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Especial: Los grandes retos para Eurovisión 2019 de los países menos exitosos en 2018

Reportaje especial en el que repasamos la situación actual y desafíos inmediatos a los que deberán enfrentarse las delegaciones eurovisivas más exitosas… Y las más defenestradas. En esta segunda y última entrega, abordamos los países que sufren un pequeño bache o una profunda crisis, y aportamos claves e ideas para su resurgimiento en 2019
Lucas Vaquero · Fuente: eurovision-spain.com | Eurovisionario
Publicado el día 17 de diciembre de 2018
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Surie (eurovision.tv)

Especial: Los grandes retos para Eurovisión 2019 de los países menos exitosos en 2018

Eurovisión es mucho más que un concurso musical. El festival no solo es uno de los programas más rentables de la televisión, sino también uno de los escaparates más potentes para mostrar la cultura, la identidad musical y el capital humano de los países participantes, muchos de ellos desprovistos de plataformas propias tan efectistas para promocionarse ante un público internacional. Por lo tanto, resulta lógico que, salvo por un par de notables excepciones, la enorme mayoría de las televisiones públicas europeas decidan apostar al máximo por el formato, amén de los beneficios económicos que puede reportar, y la valiosa contribución que realiza a la dinamización de la cultura musical patria.

El certamen, no obstante, es una carrera de fondo. Detrás de cada actuación de tres minutos se esconden meses y meses de trabajo que las más de 40 delegaciones han de ejecutar con paciencia y minuciosidad, conscientes de la ingratitud de un evento en el que un mal resultado numérico puede desprestigiar todo el esfuerzo previo, hundir la moral de los espectadores nacionales o, en los casos más extremos, hacer peligrar sus futuras participaciones. Transcurrido medio año desde la final de Eurovisión 2018 en Lisboa, es el momento de analizar el pasado reciente, la coyuntura actual y los retos más importantes de los países que viajarán Tel Aviv. ¿A qué retos se enfrentan los países participantes de Eurovisión 2019?

CÓMO REFLOTAR EL BARCO HUNDIDO

Nuestro querido festival regala a cada país triunfos y fracasos por igual. La exigencia del público y los jurados, materializada en forma de puntos, provoca que cada año haya un buen puñado de participantes que deben volver a casa con las manos vacías, ya sea por un mal resultado en la final del sábado o, incluso, con la eliminación en semifinales. Si a ello unimos un trabajo no siempre del todo eficaz en algunas delegaciones, es fácil entender por qué algunos países parecen estar inmersos en un círculo vicioso de complicada salida. ¿Por qué hay algunas televisiones que no tienen suerte? ¿tienen ellas parte de culpa? ¿qué pueden hacer para mejorar? A estas y otras preguntas tratamos de responder en la segunda y última parte de nuestro especial.

ESPAÑA O CÓMO GESTIONAR CORRECTAMENTE LA MARCA EUROVISIÓN

Los datos y estadísticas acerca de la trayectoria de España en Eurovisión hablan por sí solos. A lo largo de la década que está a punto de finalizar, TVE sólo ha entrado entre los 10 mejores en 2012 con Pastora Soler y con Ruth Lorenzo en 2014, mientras que ha sido una de las siete peores en las seis restantes, siendo el 20 su puesto promedio. Si elevamos un poco más el listón, hace 23 años que no pisamos el top 5, y desde 1973 nunca hemos superado los 125 puntos y con un sistema de votación diferente al actual. Sin embargo, lo peor de todo no son los resultados numéricos, sino que en uno de los países que más audiencia y financiación aporta al festival éste sea tan mal gestionado por la televisión pública. El rescate en 2018, 14 años después, del fenómeno mediático y social Operación Triunfo tampoco ha servido como catalizador para mejorar la actitud de los responsables y el público generalista hacia el concurso, reforzando en todo caso algunos de los tópicos más manidos y sacando a la luz a algunos de los sectores más reaccionarios y cavernícolas de la prensa de este país. Amaia y Alfred, para colmo, se vieron envueltos en un proyecto en el que no fueron adecuadamente informados ni asesorados, restándoles la capacidad de mostrar gran parte de su encanto, naturalidad y talento innatos. España tiene el potencial para desempeñar un gran papel en Eurovisión, ya sea con artistas de renombre o nuevas promesas, pero sin actitud, pedagogía e implicación, no se va a ninguna parte.


España 2014: Ruth Lorenzo – Dancing in the rain

REINO UNIDO O CÓMO ESTAR A LA ALTURA DE SU INDUSTRIA AUDIOVISUAL

La deriva de la BBC en Eurovisión no puede definirse como una simple mala racha. Lo más adecuado sería hablar de un problema de base. Este año se han cumplido dos décadas desde la última vez que el ahora conocido como Reino Hundido luchó por ganar Eurovisión, precisamente jugando en casa, con Imaani y Where are you. Tan solo Jessica Garlick en 2002 y Jade Ewen en 2009 se han vuelto a asomar a un top 10 que la mayoría de seguidores británicos apenas sueñan con volver a alcanzar. Resulta inexplicable y, por momentos, hasta indignante que la mayor potencia musical europea y la segunda más grande a nivel mundial sea incapaz de desempeñar un papel mínimamente digno. A pesar de haber recuperado un formato de preselección pública, el You Decide, y a la inclusión del club de fans OGAE dentro del comité de evaluación, sus candidaturas siguen contando con más sombras que luces. El mediocre nivel general de las propuestas en la final nacional, por otra parte, no es más que la consecuencia natural tras años de dejadez y cierta sorna hacia la marca Eurovisión. Si el representante británico logra un puesto más o menos decente en el marcador, como sucedió con Lucie Jones en 2017, o al menos se gana el cariño de los seguidores, como consiguió SuRie este 2018, podrán decir más que ningún otro que ha sido gracias a sus propios méritos.


Reino Unido 2009: Jade Ewen – It's my time

ARY MACEDONIA O CÓMO MANTENER SOBRE EL ESCENARIO SUS CANDIDATURAS

ARY Macedonia ostenta el dudoso honor de ser el país que hace más tiempo que no se clasifica para la gran final, concretamente, seis años. En lo que va de década, solo la maravillosa Kaliopi logró un más que merecido pase a la gran gala del sábado noche en 2012, una proeza que ni ella misma fue capaz de repetir en 2016. Para colmo de males, la televisión pública macedonia suele ocupar los últimos puestos en su semifinal, clásificándose en el bottom 4 en seis de las últimas ocho ediciones. No obstante, debe reconocerse el esfuerzo llevado a cabo en los últimos tiempos por la MRT, pues tanto Jana Burčeska en 2017 como Eye Cue en 2018 presentaron temas de producción actual, atractivos videoclips y un potencial comercial nada desdeñable. ¿El problema? Unos directos dudosos y, principalmente, una puesta en escena excesivamente anodina y simplista. Con una mayor inversión en la preparación sobre el escenario eurovisivo y manteniendo el inusitado buen nivel de canciones de estos últimos años podrían volver a conseguir el deseado pase a la gran final.


ARY Macedonia 2009: Kaliopi – Crno i belo

SAN MARINO O CÓMO PRIORIZAR LOS VALORES ARTÍSTICOS SOBRE LOS INTERESES ECONÓMICOS

El esfuerzo que año tras año realiza el microestado para participar en el festival es digno de aplauso, teniendo en cuenta las restricciones económicas a las que la delegación debe enfrentarse continuamente. Su nula industria audiovisual se hace evidente al ver que cuatro de sus candidaturas hayan sido protagonizadas por la que es ya la sanmarinense más celebre del planeta, la inefable Valentina Monetta, y todas ellas de la mano del controvertido compositor alemán Ralph Siegel. Este año, en cambio, la SMRTV ha probado un curioso formato de preselección, el 1in360, abierto a todo el mundo y donde reunieron en su fase final a cantantes de nueve países diferentes. El experimento fue duramente criticado por los continuos cambios en la normativa y su incomprensible improvisación, la falta de imparcialidad en la composición del jurado, y la sospecha de tongo en las votaciones que sustituyeron a última hora un televoto tradicional por un sistema de crowdfunding que daba más puntos a quien más dinero recaudara entre sus “fans”. Quizás estos escándalos han llevado a la directiva del canal a no repetir este sistema de cara a Tel Aviv, pero aún se desconoce el as bajo la manga con que la serenísima república nos sorprenderá este año, y si nuevamente el criterio más importante va a ser el monedero. El listón no está muy alto, pues la única vez que el país logró el pase a la final fue en 2014 con Maybe de La Monetta. Si para la diva sanmarinense a la tercera fue la vencida, ¿será para el país su décima participación la que consiga hacer historia?


San Marino 2014: Valentina Monetta – Maybe

ISLANDIA O CÓMO SALIR DE LA NEBULOSA

Lo que parecía un tropiezo puntual en 2015 que puso fin a una magnífica racha de siete clasificaciones consecutivas para la gran final, entre los años 2008 y 2014, se ha convertido en una eterna pesadilla para el país de hielo. El nervioso directo de María Ólafs en Viena, el inesperado batacazo de la repetidora Greta Salóme en Estocolmo, la frialdad escénica de Svala en Kiev y la insípida canción de Ari Ólafsson en Lisboa han dejado a Islandia cuatro ediciones consecutivas sin final pero, a pesar de los pesares, no podemos dejar de alabar la riqueza musical y la diversidad artística de un país con la población de Bilbao. Su tradicional Söngvakeppnin acostumbra a tener una calidad envidiable, si bien se echa en falta un puntito de riesgo en las elecciones recientes de los televidentes islandeses, así como en la elaboración de las puestas en escena por parte de la delegación. Si la selección de temas y la presentación sobre el escenario acompañan, es posible que la travesía de la RÚV por el desierto helado llegue por fin a su fin el próximo año.


Islandia 2009: Yohanna – Is it true?

SUIZA O CÓMO SUPERAR LO POLÍTICAMENTE CORRECTO

Después de España, Suiza es el país que más participaciones acumula desde su último top 5, hazaña que corresponde a la preciosa Annie Cotton en un ya lejanísimo 1993. Desde la instauración de las semifinales en 2004, el país alpino solamente ha logrado el pase a la final en cuatro ocasiones, la última de ellas en 2014, con Sebalter y Hunter of stars, alcanzando un meritorio puesto 12. El mayor obstáculo que se interpone entre las cuatro televisiones públicas suizas y el éxito en Eurovisión es la competitividad de sus candidaturas presentadas, en las que siempre falla un ingrediente de la receta: la anodina canción de Melanie Rene en 2015, el flojo directo de Rykka en 2016, la higoglucémica puesta en escena de Timebelle en 2017 o, sencillamente, la mala suerte de los ZiBBZ en 2018 de caer en una semifinal con 10 actuaciones mejores. Eso sí, la SRF y compañía están haciendo los deberes, y es que las reuniones que el verano pasado mantuvieron con Christer Björkman y Martin Österdahl para incrementar la eficiencia del proceso de selección fueron sólo el aperitivo de un radical cambio de planes de cara a Tel Aviv, donde estarán representados por primera vez desde 2010 por una candidatura elegida a dedo.


Suiza 2014: Sebalter – Hunter of stars

MONTENEGRO O CÓMO MEZCLAR CORRECTAMENTE LA ORIGINALIDAD CON LO COMERCIAL

Otro de los países con peor ratio de clasificaciones a la final es Montenegro. De sus 10 candidaturas, únicamente dos han superado las semifinales, las baladas de corte balcánico de Sergej Ćetković en 2014 y Knez al año siguiente. La variedad de géneros con los que la RTCG ha intentado hacerse un hueco en el festival es admirable, desde el hip-hop y el rap de Who See & Nina Žižić que en 2013 les proporcionó un fantástico resultado entre el público truncado por el jurado, hasta el rock alternativo de Highway en 2016 que, si bien fue reconocido por los expertos, pinchó estrepitosamente en el televoto. Este mismo 2018 han recuperado su final nacional, el Montevizija, celebrado por primera vez en 10 años, y la apuesta de nuevo por una balada tradicional se quedó lejos de repetir el éxito de sus dos precedesoras. La escasez de medios de una de las televisiones europeas con menos recursos y sus disputas internas, las cuales han estado a punto de dejar fuera de juego al país en la próxima edición, juegan a la contra de los montenegrinos.


Montenegro 2015: Knez – Adio

MALTA O CÓMO RECONQUISTAR AL PÚBLICO EUROPEO

Al igual que para Reino Unido e Irlanda, la pérdida en 1999 del monopolio del inglés también fue letal para Malta, aunque la TVM ha cosechado algún que otro gran resultado en lo que llevamos de siglo, con dos segundos puestos en 2002 y 2005 y un octavo en 2013. No obstante, en los últimos años ha quedado patente que el MESC no era capaz de producir composiciones de calidad y competitivas, pues de las últimas cuatro representantes maltesas tan solo Ira Losco consiguió estar presente en la final de 2016, tras cambiar eso sí la canción con la que había sido elegida por otra de manufactura sueca. Conscientes de su declive, la isla ha optado por imitar la estrategia israelí y usar su adaptación de Factor X como plataforma para su candidatura eurovisiva. Aún se desconoce cómo se elegirá la canción que les representará en Tel Aviv, pero será fundamental que cuente con el apoyo del televoto, responsable de dejar últimas tanto a Claudia Faniello en Kiev, con 0 puntos, y a Christabelle en Lisboa.


Malta 2013: Gianluca – Tomorrow

GEORGIA O CÓMO FIJAR UN ÚNICO PROCESO DE SELECCIÓN 

El patito feo del Cáucaso ha encadenado en 2017 y 2018 dos eliminaciones consecutivas en semifinales por primera vez en su historia. Tamara Gachechiladze e Iriao se unieron así a The Shin & Mariko en 2014 y Anri Jokhadze en 2012 como los cuatro unicos representantes georgianos que no han logrado izar la bandera de su país en la gran final. El problema de la GPB, desde luego, no se encuentra en la falta de creatividad, pues ha sido la única emisora que ha probado un formato de selección diferente cada año durante las últimas cuatro ediciones, algo que volverá a suceder en 2019 cuando apostarán por la franquicia local de Idol para encontrar a su intérprete y tema en Tel Aviv. A pesar de que métodos de elección similares han llevado a la victoria a Alemania en 2010, Azerbaiyán en 2011 o a Israel este 2018, no podemos dejar de recordar la importancia de la conexión entre una canción y su cantante, aspecto que en ocasiones se ve comprometido cuando se emplean este tipo de concursos. Por lo demás, esperamos que Georgia nos sorprenda con el atrevimiento y la originalidad a la que nos ha acostumbrado durante estos últimos años y confiamos, también, en que esta vez les acompañe el éxito eurovisivo.


Georgia 2010: Sofia Nizharadze – Shine

CROACIA O CÓMO RECUPERAR EL BRILLO DE ANTAÑO

De los países aquí presentados, la joya del Adriático es sin duda uno de los más prometedores de cara a la próxima edición del festival, y es que la recuperación del mitiquísimo Dora nos hace evocar la época dorada de Croacia en Eurovisión. Aquellos maravillosos años de Magazin, Danijela o Doris Dragovic contrastan frontalmente con sus candidaturas de este decenio que suman cuatro eliminaciones seguidas entre 2010 y 2013, dos años sabáticos y, desde su regreso, tres elecciones internas con desigual fortuna. Mientras que Jacques Houdek en 2017 y Nina Kraljic en 2016 lograron salvar los muebles, Franka en 2018 obtuvo el peor resultado histórico para el país en el certamen, un desenlace totalmente inmerecido para una canción cuyo mayor defecto era la discreción, lo que por otra parte se paga muy caro en este formato. Aún quedan por conocer muchos detalles de los planes del país balcánico para Israel, pero las expectativas e ilusiones de los seguidores ya están depositadas en una de las finales nacionales más añoradas de los últimos tiempos.


Croacia 2017: Jacques Houdek – My friend

BIELORRUSIA O CÓMO LLEVAR A CABO UNA PRESELECCIÓN LIMPIA Y TRANSPARENTE

El caso bielorruso es particular, y es que con la BTRC los aspectos musicales pasan a un segundo plano, ensombrecidos por la falta de transparencia de sus procesos de selección. Solo en lo que va de década nos hemos quedado perplejos con muestras del nacionalismo más rancio como la descalificada Born in Byelorussia y la posterior I love Belarus de Anastasia Vinnikova en 2011, los trapicheos en las votaciones y los cambios de canción de última hora de Alyona Lanskaya en 2012 y 2013 o, sin ir más lejos, el trato de favor de este mismo año al ucraniano Alekseev que llevó a seis de los otros concursantes a amenazar con retirarse de la competición en vista de las injusticias cometidas contra ellos. Quizá no sea casualidad que su candidatura con mayor tirón entre el colectivo eurofan haya sido la de NaviBand en 2017, la única vez que el país ha cantado en su idioma local, y una de las pocas elecciones sin polémicas conocidas. Si Minsk quiere ganar apoyo y puntos en el festival debería dejar las intromisiones políticas y económicas a un lado y centrarse en la competición de forma estrictamente musical, puesto que el talento florece mejor y más libremente cuando no se le imponen cortapisas ni manipulaciones.


Bielorrusia: Alyona Lanskaya – Solayoh

GRECIA O CÓMO VOLVER A SALIR DE LA CAVERNA DE PLATÓN

Lejos quedan los tiempos en los que la superpotencia helena lograba encandilar a media Europa con sus ritmos mediterráneos y sus divas, y divos, de ventilador. En términos generales, esta década ha sido desastrosa para Grecia que ha vuelto a las tinieblas previas a 2004. Tan solo Loucas Yiorkas & Stereo Mike en 2011 y Koza Mostra & Agathon Iakovidis en 2013, dos propuestas de inspiración y sonidos típicamente griegos, han logrado situar al país entre los 10 mejores. Paradójicamente, los más recientes intentos por repetir la misma fórmula se han saldado con las dos únicas eliminaciones en semifinales que Atenas ha conocido hasta la fecha, las de Argo en 2016 y Yianna Terzi este 2018. Los problemas financieros de la televisión estatal se unen a las feroces críticas a la gestión del proyecto eurovisivo de la ERT, las cuales han ido a mayores por el exitazo bajo la bandera chipriota de la superestrella local Eleni Foureira, y hacerse público que su elección interna o su simple participación en las finales nacionales fue rechazada hasta en cuatro ocasiones por la delegación griega. Sin ninguna duda, Grecia necesita una catarsis para liberarse de la pesada losa de un pasado que puso el listón muy alto, y encontrar una nueva receta que los devuelva al olimpo eurovisivo.


Grecia 2008: Kalomira – Secret combination

Conversación

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17/12/2018

Lo de que Eurovisión sea un escaparate de la cultura y de la identidad musical es como poco...muy poco actual.

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17/12/2018

Falta Irlanda.

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17/12/2018

Enhorabuena por el artículo. Bien redactado, bien documentado y muy interesante. De los países que citas, excluyendo a España que no tiene arreglo con una TVE intachablemente bochornosa, me dan pena 2 países: Islandia y Suiza. Los 2 han tenido sus años dorados en Eurovisión, los 2 se intentan esforzar año tras año, pero los 2 están teniendo mala suerte. Ojalá esto cambie en TelvAviv.