Bakú, capital de Azerbaiyán, estaba destinada desde hace ya más de un año a batir por lo menos un récord: el del punto geográfico más al Este donde sea posible celebrar un Festival de Eurovisión con los países participantes actualmente. Y por ahora es un hecho que así quedará, desplazando considerablemente a Moscú si uno se fija en el mapa. En cuanto al extemo Oeste, Dublín continúa con el otro récord y lleva con él desde nada menos que 1971. Mientras Portugal o Islandia no ganen el Festival, la capital irlandesa puede seguir ostentándolo.

La 57ª edición del Festival igualó otro récord que mantenía Riga 2003: el de mayor número de países participantes en una final, 26.

Dos países abandonaron al menos por un año. Armenia, porque no tiene relaciones diplomáticas con Azerbaiyán y Polonia, por una excusa económica bajo pretexto de estar endeudada con la coorganización de la Eurocopa de fútbol, a pesar de que la economía polaca se prevee sea la de mayor crecimiento en Europa en 2012, un 3%, cifra nada desdeñable en un contexto de crisis y recesión en muchos otros países del viejo continente.

Ucrania, el otro coorganizador del evento, no ha dudado en acudir a la cita de Bakú, a pesar de las grandes convulsiones políticas por las que atraviesa y que están frenando cuantiosas inversiones de capital extranjero en estos momentos.

Desde la victoria de los azeríes en Düsseldorf se sabía que la república caucásica a orillas del Caspio revertería parte de sus suculentos beneficios petrolíferos en mostrar un país nuevo y moderno donde los haya. Eurovisión era la mayor ventana al mundo que se les ofrecía desde su independencia en 1991 y no se podía desaprovechar la ocasión. Hasta un estadio cubierto nuevo, el Crystal Hall, fue anunciado como la futura sede del evento.

Con petrodólares a raudales, la subcontratación de la producción del evento a la misma empresa alemana que se encargó en Düsseldorf no fue problema ninguno. El costo duplicó los festivales anteriores, ascendiendo a unos 48 millones de € de los que casi la mitad parecen corresponder a la construcción del Crystal Hall.

Sin embargo, quedaba una incertidumbre por resolver cuya incógnita no se podía despejar hasta el mismo dia despúes de la celebración del certamen. El delicado tema del respeto por los derechos humanos y la democracia en general. ¿Habría manifestaciones, boicots o incluso atentados que pudieran dañar esa imagen que se pretendía dar al mundo? El régimen de Aliyev, despóta sucesor de su padre, se encargó de evitarlo por todos los medios. La ventana al mundo no se podía cerrar a cal y canto durante esas dos semanas con periodistas y fans acreditados.

No hay que olvidar que la oposición política es clandestina y que Azerbaiyán, a pesar de ser el único régimen chiita junto al de Siria e Irán, es el mejor aliado de Israel en la zona, con lo cual, los ayatolás iraníes no dejan de ser un peligroso vecino. Por no hablar de la homofobia, un tema muy comentado en la edición de 2009.

Pocos dias después del festival, se ha filtrado a la prensa que detuvieron a 40 terroristas con planes para detonar bombas en dos grandes hoteles y en las inmediaciones del Crystal Hall.

Por otro lado, hubo algunos otros acontecimientos de menor calado pero que hirieron muchas sensibilidades de fans como el “hackeo” de la primera web en inglés de información no oficial sobre el festival, esctoday.com, así como problemas varios con el funcionamiento normal del Euroclub. En una de las veladas, el DJ fue amenazado, tras poner la canción armenia Apricot stone, defendida por Eva Rivas en Eurovisión 2010. Las autoridades le vetaron con cualquier otra canción armenia sino quería tener “serios problemas”. En otra velada posterior, el veto ya fue total y no se permitió más música eurovisiva, creando un profundo malestar entre los fans, llegados de tan lejos.

A pesar de estos disgustos y del poco derecho que existe por las libertades humanas fundamentales, algunos fans han vuelto encantados. Hay quien piensa que la venda en los ojos es una prehistórica prenda que puede ayudar a la felicidad de uno mismo.

En cuanto al desarrollo del mayor evento televisado no deportivo y por lo tanto, el acontecimiento musical más importante del planeta, este año estaba casi todo el mundo de acuerdo que había el nivel musical más competitivo de los últimos años y, para muchos, el mayor hasta la fecha.

TVE retransmitió sólo la primera semifinal, obligada por ser la única en la que los televidentes españoles podían votar. Aludiendo a los recortes generalizados del ente público se optó este año por no retransmitir la segunda semifinal ni tan siquiera por su propia web.

En la primera semifinal lograron el pase las abuelas rusas, que ganaron, seguidas de una muy comentada actuación de Albania, cuya principal limitación era la canción y el vestido de Rona aunque todos los demás aspectos la hicieron destacar, tanto su voz como su escenografía. Se dudaba si pasaría Hungría, que al final sí lo hizo, en 10º lugar en detrimento de Suiza, siendo una lástima para muchos por su puesta en escena sin ningún tipo de fallo evidente.

La segunda semifinal apuntaba una lucha más reñida por tener en liza a la gran favorita, la sueca Loreen, y al rostro serbio más eurovisivo, Zeljko Joksimovic, con un notable palmarés: segundo puesto en 2004, tercero como compositor en 2006 y sexto en 2008, además de presentador ese mismo año. En esta edición figuraba en todas las quinielas para un Top3 final.

Además, estaba presente incomprensiblemente en esta semifinal todo el bloque exyugoslavo, a excepción de Montenegro. Se temió incluso que todas las cinco repúblicas pudieran pasar a la final, algo que ya no es tan evidente desde que existen los jurados. Al final fueron tres de las cinco. Y Noruega pasó justo por los pelos a costa de Bulgaria, que a pesar de tener los mismos puntos, había sido votada por menos países que el noruego.

Desde que existen las dos semifinales, en un principio la UER se aseguraba que el bloque exyugoslavo quedara repartido entre ambas galas, pero ya no es así. De igual forma se ha podido ver que Grecia y Chipre o Rumanía y Moldavia estaban en la misma semifinal.

En el intervalo de la segunda semifinal se hizo un medley de los antiguos vencedores desde 2007 hasta 2011, cada uno cantando su canción para finalizar todos juntos con Waterloo. Al parecer no se les incluyó en el intervalo de la final puesto que la pausa de la gran final estaba atribuida a dedo hacía tiempo al yerno del Presidente azerí.

La gran favorita, Loreen, tuvo el coraje de verse con algun miembro de la oposición política azerí, sin previo aviso al régimen local, lo que levantó ampollas entre las autoridades, que advirtieron a la delegación sueca que se concentrara estrictamente en su actuación musical.

Ya en la final, espectaculares imágenes del Bakú más pulido y moderno, hábilmente iluminado de noche y con espectáculo de fuegos artificiales en su bahía daban inicio a la gala. Las postales que introducían a cada actuación fueron hábilmente presentadas para publicitar el turismo y los negocios en un país desconocido para la gran audiencia. Karabaj, la región de conflicto con Armenia, fue la postal elegida para presentar la canción de Azerbaiyán.

Durante las votaciones, momento de más audiencia de las 3 horas y 20 minutos que duró el certamen, la portavoz del voto alemán, Anke Engelke, presentadoras de la edición anterior, no tuvo reparos en lanzar un mensaje subliminal en directo antes de emitir su voto: “es bueno tener derecho a votar y es bueno tener una alternativa. Buena suerte en vuestro viaje, Azerbayán. Europa te vigila”.

Ni que decir tiene que ha sido la votación más comentada tras el festival, con el permiso de Italia, único país que no votó a Suecia, la ganadora, con la mayor cosecha de doces: un total de 18 países le dieron la mayor puntuación en comparación de los 16 al noruego Rybak tres años atrás, a pesar de que éste logró el mayor número de votos de la historia de Eurovisión con 387, 15 más que Loreen.

El noruego de este año quedó en el farolillo rojo con tan sólo siete puntos, consiguiendo así ser el undécimo representante noruego en quedar último ya que cuatro compatriotas suyos ya lo habían logrado anteriormente. Ese es un récord que ostenta Noruega en su haber eurovisivo.

Uno de los autores de Euphoria, Peter Boström, es a su vez coautor de la canción noruega. Pero teniendo en cuenta que 10 de las 26 canciones tenían al menos un autor sueco, entraba dentro de las cábalas que alguno de ellos también se llevara el último lugar.

Euphoria no sólo era un título premonitorio, era un hit eurovisivo con potencial mundial desde el primer momento: canción de estructura sencilla, fácil de recordar, pegadiza y sobretodo con un número visual inédito hasta la fecha que a nadie le recordaba a nada visto anteriormente, con ingredientes suficientes para destacar entre las 26 canciones y que acabaron por atribuirle una holgada victoria sobre su inmediata rival, las abuelas rusas, a 113 puntos. Las rusas no sólo recibieron votos sus vecinos sino también de la ternura que pudieron despertar entre muchos televotantes e incluso varios jurados.

En un tercer lugar quedó el serbio Zeljko, que tuvo el refuerzo de cantar entre las tres últimas. Una vez más, los últimos lugares han supuesto posiciones altas en el tablero final: Moldavia, que cerraba el elenco, quedó por encima de todas las apuestas en 11º lugar. Igualmente Lituania, en su semifinal, actuando última quedó en cuarto lugar.

De las 3 ediciones que el festival se ha celebrado en Asia, y contando las dos celebradas en Jerusalén, se puede constatar que el único país europeo que tiene suerte en este continente es Suecia, con victorias en 1999 y 2012, ya que en 1979 fue ganado por los propios israelitas en casa. Suecia, el país que año tras año más en serio se toma Eurovisión, en parte por ser la cuna de ABBA y del potente Melodifestivalen gracias a su importante industria musical, había tenido unos años muy críticos con malos resultados en 2005, 2007, 2008 y hasta una eliminación en 2010 que hicieron tambalear a más de un directivo de la televisión nórdica. Pero se resarcieron bien con el tercer lugar de Eric Saade en 2011 y con la victoria en 2012.

Viendo las audiencias por televisiones, en un primer lugar está Suecia con un 84% de share, seguido de Chipre con un 81,5% (que por primera vez contaba con dos nativas de la isla en dos canciones diferentes, la chipriota y la griega) y en tercer lugar Noruega, que a pesar de haber quedado en último lugar reunía el interés por Euphoria, número 1 en las lista de ventas noruegas.

Pastora Soler levantó la audiencia a un respetable 43,5% de share, el mejor rating desde Chikilicuatre (59%) en 2008. Quédate conmigo era otra de las diez canciones con sello sueco parcial o total, en este caso mayoritariamente sueco. Su décimo lugar indica que se pueda volver a buscar autores extranjeros si hace falta. Su voz y profesionalidad en el escenario hicieron pensar en ella como  seria candidata al Top5. Muchos fans se atrevieron a darla como ganadora.

El mismo tándem Tony Sánchez-Thomas G:son ya tuvieron su primera hazaña española con los D’Nash sin la misma suerte. G:son, abreviación de Gustafsson, el otro autor de la canción sueca, ha participado 58 veces en preselecciones, consiguiendo siete participaciones en Eurovision: Suecia 2001 (quinto lugar) , 2006 (quinto) y 2012 (primero), España 2007 y 2012 (décimo), Noruega 2007 y Dinamarca 2010 (cuarto). También llevaban su firma las dos canciones de Coral Segovia, que apunto estuvieron de representar a España en 2008 y 2010.

En Francia el festival no acaba de arrancar a pesar de que últimamente se esmera con artistas consagrados. Salvo el año de Patricia Kaas, no consigue audiencias importantes. Esta vez sólo un 22%, la mitad que en España, que no deja de ser una audiencia mediocre. En Italia (7,5%) el denostado festival necesita más rodaje a pesar del segundo lugar de Gualazzi el año pasado.