectura).
Conny Froboess se hizo popular en 1952, cuando empezaba a andar la televisión en su país, Alemania. En Eurovisión, un poco más crecidita, cantó Zwei kleiner Italiener y quedó sexta con 9 puntos. El tema era bastante pobre e insulso, aunque resultó todo un exitazo en Europa, más por la pizpireta alemana que la canción en sí. Se inspiró en los temas napolitanos tan de moda a inicios de los sesenta. Hablaba de dos pequeños italianos por las calles de Nápoles. Está escrito por Georg Buschor y la música es de Christian Bruhn, otro histórico de este Certamen. Dirigió Rolf-Hans Müller. 
Holanda es premiada con su primer 0, después de haber ganado en 1957 y 1959. Los  De Spelbrekers, formado por Theo Rekkers y Huub Kok y la canción Katinka fue su representación para 1962. Eran dos señores clónicos vestidos con traje negro convencional y muy serios. Llevaban un ritmo de cabeza muy acompasado y raro al son de “Kleine kokette Katinka…” Daban el aspecto de haberse tragado una escoba. Demasiado estirados. La canción está escrita por Henny Hamhuis y compuesta por Joop Stokkermans, era del todo infumable. No sorprende por eso su clasificación. Dolf van der Linden dirigió la orquesta.
Francia ganó por tercera vez en cuatro años con Isabelle Aubret. Un premier amour está escrita por Roland Valade, con música de Claude Henri Vice. Los arreglos eran del veterano Franck Pourcel. Es una canción lenta y penetrante, sin sobresaltos, donde la voz de Isabelle se mantiene muy bien colocada sin necesidad de estridencias. Tiene un compás envolvente
que engancha conforma más se oye. La votaron todos menos Finlandia, Dinamarca y Holanda. España le dio un 2, porque el 3 se lo concedió a Luxemburgo.
La gran dama de la canción francesa, Isabelle Aubret (Thérese Coquerelle de nombre verdadero), grabó infinidad de discos con mucha repercusión fuera de su país. Nació en Lille el 27 de julio de 1938, al norte de Francia. Eran momentos que respiraban vientos de guerra en Europa. Hija de una familia numerosa y modesta, eran once hermanos, siempre tuvo predilección por el mundo artístico. Vivieron el drama de la ocupación alemana y la Segunda Guerra Mundial en una de las regiones más castigadas por los nazis. Su madre era de origen ucraniano y su padre trabajaba de contramaestre en una fábrica textil. Isabelle tuvo que trabajar desde los 14 años de edad para ayudar a los suyos aunque dedicaba su tiempo libre a una de sus mayores pasiones, la gimnasia. Antes de ser cantante había sido gimnasta ya que fue campeona de Francia en 1952. En 1963 tuvo un grave accidente de coche que la alejó de los escenarios durante dos largos años, justo en pleno éxito, pero se recuperó con fuerza y volvió a Eurovisión en 1968, intentándolo también en 1970 y 1976 por Francia. Para más información sobre ella tenemos en la web una biografía publicada sobre ella, tuvo una vida realmente llena de altibajos tanto profesionales, como personales, aunque siempre se ha mantenido como una grande de la Chanson, que recientemente ha sacado un recopilatorio de sus éxitos.
Tras la actuación de Isabelle Aubret se hizo un intermedio algo raro donde pusieron una carta en negro que ponía: Coupure image sur le reseau Eurovisión. En realidad fue que por un incidente técnico se apagó la luz de la sala y se quedaron a oscuras. Hasta que no se solucionó no se pudo volver a la conexión. Por lo visto estaban haciendo tiempo para que los jurados fueran decidiendo ya sus votos e ir instalando el tablón de las puntuaciones, donde figuraría el nombre de la canción y no el del país, como se venía haciendo en los primeros años. Esto no se cambia hasta 1968, cuando ya sólo salía el nombre del país.
Inger Jacobsen es la representante de Noruega. Con la canción Kom sol, kom regn -El sol y la lluvia- obtuvo el décimo puesto compartido con Suiza que llevó a Jean-Philippe y el tema Le retour. Como los daneses consiguen sólo 2 puntos. Volaron cabezas ese año. De todas formas la participación de Noruega fue muy buena, poco habitual para un país que se ha destacado por llevar cosas muy raras, a veces difíciles de digerir, a Eurovisión. La canción noruega tenía un precioso estilo jazzístico y de comedia musical. El autor es Ivar Jacobsen y el compositor Kjell Karlsen. Dirigió Øivind Bergh. La suiza era una balada de altos vuelos, romántica y exquisita a la par que guapo su intérprete. La letra es de Emile Gardaz y música de Géo Voumard, los mismos de Refrain -ganadora del ‘56- Dirigió Cedric Dumont.
Con la participación de Yugoslavia la cosa se animó un poco. Lola Novakovic llevó una canción bastante buena. Ne pali sveto u sumrak quedó en cuarto lugar con 10 puntos. El autor es Dragutin Britvic. El compositor y arreglista, Jozef Privsek. También el Reino Unido con el conocido Ronnie Carroll y su efusiva Ring-a-ding girl se colocó en la cuarta plaza. Ronnie era muy experto, aunque tuviera cara de palo y fuera algo anticuado en las formas, en plena etapa del rock en su país. El tema sonaba igual que una canción que interpretó en plan cómico Doris Day, junto a Rock Hudson, en la película Pijama para dos.
Camillo Felgen tuvo más suerte que en 1960, cuando quedó decimotercero con un triste punto. En el '62 se clasificó en tercer lugar y 11 votos con Petit bonhomme de Jacques Datin y Maurice Vidalin, los mismos compositores de Nous le amoureux del '61. Tenía un aspecto un poco a lo Boris Karloff, pero era muy famoso en su época. Representó a Luxemburgo en sus dos comparecencias. Dirigió Jean Roderes. Este tema también lo versionó Isabelle Aubret, resultando aun más exquisito que la propuesta de Felgen, curioso. 
La gran derrotada de la noche fue el Addio, addio de Claudio Villa por Italia, que curiosamente fue la canción que más se radió después del Festival. Es incuestionable el carisma de los italianos en escena, a pesar de sufrir varapalos históricos en Eurovisión. Tres puntos y la novena posición para un cantante que era máxima estrella en Europa. Ganador de San Remo varias veces y de la Canzonissima, en el '66, en el Eurofestival no tuvo suerte. En 1967 vuelve a salir quedando undécimo. El Addio era una de esas canciones que no se olvidan facilmente. Preciosa desde el principio hasta el final, escrita por Franco Migliacci y compuesta por Domenico Modugno. Dirigió Cinico Angelini. Claudio Villa tenía una voz portentosa, un poco de barítono. Estaba entre el cantante de ópera y el típico crooner de los años sesenta. En España fue muy famoso. Rodó en Andalucía la película Adiós Granada en 1967.
Otra anécdota de este año es que Claudio Villa también sufrió un grave accidente de coche en 1970. Iba con su esposa cuando el automóvil en que viajaban se salió de la calzada, dio varias vueltas de campana y después se incendió. Su mujer estuvo gravísima, pero él sufrió quemaduras de tercer y segundo grado en el cuerpo, sobre todo le afectó a la cara, desfigurándolo por completo. Los cirujanos se tuvieron que entregar para reparar una de las caras más queridas de Italia. Son cosas del destino, pero es curioso que sufriera el mismo accidente que Isabelle Aubret y es que las galas antiguamente se hacían a golpe de volante, llevando el coche los propios artistas. Esto es impensable hoy día, ningún mánager lo consentiría.
¡Qué pareja Deguelt y Aubret! Si una consigue el primer premio, el otro se lleva el segundo puesto con 13 puntos y Dis rien del autor René Rouzard y música de Henri Salvador. La orquesta la dirigió Raymond Lefrève. François Deguelt por Mónaco era un cantante del estilo de Jean-Claude Pascal, pero más guapo, parecido a Alain Barrière, pero con más voz. En fin, un encanto de chico. Era lógico que tuviera todo un pelotón de chicas detrás implorando un autógrafo. Si Villa era número uno en Italia, Deguelt lo era en todos los países del área francófona. Era el típico señor de traje pulido y muy bien peinado. De formas impecables con un toque varonil en la postura y una voz inimitable. Queda para el recuerdo como uno de los intérpretes de la historia de Eurovisión. Y de esos ya no se fabrican porque se rompió el molde hace tiempo, ¡qué lástima! También salió en 1960 con Ce soir-là quedando tercero. 
El intermedio antes de las votaciones lo amenizó un señor que hacía un número cómico, junto a la gran orquesta de la RTL, tocando un famoso charlestón Mamá cómprame unas botas y después se ponía a lamer un clarinete. Tocó un silbato muy raro delante de una asombrada presentadora y luego, con una trompeta, el tema Candilejas, etc. En resumidas cuentas vemos con cariño que eran otros tiempos más inocentes. Cualquier cosa servía para amenizar la velada. El público se partía de risa, por algo será.
Se empezó a votar por el último país en salir.
Francia declinó convocar el próximo certamen en su país. Era mucho gasto. En cuatro años habían ganado tres veces y celebrado en Cannes dos -1959 y 1961-. Londres será la ciudad escogida para la octava edición del '63. Fue un año colosal. De ahora en adelante entramos en la etapa dorada del Festival de Eurovisión que duró con altibajos hasta 1980.

De este año nos faltan ya muchas estrellas y artistas, a parte de nuestro representante Víctor Balaguer, también Camillo Felgen, fallecido en 2005, Inger Jacobsen en 1996 y Claudio Villa en 1987, a ellos va dedicada esta columna. 

Reyes del Amor, 28/10/09

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